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Hoy y siempre, José Puche estará en Las Rehoyas

Un mural del líder vecinal le recordará en el barrio, por la que tanto luchó hasta su muerte

Toni Farías (dcha.) y el autor del mural, Sabotaje al Montaje (izq.), junto al mural casi terminado en honor a José Puche José Carlos Guerra

José Puche siempre lo dio todo por su barrio, Las Rehoyas, sin pedir nada a cambio y con un profundo amor por sus vecinos. Desde este fin de semana, un mural le recuerda en una fachada.

Con gran emoción y como si de unas fiestas patronales se tratase, el barrio de Las Rehoyas celebra este fin de semana un sentido homenaje a uno de sus vecinos más ilustres. José Puche fue alguien muy querido por las personas que le conocieron -prácticamente todas las que residen en el vecindario- y su figura quedará para los anales de la historia por su dedicación en cuerpo y alma para ayudar a los demás, a quienes más lo necesitaban, sin pedir nada a cambio. Por ello, la fachada lateral del edificio con el que colinda el club Los Arapiles, en la calle Virgen de la Paloma, luce desde el viernes un mural de gran formato que recordará al líder vecinal y uno de sus mensajes más repetidos: «Hoy y siempre». Porque así era él, alguien con el que se podía contar en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia. 

El mural es trabajo del artista grancanario conocido como Sabotaje al Montaje, quien se involucró desde el minuto uno con esta iniciativa, la cual partió desde los propios vecinos y amigos de José Puche, con especial implicación de Gabi Bouza. La obra muestra al líder vecinal en una de sus últimas instantáneas antes de morir en diciembre pasado, acompañado de su célebre cita, «Hoy y siempre», y de siete estrellas con los colores de la bandera canaria para simbolizar el gran amor que sentía por su tierra y por su gente. Lo hizo empleando una escala de grises y sobre un fondo igualmente gris neutro, después que la empresa Panac preparara la fachada, saneándola y dándole esa capa de pintura base. Todo ello gracias al empuje y dedicación de un grupo de personas y a la implicación de gran parte de los habitantes del barrio, en una recolecta que recaudó los fondos que fueron necesarios para llevarlo a cabo. 

De hecho, ese amor y respeto por el homenajeado era algo que sentía Sabotaje al Montaje mientras realizaba estos días el mural y se le acercaban numerosas personas a interesarse por su trabajo y a ensalzar la figura del protagonista de la obra. «Estuvo en muchas acciones y asociaciones, sobre todo ayudando mucho a los jóvenes del barrio a desarrollarse y hacer actividades», comenta tras calificar de «increíble» ese sentir tan generalizado que le han transmitido. No hay persona que viva en Las Rehoyas que no conozca, de alguna u otra forma, la figura de Puche, sempiterna y única, y cuyo legado continuará indeleble entre los suyos. 

Incombustible, este vecino siempre estuvo dispuesto a ayudar a quienes más lo necesitaban

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Su hermano Alberto, visiblemente emocionado -y también algo desbordado por la cantidad de muestras de cariño recibidas estos días-, se muestra encantado con el resultado del homenaje que él, junto con otras personas de Las Rehoyas que querían mucho a su pariente, le decidieron hacer a título póstumo. Puche murió en diciembre de forma inesperada, y solo unos días después de despedirle para siempre, alguien puso sobre la mesa la posibilidad de hacer algo para que jamás se olvidara quién fue y lo que hizo por su gente. «Aunque él desde el cielo debe de estar enfadado con nosotros», admite con una sonrisa en la cara, mientras el resto de sus aliados asienten a su alrededor. Una actitud, la de estar siempre ayudando desde un segundo plano, que le acompañó hasta el último día de su vida, y que daba una sobrada muestra de cómo era este gran hombre y hasta dónde llegaba su altruismo hacia quienes no lo estaban pasando tan bien. 

Una vez se decidió que, efectivamente, se realizaría este homenaje, se pusieron en contacto a través de las redes sociales con Sabotaje al Montaje, quien ya había realizado obras de estas características en otros lugares y que se mostró desde un primer momento proclive a llevarla a cabo. Tras lo cual se inició el periodo para recaudar el dinero, disponiendo varias huchas en distintos puntos del barrio y con una lista en el propio club Los Arapiles en la que la gente se apuntaba para dejar la cantidad que estaba en sus posibilidades y sumarse de esta forma a la causa. Mientras, se realizaba todo el papeleo burocrático que requería la administración para los permisos de ocupación de calle, de horarios de trabajo y demás, algo que, reconoce Alberto Puche, les costó bastante trabajo.

