La Provincia - Diario de Las Palmas

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Caminos de San Lorenzo y Santiago

Seculares rutas unían Las Palmas de Gran Canaria con las tierras cumbreras y con Gáldar | La más importante de las vías no concluía en Teror, subía hacia Valleseco y de allí a la cumbre

Camino de Gáldar en una imagen de 1897 tomada del archivo de la Fedac. | | LP/DLP

Caminito de Santiago, ¿a Tunte o a Gáldar? Si hace unos años alguien hubiese hecho esta pregunta a algún peregrino con voto pendiente de pago, la respuesta hubiese sido bastante clara: “Al que se le deba promesa o al que me quede más cerca”. Porque estos andares no eran por gusto, eran por interés.

Libro de los mandatos donde se registra el año Santo jacobeo en tierras galdenses en 1683. | | A.Y.

Un interés sano, profundo, sustentado en devociones de siglos, pero marcado por la necesidad de buscar intercesión ante la voluntad divina y hacerla favorable a la solución de los miles de problemas que aquejaban el día a día de nuestros antepasados. Y eso era lógico y perfectamente comprensible.

Un buen ejemplo de ello es la Novena de Nuestra Señora del Pino que desde que el prebendado Fernando Hernández Zumbado la publicara en 1782 ha repetido una y otra vez “si nos aflige la guerra; si el campo se esteriliza; si la hambre, la langosta y el contagio nos castigan…en todas nuestras miserias, en todas nuestras fatigas, y en la hora formidable de la última agonía: miremos para esta estrella, invoquemos a María”. El pueblo rogaba, rezaba, invocaba para que Dios a través de sus santos librara a los que en Él creían y ponían su confianza les liberara de los males de esta terrenal y muchas veces ingrata existencia.

Si tenías quebrantos y dolor de huesos comprometías promesa a San Juan; si la diabetes estragaba tus ojos, los virabas a Santa Lucía; si la erisipela o alguna enfermedad infecciosa te llenaba de pesadumbres, mirabas a San Roque; si anhelabas una buena muerte sin calvarios ni dolores, se lo pedías a San Vicente Ferrer; si algo inexplicable te comenzaba a corroer el paladar y sangrabas cuando comías y ninguna remedio servía de alivio, Santa Rita era el centro de tus fervores; si una noche de tormenta amenazaba con arrastrar la gañanía y las vacas que daban sustento a tu familia, prometías lo que fuera a Santa Bárbara para que la atrocidad parara; si la langosta berberisca asolaba las cosechas como sucedió en 1811, se hacía voto perpetuo a Nuestra Señora de Guía y se sentaba con ello costumbre, herencia y tradición; si en cambio toda tu vida dependía de que el agua cayese sobre los campos yermos rogabas a la Virgen del Pino que pidiese a Dios el agua y le prometías a cambio camino, rezo y limosna.

Era así y en ello no había nada malo. La fe simple, sencilla, que quizá tuviese muchos puntos comunes a la superchería era en realidad lo que reconfortaba el alma y ayudaba en los pasos de la vida.

El que haya pasado alguna vez por Teror en la devastación y el miedo en que hemos vivido el último año habrá podido comprobar la tranquilidad que a todos los que por aquí se acercaban les daba sólo ver a la Imagen del Pino.

Y así sucedía con todos los pueblos, pagos, cortijos con ermita, que tenían por patrono o titular alguna advocación que “llegase” al interior del alma, tenían aseguradas las gentes, limosnas, misas y fiestas. Además de las ferias y todo lo que desde hace siglos se ha movido en torno a la fiesta en Canarias.

¿Y cómo se pagaba lo prometido en el momento de la fatiga y el dolor? Como se ha dicho con rezo, limosna y, sobre todo, camino. Había que caminar, normalmente en silencio y hasta con un poco de mortificación, llegar al lugar y escuchar misa, cumplir el voto y la promesa, hacer fiesta y alegrarse en el sentirse unido a los que convivías a través de todo ello. Y luego volver a tu casa con el alma llena de satisfacción. Y vivías en tranquilidad hasta la siguiente andanada de la vida.

