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Honores y Distinciones

El Instituto Alonso Quesada, la casa del espíritu crítico

El centro recibe la Medalla de Oro de la Ciudad tras 50 años de trayectoria

Antonio González González, director del Instituto de Educación Secundaria Alonso Quesada. | | JOSÉ CARLOS GUERRA

Espíritu crítico. Esa es la dirección que sigue el Instituto de Educación Secundaria Alonso Quesada para formar a sus estudiantes pero también es conocido por acabar a finales de los años 60 con el monopolio educativo de la capital ejercido por el único instituto de enseñanza media que existía esa época, aunque en esos años aún no llevaba el nombre del distinguido poeta capitalino sino que era una Sección Delegada Mixta del Instituto Pérez Galdós arraigada en el barrio obrero de Escaleritas. Es por ello que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha querido este año reconocer su labor con la Medalla de Oro de la Ciudad.

En un descampado de tierra situado en el barranco de La Ballena, donde además se encontraba otro centro, nació el espíritu alonsino que, tras más de cinco décadas, sigue uniendo tanto al alumnado como al profesorado que ha pisado sus instalaciones. Antes de recibir el nombre del poeta el centro «tenía muchas carencias» entre las que destacaba la suspensión de algunas clases cada vez que llovía debido a que sus alrededores se inundaban y el acceso se hacia complicado según reza en la página web del Instituto y dicho por su primera directora, Carmen Díaz.

Fueron varios los nombres que tuvo antes de llamarse Alonso Quesada y es que, tras depender del Pérez Galdós, pasó a llamarse Instituto Nacional de Enseñanzas Media Mixto de Escaleritas aunque la modalidad mixta la tuvo solamente durante un curso porque al siguiente los chicos veían clases por las mañanas y las chicas por las tardes hasta que en 1973 las alumnas fueron trasladadas a un centro en Schamann y finalmente, en 1990, se traslada al lugar en el que está ahora en la Avenida Escaleritas.

Para el director, Antonio González González, que lleva dos años en el puesto y 28 como docente alonsino significa «un orgullo» que la institución recibiera por parte del Ayuntamiento la primera distinción en tantos años de trayectoria por una labor que, a su juicio, es «extraordinaria» y que extiende a todo el profesorado y alumnado que ha pasado por la institución, pero también «es un reconocimiento a la educación pública de Canarias y no solo a nuestro instituto». «Estamos muy orgullosos porque significa muchísimo para nosotros y es un espaldarazo al trabajo que se ha venido haciendo», reiteró González con emoción. También comentó que el Alonso Quesada de 1990 en adelante está lejos de lo que fue en la década de los 70 y es que, tras la lucha del profesorado y alumnado, «se logró construir este edificio muy moderno, con departamentos, laboratorio, canchas e incluso una emisora de radio lo que supuso un esfuerzo muy grande porque el traslado lo hicieron los educadores con los estudiantes».

Llamarle Alonso Quesada surgió porque la directora Carmen Díaz y el claustro acordaron que lo ideal era ponerle el nombre del «escritor modernista al que se le podía dar un mayor reconocimiento y representaba un poco lo que era la clase trabajadora que era el entorno en el que estaba en el instituto. Su hija Amalia vivía justo al lado del edificio en el que estaba el Instituto y estuvo vinculada al centro hasta su fallecimiento», explicó el director.

En sus aulas se gestó el movimiento estudiantil de la Isla porque el instituto empezó a crecer cuando se estaba produciendo el fin de la dictadura y se formaron los sindicatos de estudiantes y asociaciones estudiantiles. «Muchos de los que hoy se dedican a la política salieron de ahí» como el magistrado del Juzgado de Instrucción número 8 de Las Palmas de Gran Canaria, Arcadio Díaz Tejera, el diputado de Sí Podemos en el Parlamento de Canarias Francisco Déniz, el portavoz de Coalición Canaria-Unidos por Gran Canaria Francis Candil y el profesor Sergio Millares. Este último es el historiador del Instituto quién, según González González, «alberga mucho cariño hacia el centro».

El movimiento estudiantil alonsino es «el germen de una conciencia social y política» que ha permanecido por muchísimos años en el Alonso Quesada y la base por la que hoy persiste «la seña de formar personas con espíritu crítico y de crear ciudadanos responsables». Para el director el instituto es «muy activo en consonancia con el crecimiento personal y académico del alumnado» y el «mayor aporte» que ha podido dar el centro a la capital es de carácter académico» ya que «nosotros fuimos por mucho tiempo uno de los pocos institutos que existían en la zona alta y hemos ayudado a familias de un entorno socioeconómico medio-bajo». Por lo que para él ha sido «un éxito sacar promociones de alumnos que hoy en día trabajan y tienen alguna profesión». El aporte más significativo a su juicio es conseguir que los hijos de obreros, parados, empleados sin cualificar y de la clase trabajadora «hayan podido estudiar y que salgan del Instituto enfocados en la Universidad o directamente al mundo laboral. Gente que, a pesar de no tener medios, lo han conseguido y han logrado tener un futuro que también es el nuestro», comentó con gran entusiasmo.

La también llamada escuela de la democracia se encuentra en una revolución tecnológica desde antes de la crisis del coronavirus y con ella tuvo un crecimiento más acelerado de lo previsto y es que ha sido una forma de acercarse aún más al alumnado y que estos se involucren en las actividades del centro porque además les dan la potestad de elegirlas y dirigirlas en base a sostenibilidad, igualdad y temas que estos presenten. De la pandemia también han aprendido a ponerse «las pilas tecnológicamente hablando» y de que entre sus proyectos se encuentre el trabajar la educación con libros y contenidos digitales por lo que esperan que para el próximo año escolar los alumnos estén dotados con ordenadores portátiles y tablets.

También fomentan los podcast y los programas radiales en los que el alumnado participa activamente, una revista escrita por alumnos llamada El Terrero, clases de teatro con el fin de trabajar en ellos la responsabilidad y la expresión oral, entre otras actividades que, si duda, hacen que este centro sea un «referente» de la educación pública en la capital y que genera que año tras año reciba cientos de solicitudes para el ingreso de nuevos alumnos.

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