Y, tras conseguir el dinero suficiente, fueron ellos mismos los que compraron las pinturas, alquilaron la grúa para que el artista pudiera realizar su obra y organizaron todo para que el resultado final fuera el mejor posible. Todo ello sin contar con el apoyo económico de ninguna institución ni empresa, algo que es de destacar según el propio Sabotaje al Montaje: «El mural es el resultado final de todo ese proceso de lucha, de la gente poniendo euros para llegar a esto». 

Ese barrio volcado fue el que impulsó al artista en su obra. Antes de reunirse con los promotores del mural en torno a enero o febrero, no conocía la figura de José Puche y su legado, pero tras saber los detalles de lo que había sido su vida, tuvo claro qué enfoque quería darle y cómo es que plasmaría ese sentimiento arraigado. Y lo hizo, según explica, a través de los ojos de Puche: «Su mirada refleja esa bondad y amor a su comunidad del que hacía gala y con el que le recuerda todo el mundo». Un resultado que deja sin palabras a todo el que pasa por delante y con un nudo en la garganta a quienes le conocían más. Su hermano Alberto asegura que pareciera «que pusieron una fotografía de él en la pared». 

Asociacionismo

Uno de sus grandes amigos, Toni Farías, resalta esa bondad «natal» que tenía su compañero de vida, y que le salía del pecho sin pedir nunca nada a cambio. «Era una persona con la que no había que estar detrás de ella, era el primero en apuntarse a todo», asegura sentado a una mesa en el mítico club Los Arapiles del barrio capitalino, del que Puche fue vicepresidente durante décadas. Allí, todos le evocan con especial cariño y consideración porque siempre se preocupó por hacer actividades, implicar a los vecinos en ellas y pelear por las mejoras que necesitaba el vecindario. La última de ellas, en plena Covid, fue hacer frente a la falta de recursos de muchas familias que perdieron sus ingresos por la crisis socioeconómica, llegando a crear un banco de alimentos que ayudó a 40 de ellas con medicamentos, comida o incluso en el pago de facturas.

Además, y pese a no estar afectado de forma directa por la enfermedad, se sumó a su hermano como vicepresidente de Adigran, la Asociación para la Diabetes de Gran Canaria, ya que su sobrino padecía glucosuria y quiso ayudarle, como siempre hizo con tantas causas y personas. Alberto rememora con emoción cómo José se fue tras de sí en esta aventura sin siquiera pedírselo, por voluntad propia y amor por ayudar. También fue coordinador del grupo de jóvenes cristianos y estuvo muy vinculado con la iglesia del barrio en acciones eclesiásticas y de beneficencia, así como en las comisiones de fiestas y en asociaciones vecinales. Todo colectivo social de Las Rehoyas llegó a contar entre sus integrantes con este incombustible vecino.

El autor, Sabotaje al Montaje, quiso captar su bondad y cariño por los demás a través de la mirada

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Además, también era un asiduo en las reuniones que el Consistorio capitalino viene manteniendo con los vecinos de Las Rehoyas para informar y contar con su participación en el plan de reposición del barrio, el famoso ARRU que pretende construir 2.500 nuevas viviendas de las promociones sociales que se hicieron en la zona en la década de 1960. Interlocutor de la mayoría de estos vecinos, le admiraban y conocían en muchos círculos por esa garra y ese afán por mejorar la vida de quienes le rodeaban. «Hoy y siempre», José Puche estará muy presente en las calles que le vieron nacer.

Parque Juan Alemán Cáceres

Esta misma semana, e Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria rendía otro homenaje a otro histórico líder vecinal de la ciudad, esta vez del barrio de La Paterna. El incansable Juan Alemán Cáceres, que desde los años 70 guerrea por hacer un barrio mejor, será recordado al denominarse con su nombre el nuevo parque urbano que el Consistorio construyó en el popular vecindario, en el que también habrá un mural con su imagen y nombre. Aunque el reconocimiento a él sí le llegó en vida y, muy emocionado, agradeció el gesto ante el alcalde, Augusto Hidalgo, al tiempo que aseguró que su intención nunca fue la de ser recordado ni honrado, sino la de dejar en las calles que tanto ama, «un legado que permita continuar con las demandas que aún no ha conseguido solventar». Alemán Cáceres fue definido como un ejemplo para la nueva camada de «jóvenes activistas sociales» por los vecinos por los que dio su vida con humildad en décadas de trabajo por y para la comunidad. | C. A. S.

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