Consciente de la importancia del camino como expresión no sólo de fe sino también como ruta vital y cultural, viví una magnífica experiencia en el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria la noche del 25 de enero de 2017 cuando Isabel Albella Sánchez presentó su libro “El camino de Santiago en Gran Canaria. Mi camino entre volcanes”. Como mínimo me pareció una interesante propuesta turística y en un posterior desarrollo de la misma, el unir el sur de la isla con la capital del norte aborigen a través de antiguas sendas agropecuarias una aportación muy válida a nuevos enfoques del turismo, la cultura y la economía de nuestras islas. El posterior periplo de todo aquello me ha afianzado en esa primera impresión.

El segundo encuentro con Isabel lo tuve casi tres años más tarde en un tramo del camino por ella propuesto. En la Cruz de Tejeda se celebró el 18 de enero de 2020 el “I Festival Tradicional Cultural Canarias y Galicia”. Y allí entre saltos de pastores, silbos, lucha canaria y expresiones de nuestras más profundas tradiciones le propuse que por simple respeto y para conocimiento tanto de los de fuera como los que de aquí pudieran recorrer la senda jacobea por ella propuesta que unía los templos de Tunte y Gáldar a través de la devoción a Santiago Apóstol; contemplase la posibilidad de dar a conocer el camino más antiguo por el que desde el siglo XVI se movían las gentes de mar a cumbre entre otras muchos laboreos y festejos, el pago de las promesas: el secular camino de mar a cumbre que unía la ciudad de Las Palmas con las tierras cumbreras, conocido secularmente como el “Camino de San Lorenzo”. Y empezamos ilusionados a dar pasos para ello y para abrir la posibilidad de la declaración de tal vía como Bien de Interés Cultural. Dos meses más tarde nos confinaron y el camino fue una de las tantas cosas que quedaron pendientes.

Tres vias importantes

En el extraordinario trabajo Los caminos de Gran Canaria de Claudio Moreno Medina se especifica que “los nudos de comunicación en el siglo XVI cobran importancia según su rol en el modelo de explotación azucarera, que es el que rige la configuración del espacio insular. Así, a Las Palmas, el nudo más importante, le siguen los de Guía, Gáldar y Telde; en un tercer nivel los caseríos azucareros de Agaete, Moya, Arucas, Firgas, Agüimes, Tirajana, Santa Brígida y la entidad cerealística de Teror: en cuarto lugar, Tejeda, Tenteniguada, Utiaca, Artenara y otros; La Aldea, aunque núcleo azucarero, no se comporta como un nudo de comunicación” para pasar a describir la senda que nos ocupa como una de las tres vías importantes que partían de la ciudad de Las Palmas, y que son “el primero, el del centro, de por San Roque y se interna en la Cuenca del Guinigüada, convirtiéndose en el eje principal de penetración hacia el centro de la isla, hasta llegar por Tafira y la Cruz del Inglés a la Vega de Santa Brígida. Otro, el de Teror, parte desde la salida del Norte de la ciudad y deja el camino real a Gáldar para, por la Cuesta de la Cancela, descender al Valle de San Lorenzo, desde donde asciende hasta los Altos de San José del Álamo: de allí se dirige hacia Teror”, siendo el tercero el que unía Las Palmas con Las Isletas.

Queda clara la relevancia de la vía, la más larga de las tres, ya que desde Las Palmas no concluía en Teror como se afirma en el texto, sino que al llegar a la Villa se transformaba en la calle de La Herrería, subía hacia Valleseco y de allí tiraba para la cumbre.

