«Entre Brujas y Papeles: hechizos al calor de la lumbre» es el título de la próxima visita nocturna que El Museo Canario ha organizado para la noche del 23 de junio dentro del programa Una Noche en El Museo. Se trata de una visita guiada con el objetivo de difundir el rico fondo documental generado por el tribunal de la Inquisición a lo largo de los más de tres siglos que permaneció activo en el archipiélago.

La visita tendrá dos pases, a las 19:00 y a las 20:30 h, y contará con las explicaciones del archivero Fernando Betancor Pérez. Los pases se desarrollarán con todas las garantías de seguridad e higiene. Las plazas son muy limitadas y es necesario inscribirse previamente en la web del museo.

La noche de San Juan está ligada tradicionalmente a la hechicería. En Canarias, durante la Edad Moderna, desde el crepúsculo del día 23 de junio hasta la mañana del día 24 se esperaban prodigiosos acontecimientos en los que la magia se mezclaba con la superstición. Recoger granos de helecho –semillas a las que se les concedía un poder sobrenatural– la madrugada del día de San Juan se convertía en una de las actividades más habituales mediante las que las hechiceras desplegaban todo su conocimiento mágico.

En esta ocasión Catalina Déniz la Polvorina, Felipa de la Cruz, María Borges la Encaramadora y Juana Suárez la Aulaga serán las protagonistas. Eran mujeres con escasos recursos, de baja extracción social y sin instrucción. A ello hay que sumar una forma de vida alejada de las normas establecidas y un cierto grado de desarraigo. Eran poseedoras de un saber que se transmitía de generación en generación, de madres a hijas y de abuelas a nietas. Porque la hechicería era, ante todo, una actividad de mujeres, y como tal, tenía en el ámbito tradicionalmente femenino –la cocina–.

En los «laboratorios» de Catalina Déniz, María Borges, Felipa de la Cruz y Juana Suárez hallaremos hierbas medicinales, vino, aceite, ollas, lebrillos, candilejas y lumbres. Otros ingredientes ajenos a la gastronomía tradicional, como la piedra de ara, el estaño, el plomo, los sesos de asno, las calaveras humanas, el polvo de huesos o la joroba de camello, llenaban también sus alacenas. Con estas sustancias preparaban sus bebedizos, pócimas a través de las que podían hechizar y también liberar hechizos, favorecer el amor, curar enfermedades, atraer la fortuna o forzar las voluntades.

Sin duda alguna, para conocer mejor a estas mujeres y cómo cocinaban sus hechizos es imprescindible la consulta de los testimonios documentales conservados en el archivo de la Inquisición de Canarias, ya que el Santo Oficio fue un órgano judicial que luchó sin descanso contra cualquier comportamiento supersticioso que fuera sospechoso de enmascarar actividades prohibidas. La férrea vigilancia inquisitorial propició que fueran abiertos en Canarias centenares de procesos que tenían el delito de hechicería como motivo central. Son estos documentos los que guardan la memoria de aquellas cuatro mujeres a través de cuyo relato Fernando Betancor repasará uno de los capítulos más extraordinarios de nuestra cultura tradicional.