Un fino observador y paseante agudo nos remite imágenes sobre la figura esquelética de los tarahales (a la altura de La Cícer) de la Playa de Las Canteras, que han sido trasquilados sin compasión por Parques y Jardines. El viento les ha dado una inclinación simpática, pero andan flojos de frondosidad y sin ánimo de ir más allá bajo un clima salino. Se pregunta el curioso sobre la posibilidad de que adquieran un mejor porte, no sabe si con algún complejo vitamínico o con una regada más a la semana. Ya tienen sus años y merecen redondear el ciclo de la vida, aunque el ecosistema de Las Canteras no suele ofrecer cesiones en lo que se refiere a la supervivencia de la vegetación.

“¿A quién se le ocurre plantar pinos y tan feos?” se pregunta el ciudadano durante su paseo por la avenida de Las Canteras. “¡Vaya imagen!”, se queja.