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Honores y Distinciones
Lisandro Hernández Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria

Lisandro Hernández: «La idea de ser sede del Mundial fue el gran salto de calidad del CB Gran Canaria»

El arquitecto y ex presidente del Club Baloncesto Gran Canaria, Lisandro Hernández, el viernes en su estudio. | | ANDRÉS CRUZ

Lisandro Hernández (Las Palmas de Gran Canaria, 1953) es arquitecto de profesión, pero desde niño vivió una pasión que ha marcado el resto de su vida: el baloncesto. Tras jugar en su juventud junto a la comunidad claretiana en el que sería el embrión del Club Baloncesto Gran Canaria, logró ser presidente del equipo de 1990 a 2010. Este 23 de junio será reconocido como Hijo Predilecto de la ciudad que le vio nacer y crecer.

¿Cómo ha recibido el ser reconocido como Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria?

Creo que es un reconocimiento de muchísima gente. A un amplio número de niños que fuimos creciendo entorno a un colegio. Corazón de María inicialmente y Claret a posteriori. Que con la ayuda de esa comunidad claretiana y con la del sacerdote Antonio Domínguez fuimos creando el embrión del baloncesto de hoy; durante muchísimos años crecimos, participamos en competiciones. Después cada uno fue cogiendo sus diferentes líneas de vida.

Estuvo dos décadas al frente del Club Baloncesto Gran Canaria, ¿Cómo llegó hasta allí?

La figura del mundo del baloncesto José Moriana decidió dar un paso al costado y me pidió, yo ya estaba de vicepresidente con él, que siguiera con la idea de hacer crecer el Club Baloncesto Gran Canaria. Visto a posteriori, fueron 20 años de trabajo con un gran grupo de empresarios, clase política, jugadores y entrenadores, que hemos puesto el granito de arena para llegar a donde lo hemos hecho. Ser un símbolo de Gran Canaria a través de este deporte.

¿Cómo fueron esos 20 años al frente del Club?

Han sido mi vida. Aparte de los momentos difíciles, porque fueron los años de consolidación del Club del que hoy podemos estar dignamente orgullosos. Fue complicado convencer a la sociedad que este sería un vínculo de promoción de Gran Canaria. No hay que escatimar la ayuda de todas las instituciones, pero sin lugar a dudas la figura del Cabildo Insular ha sido trascendental y determinante para que el Gran Canaria sea lo que hoy día constituye en nuestra sociedad.

El Club pasó de ser un equipo semiprofesional a estar consolidado en la Liga ACB.

Fueron años difíciles. Todo se basaba en unos números un tanto utópicos para poder enfrentarte a cada temporada. También teníamos un gran elenco profesional dentro del Club que permitía obtener recursos y jugadores en base a los recursos disponibles. Pasito a pasito fue consolidándose el apoyo social. Todos fueron aportando y los que estuvimos al frente de la directiva pusimos nuestra imaginación y riesgo, que también lo hubo en determinados momentos. Hasta dar el paso importante junto con la Unión Deportiva cuando nos hicimos sociedad anónima deportiva. Ese fue el gran salto de calidad y a partir de ahí la consolidación absoluta del Club en la Liga ACB y en la Isla.

Jugó un papel importante el crecimiento de la afición. ¿El baloncesto ha logrado hacerse un hueco en una sociedad amante del fútbol?

La sociedad de Gran Canaria siempre ha sido de fútbol. Yo mismo fui directivo de la Unión Deportiva Las Palmas muchos años como herencia de mi padre. Los que vivimos el baloncesto desde pequeñitos entendimos que podía ser una oportunidad que una ciudad tan populosa como esta tuviera otras actividades. Nos empeñamos. El apoyo de la afición ha sido fundamental para el crecimiento del Club. Si no hubiera habido ese calor humano que se creó entorno al Centro Insular de Deportes, que fue la gran bombonera de nuestro equipo; esa afición hizo que el Mundial de Baloncesto llegara y es la que hizo que hoy tengamos esa maravillosa instalación que en España prácticamente la tenemos nosotros y pocos más, el Gran Canaria Arena.

¿Da vértigo ese salto?