Movimientos de defensas de milicianos, transportes de mercancías, asistencias a ferias o romerías a lugares que cobijaban imágenes religiosas tenidas por milagrosas, hasta traer el hielo con el que el obispo y las clases altas de la ciudad de refrescaban en el verano desde los altos Pozos de la Nieve

Marcado por una serie de hitos, destaca el que se refiere al nombre con el que se le conoce y que se inició con el permiso de construcción de la ermita de San Lorenzo en el Lugarejo, concedido por el obispo Francisco Sánchez de Villanueva el 14 de marzo de 1638; a la que seguiría la edificación en 1677 de la ermita de San José del Álamo para descanso, parada y yantar a mitad de jornada de Virgen y acompañamiento en sus bajadas y subidas; y por último, la edificación, a instancia del capitán Juan de Matos, autorizada por el obispo Bernardo de Vicuña y Zuazo a fines de esa centuria, de la ermita dedicada a San Nicolás de Bari en las laderas de la montaña de San Francisco y que es en la actualidad el punto de inicio de este sendero.

De allí seguía hacia el Castillo de San Francisco, el Lomo de Albiturría (hoy Lomo Apolinario) y hacia los campos. Todos los caminos tenían ramales, desviaciones que partiendo de la vía principal llegaban a cualquiera de los pueblos de la isla, cercanos o no.

El ramal de Gáldar partía desde San Lorenzo hacia Tamaraceite y que cogiendo por Tenoya seguía hacia la norteña ciudad.

Pero otros muchos seguían hacia Teror, atravesaban la villa cumpliendo con la Virgen, y continuaban hacia los altos de Valleseco, desde donde cogiendo por los altos de Fontanales, el Lomo del Palo, Hoya de Pineda…también llegaban a Santiago.

El Jacobeo grancanario

Estas rutas de cumplimiento de promesas tenían un hito singular en las dos sedes religiosas que custodiaban imágenes y devociones a Santiago desde el mismo momento de la conquista o anteriores, según algunos textos. En el pasado siglo se celebraron años jubilares en 1909, 1915, 1920, 1926, 1937, 1943, 1948, 1954 y 1965 cuando se marcaría un punto de inflexión en todo lo concerniente a los caminos de Santiago en Gran Canaria, en Canarias y en todos los territorios no europeos. Dicho año por Bula Papal de Pablo VI, se celebró en Gáldar con los mismos privilegios que el de Compostela.

La prensa anunciaba el 1 de julio de aquel año un especial relieve revestía el hecho de que la parroquia de Santiago Apóstol de Gáldar hubiera sido designada para ganar el jubileo del Año Santo por privilegio “concedido por Su Santidad Pablo VI, refrendando y autorizando la solicitud de nuestro obispo, Dr. Pildain y Zapiain, y de la parroquia matriz galdense. Gáldar pues, dentro de nuestra isla, acapara la atención de los católicos grancanarios, especialmente durante este mes de julio…. es pues, una concesión especial la que nos permite a los isleños ganar el Jubileo, sin necesidad de salir de la isla, y de la que, especialmente los galdenses, se muestran gozosos por la iniciativa de nuestro Obispo y de la parroquia galdense.

Cuando en la prensa isleña, se ha sacado a relucir erróneamente, datos que pretenden afirmar la “paternidad” o antigüedad, del Santiago de Tunte sobre el Santiago de los Caballeros de Gáldar, bien está que a título puramente informativo y que sirva a su vez de necesaria y prudente aclaración digamos sin remontarnos a la historia de nuestra isla y de la Real de Agáldar que la Imagen del Santiago de los Caballeros galdense se remonta al año 1483…y de su culto y romería existen también multitud de datos precisos, de los que el reverendo don Santiago Cazorla ha sacado numerosas notas en los archivos parroquiales de Santiago de Gáldar”

A este inicio en el que únicamente Gáldar fue reconocida por tal privilegio fue añadido posteriormente el justo reconocimiento de San Bartolomé de Tirajana, con lo que Gran Canaria puede preciarse, y me consta que desde el Cabildo se tratan ambos lugares hasta en igualdad de aportaciones presupuestaria para esta celebración, de ser el único territorio extraeuropeo con tal preeminencia.

