El socavón abierto este pasado fin de semana es el sexto agujero que provoca en los últimos quince años la acción del oleaje en la escollera y los muros de la Avenida Marítima, siempre en el mismo tramo el más antiguo de la GC-1, circunstancias a las que se añade la falta de mantenimiento de la infraestructura. Aproximadamente, cada dos años y medio, la marea abre un agujero. Expertos consultados indican que la escollera de la avenida está hecha con bloques. Añaden que cuando vienen las mareas altas y los temporales de fondo, el mar al subir y bajar arrastra toda la arenilla y va descalzando la estructura.

Los técnicos del Cabildo de Gran Canaria plantearon en 2017 la necesidad de reconstruir y ampliar la escollera para evitar un nuevo socavón y el peligro de hundimiento de la calzada de la autovía, como ocurrió en 2018, uno de los incidentes más graves que han tenido lugar en la zona.

En esa ocasión, hubo que cortar dos carriles de la autovía durante cuatro días hasta que se rellenó la gran zanja con enormes dados de hormigón.

El informe de los técnicos, que hablan de la necesidad de realizar primero que nada un análisis del subsuelo mediante técnicas de georadar para detectar los problemas, señala que el muro antiguo de mampostería de canto rodado del paseo sufre «un importante deterioro, llegando en algún momento a desaparecer» su parte exterior.

Consideran que habría que hacer un nuevo muro del paseo, porque el actual «ya ha superado su vida útil». Los técnicos advierten de que los rellenos con hormigón no evitan el riesgo de hundimiento de la calzada.

La zona más afectada de la autovía, por ser la más expuesta al oleaje, es la que está situada entre el kilómetro 1,400 y 2,00. Este tramo tiene una longitud de 600 metros, que además se corresponde con el tramo más antiguo de la autovía.

La primera avería se produjo en 2006. Desde entonces, los hundimientos se suceden cada vez con mayor frecuencia. Los siguientes tuvieron lugar en 2012, 2014 y 2018. El penúltimo se produjo en noviembre de 2019.