Ha sido abismal. De ver cómo empezábamos cuando íbamos a buscar el dinero de puerta en puerta a ver la organización que hoy tiene el Club. Además, el gran salto de calidad que se dio del Centro Insular al Gran Canaria Arena, fue el crecimiento natural que una institución deportiva debe tener para conseguir los mayores niveles. Que se consiguieron, no solo estando de una manera fija y estable en la liga ACB, si no incluso haber jugado en la Euroliga que eso fue un sueño inolvidable para todos nosotros.

¿Le quedó alguna meta?

Dentro de la humildad de nuestro Club en ese proceso de crecimiento se fueron consiguiendo hitos. Como puede ser llegar a la Copa del Rey, play offs. Creo que ese fue el éxito del Club, no llenarnos la boca por conseguir cosas que eran imposibles en aquellos momentos. Nos fuimos estabilizando, mejorando, incluso creo que fuimos espejo de muchos clubs para seguir ellos el mismo proceso que nosotros.

Entonces, aficionado al baloncesto desde pequeño.

Fui practicante del minibasket cuando empezó este deporte en Gran Canaria con ocho o nueve años. Hoy día seguimos jugando como buenos veteranos. Un grupo de amigos de toda la vida que nos seguimos reuniendo, formamos parte de la asociación de antiguos jugadores del Claret Corazón de María. Nos es un orgullo ver que la palabra del colegio ha quedado ligada a la Isla y a la ciudad a través del Club.

¿Sigue yendo a la cancha?

Últimamente no por temas profesionales, pero hay un grupo de amigos que siguen yendo a las canchas de la Vega de San José.

¿Le habría gustado llegar más lejos como jugador?

En el equipo llegamos hasta categoría senior, incluso fuimos a competiciones de España pero los niveles que habían aquí eran muy primigenios. Aún así representamos a Gran Canaria en muchos campeonatos juveniles. Y bueno, ya me habría gustado medir dos metros pero mido escasamente 1,70 y eso es difícil de superar. Me hubiera encantado profesionalizarme, hubiera sido el sueño de mi vida. Tuve el placer de compartir camiseta con dos grandes jugadores, Carmelo Cabrera y el fallecido Rodríguez Estedul.

¿Cómo ve la afición?

Este Club es lo que es por su afición. Si no fuese por el apoyo constante de ese grupo de personas. Empezamos 500 y fuimos creciendo, llegamos a colmatar el Centro Insular. Aquello fue el principio del cambio, no podíamos mantener un espectáculo de ACB en una cancha de 4.000 personas, la idea que se nos ocurrió de intentar ser una de las sede del Mundial de Baloncesto fue el gran salto de calidad del Club.

¿Cómo ve el Club hoy día?

Muy bien, está súper consolidado. El propietario es el Cabildo al que hay que agradecérselo de una manera infinita.

Finalmente optó por la arquitectura.

Al principio compaginé los estudios con seguir compitiendo con mis amigos. Las cosas fueron rodando bien, no tuve incompatibilidades para decidirme por una cosa o por otra. Ahora somos un grupo de tres arquitectos y hemos estado juntos desde que salimos de la carrera. Hemos tenido suerte con el desarrollo de la ciudad y la Isla. Hemos ido en esa marea.

Ganaron el concurso para la estación del tren en San Telmo.

Esa es una ilusión estancada. El Cabildo lo sigue teniendo ahí a un lado, pero son inversiones de un valor tremendo. En el Sur también hemos hecho hitos en el ámbito turístico que nos llenan de satisfacción. Estamos ahí detrás, sin alardes, sin protagonismo.

¿Pudo compaginar bien el Club con el estudio?

Ahí hay que darle un agradecimiento enorme a mis dos compañeros. Sabían de mi ilusión deportiva. Fue divertido, cuando eres joven tienes tiempo para todo. Le dedicaba todas las horas del mundo a los dos mundos.

¿Cómo ve el futuro de la ciudad en sus dos ámbitos?

El baloncesto es un elemento ya enraizado en Gran Canaria. Todo dependerá del cariño y la dedicación que pongan los administradores y quien gestione el Club. Y la ciudad, sin duda, se ha convertido en un top 5 de España, por nuestra situación y la calidad profesional entre nuestros compañeros del mundo de la arquitectura. Hay un futuro prometedor. La ciudad se hace más peatonal y con más calidad de vida.

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