Pese a que no quiero entrar en enfrentamientos inútiles y avalados más por afanes que por datos y que hablar muy mal de los sentimientos presuntamente religiosos de quienes promueven tales discordias; sí he de hacer constar que el segundo jubileo celebrado en Gáldar en 1971 se inició con una sorprendente noticia que diera el por entonces párroco, Agustín Chil y Estévez que anunció que en el Libro I de Mandatos de dicha parroquia constaba que desde el año 1683 ya se celebraba el Año Santo Jacobeo en las tierras galdenses.

Hizo público a través de la prensa que aquel año por concesión de Inocencio XI, siendo obispo de Canarias Bartolomé García Ximénez y párroco de Gáldar el bachiller Francisco Sánchez de Tovar, el documento fechado el 16 de marzo de 1683 decía literalmente según el párroco que García Jiménez había manifestado en el Libro que “Después de haber escrito esta instrucción hemos tenido carta en que se nos anuncia que por ocurrir en este presente año la fiesta del Señor Santiago en Domingo, se gana Jubileo Plenísimo por todos los que visitaren dicha Iglesia de Santiago de la villa de Gáldar, como se gana en Roma en el Año Santo. Por tanto, lo hacemos saber a todos nuestros párrocos para que lo puedan anunciar a sus feligreses por si hubiere alguno de ellos que quieran ir personalmente a ganar dicho jubileo plenísimo”

El que este documento no haya tenido desde su descubrimiento mejor ventura, se debe a que fue tergiversado, ya que se hizo una peculiar interpretación del mismo que, tal como aparece en la fotografía de la izquierda dice así:

“Después de haber escrito esta instrucción hemos tenido carta de la Santa Iglesia de Santiago en que se nos anuncia que por ocurrir en este presente año la fiesta del Señor Santiago en Domingo, se gana el Jubileo Plenísimo por todos los que visitaren dicha Santa Iglesia, como se gana en Roma en el Año Santo. Por tanto, lo hacemos saber a todos nuestros párrocos para que lo puedan anunciar a sus feligreses por si hubiere alguno de ellos que quieran ir personalmente a ganar dicho jubileo plenísimo”

Desde hace 50 años se ha discutido sobre la referencia de si el obispo del siglo XVII avisaba a sus feligreses canarios a que cruzaran el Atlántico a ganar jubileos gallegos o a que podían hacerlo aquí.

No entro en esa controversia. Sólo hago constar la relevancia que el obispo concedió a Gáldar escribiendo el texto en su parroquia y no en otra y a que el mismo debe constar en lugar preeminente del patrimonio documental de la Ciudad de los Caballeros.

Y en cuanto de si a Gáldar o a Tunte, vuelvo al principio de mi escrito: “al que se le deba promesa o al que me quede más cerca”, tal como lleva haciendo el primer teniente de alcalde de Teror, Sergio Nuez, desde que su abuelo hiciera la promesa de si volvía vivo de la Guerra Civil y a los que por ser de Los Arbejales, les quedan más cerca Las Tirajanas; cuyo tramo de La Plata fue arreglado de su abandono gracias a los también terorenses José y Antonio Yánez Melián (cura y secretario municipal respectivamente) que desde la calle de La Herrería donde nacieron (en el camino de mar a cumbre) afincaron en el valle de Tunte y que afirmaban querer con el arreglo facilitar a sus compatriotas de la Villa el poder atravesar todo el camino con más facilidad.

O yo mismo, que al ser de El Palmar siempre escuché de mis mayores lo de “Por Santiago voy a Gáldar y por el Pino a Teror. Por la Candelaria a Moya que es la Patrona Mayor”.

Y tal como me explicó un amigo hace unos días: “A Compostela nunca le ha importado que Roncesvalles presuma; hay caminantes para todos”.

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