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Los feriantes de San Telmo lamentan que su beneficio es mínimo en su vuelta

El Ayuntamiento organiza un mercadillo estival tras 16 meses sin ingresos para los puestos

Feriantes y puesteros en San Telmo

Feriantes y puesteros en San Telmo La Provincia

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Feriantes y puesteros en San Telmo Christian Afonso

Pese a las elevadas temperaturas que se han vivido este domingo en San Telmo, muchas familias han decidido llevar a los más pequeños a pasar una jornada diferente y al aire libre en el parque, donde hay instalados algunos puestos de comida y golosinas, así como algunas atracciones. Una balsa salvavidas en medio del océano embravecido que han sido los últimos 16 meses por culpa de la pandemia de Covid-19, que ha dejado en la estacada a todos ellos, sin ferias ni fiestas que celebrarse por las medidas sanitarias.

Por este motivo, han visto con muy buenos ojos y una gran alegría la posibilidad que les ha dado el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria de poder desarrollar su actividad estos meses estivales en el parque capitalino, en donde suelen instalarse en época navideña. Pese a las complicaciones y las nuevas normativas sanitarias a las que se han tenido que adaptar, los feriantes han sabido habituarse sin grandes problemas, pero muchos de ellos han lamentado que, si bien agradecen que el Consistorio capitalino les permita pasar estos meses en San Telmo, no creen que vayan a conseguir sacar muchos beneficios. Uno de ellos ha comentado que, aunque ha habido algo de actividad en estas dos primeras semanas que llevan operando, no cree que vaya a haber "mucho movimiento porque la gente suele irse de verano a las playas y demás". "No tengo mucha esperanza, sinceramente", ha rematado.

Por su parte, Tomás lleva cuatro décadas como feriante, y hasta este último año había estado en activo durante todos los meses que han transcurrido en estas cuatro décadas. Junto a su mujer Antonia, y tras un último año y medio muy duro en el que tuvieron que pedir ayuda a sus descendientes, ven con cierta felicidad regresar para volver a facturar, pero las cosas no han ido del todo bien por el momento. De hecho, sus jornadas son maratonianas, de hasta 12 horas, pero terminan consiguiendo únicamente entre 25 y 30 euros de ingresos brutos al día. "Gracias a que el Ayuntamiento se ha portado bien y no ha cobrado tasas, ni luz, porque si no...", ha destacado este veterano, quien también ha matizado que, si siguen viniendo pese a estar por encima de la edad de jubilación, es "por necesidad", sobre todo porque las fiestas y celebraciones en el norte, donde desarrollan su actividad, se ha visto interrumpida.

«Trabajamos todo el día para conseguir solo 25 o 30 euros en bruto», asegura Tomás, un puestero

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Tanto Tomás como otro de los puesteros de San Telmo tienen claro que otro problema es que son muchos, "y no conseguimos hacer nada de caja, no sacamos lo suficiente para poder cubrir los gastos". En la actualidad, son una decena de puestos por todo el parque -el Ayuntamiento estipuló que no superaran los 15 en ningún momento-, que se encargan de vender productos como castañas, golosinas, buñuelos, cotillones, turrones artesanos, bebidas no alcohólicas, roscas, globos, juguetes, perritos, algodón de azúcar, creps, almendras garrapiñadas, chocolates o helados. Todo ello en un horario entre las 9:30 y las 21:30 horas, de lunes a domingo. Aunque muchos de ellos, en la práctica, solo abren por las tardes, cuando hay más movimiento y presencia de personas en el parque. Y seguirán ahí hasta septiembre, si la situación sanitaria no se complica más.

Por su parte, Jennifer Pérez Santana, una de las monitoras de Atracciones Santana, se ha congratulado con la aceptación que han tenido por parte de la población. «Estamos contentos con el comienzo, hemos retomado la actividad y la gente ha sido paciente y amable pese a todos los protocolos de desinfección que debemos realizar entre viaje y viaje», ha explicado la joven, que este domingo se ha despedido del parque capitalino para continuar con su ruta normal antes de la Covid-19, que le llevará por Lanzarote junto con el resto de su familia, toda ella trabajadora en esta empresa de ocio.

Un domingo más en el que muchos siguen peleando por subsistir, en una actividad que, sin fiestas, celebraciones o ferias, se ha visto en un cero absoluto durante muchos meses, en los que la pandemia ha impedido desarrollar eventos multitudinarios. Solo esperan que la veleta cambie de dirección pronto y, por fin, sople el viento a favor.

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