Lucas Fernández Navarro (1869-1930), geólogo, nació el 3 de enero de 1869 en Guadalajara y falleció el 31 de octubre de 1930 en Madrid. Su muerte fue la consecuencia final de una enfermedad degenerativa, declarada en 1928, que lo condujo a retirarse de su carrera profesional a la edad de 59 años.

Hijo de Inocencio Fernández-Abas y de Luisa Navarro Ibarra, naturales de Madrid y Puebla de Alcocer, pronto mostró interés por las ciencias, influenciado, posiblemente, por la formación de su padre, quien era catedrático de Matemáticas del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Guadalajara (hoy IES Brianda de Mendoza).

Fue en este instituto donde llevó a cabo sus estudios de bachillerato, con calificación de sobresaliente, y donde se graduó en septiembre de 1884. En 1885, con 16 años, se trasladó a Madrid para estudiar la carrera de Ciencias en la Universidad Central (sección de Naturales), licenciándose en julio de 1891. Durante sus estudios universitarios colaboró con el profesor de Cristalografía Francisco Quiroga y Rodríguez (1853-1894), quien en 1879 había ingresado por oposición en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Fruto de esta relación académica, Lucas Fernández entró en contacto, en 1890, con el citado museo como ayudante de Quiroga.

Algunos de sus logros académicos fueron la defensa de su tesis doctoral en 1893, las cátedras por oposición de Historia Natural en el Instituto de Enseñanzas Medias de Linares en 1897 y en el de Almería en 1898 –que permutó por la del Instituto de Soria en 1900–, la cátedra de Cristalografía de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central en 1902, y la de Mineralogía, por acumulación, en la misma facultad en 1911.

A lo largo de su trayectoria laboral, integró numerosas comisiones y recibió un elevado número de premios y distinciones. Entre ellos cabe destacar sus nombramientos como vicepresidente de la Sección de Geología en el IX Congreso Internacional de Hidrología, Climatología y Geología, celebrado en Madrid en 1913; delegado del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes al XIII Congreso Geológico Internacional, celebrado en Bruselas en 1922; y vicepresidente de la Sección de Vulcanología de la Unión Internacional de Geodesia y Geofísica en 1924. En este ámbito sobresale también su elección como individuo de número de la Real Academia de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1923, y como presidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural en 1927.

Entre sus numerosas expediciones científicas por España y el extranjero se incluyeron viajes de exploración a las islas Canarias, que se iniciaron en 1906, al desplazarse a la isla de El Hierro, y continuaron en 1909 y entre 1916 y 1926, años en los que visitó las islas de Tenerife, La Palma, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. En la actualidad, y como reconocimiento a su labor investigadora en este territorio insular, es considerado el primer geólogo español que estudió de forma sistemática los volcanes de este archipiélago.

Fruto de estos viajes de estudio a Canarias nació una relación entre Lucas Fernández Navarro y El Museo Canario. Esta institución se había fundado en 1879 con el objetivo de impulsar las ciencias, las letras y las artes en general, lo cual derivó en la formación de diversos fondos de materiales –arqueológico, paleontológico, documental, etc.– entre los que destacaba, en aquel entonces, la Colección de Rocas y Minerales –hasta tal punto que su primera clasificación había sido realizada por el geólogo Salvador Calderón y Arana (1853-1911), nombrado socio honorario de El Museo Canario en 1879–.

Esta asociación entre el particular y la entidad fue breve pero enriquecedora para el centro museístico. Así, Lucas Fernández donó, en enero de 1924, una colección clasificada de rocas de Gran Canaria y del Teide, y normalizó y reclasificó, entre agosto de 1925 y 1926, el Gabinete de Mineralogía y Petrografía. Por su parte, El Museo Canario nombró socio honorario al geólogo en febrero de 1924, y con posterioridad agasajó a los congresistas del XIV Congreso Geológico Internacional, celebrado en Madrid en mayo de 1926, que se habían desplazado a Gran Canaria, además de a Tenerife y La Palma, en vísperas de la convención. Esta expedición estuvo encabezada por Lucas Fernández como miembro de su junta organizadora.

Hasta tal punto nuestro geólogo fue una persona apreciada por esta entidad que, tras su muerte acontecida en octubre de 1930, El Museo Canario instó al ayuntamiento a dedicarle una calle como personaje relevante, y en 1932 la sala de exposición dedicada a la mineralogía y la petrografía pasó a denominarse Sala Fernández Navarro.