Son las 12 de la mañana y el cielo está cubierto; la panza de burro, omnipresente en los veranos de Las Palmas de Gran Canaria, amenaza una tímida lluvia que puede hacer acto de presencia en cualquier momento. Son las 12 de la mañana y la vida en el Muelle Deportivo de la capital transcurre como cualquier otro día del año y entre pantalán y pantalán, asoma la popa de un velero más colorido de lo habitual. No es que esté pintado de colores chillones, no. El Olli, que es como se llama la embarcación, tiene todo un jardín flotante a bordo, por lo que las plantas sobresalen y llaman la atención en la distancia.
Richard Clements llega a su pantalán después de dar una vuelta. Irlandés, jubilado, lleva ocho años dedicado a la vida en la mar. Ríe cuando le preguntan por el jardín flotante del Olli. «Vengan», casualidades de la vida, su esposa Colette Roberts, británica, es la encargada de esa maraña de macetas con albahaca, helechos, cintas, pimientos, fresas y hasta tomates que pueblan media cubierta del barco -un velero con 10 metros de eslora-.
«Aquí el clima es muy bueno para las plantas», cuenta este profesor retirado bajo una sonrisa casi permanente. Y es que, aunque la panza de burro amenace con alguna tímida gota sobre sus cabezas, el tiempo durante todo el año en Las Palmas de Gran Canaria nada tiene que ver con el de las islas Británicas. «Estamos muy bien aquí, vivimos en el barco la mayor parte del tiempo y viajamos a diferentes lugares», explica acompañado de la juguetona Lady, su perra.
Colette sale del camarote con una amplia sonrisa. «Me paso el día cuidando de las plantas, es algo muy placentero», cuenta esta trabajadora social retirada. El jardín a bordo que tiene en el Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria luce «fantástico», resalta, los tomates y los pimientos, de un rojo intenso, son más bien pequeños, pero en este caso el tamaño, no importa. «Son muy frescos, notas el sabor en la boca», resalta ella, «no tienen nada que ver con los de un supermercado, son mucho mejores».
Colette y Richard disfrutan de la vida en el mar rodeados de pimientos, fresas, tomates y flores. En el improvisado «jardín», tal y como lo llaman ellos mismos, la albahaca aporta un suave aroma al ambiente cuando se levanta una brisa de aire. Las macetas del huerto -más bien garrafas de agua cortadas por la mitad y rellenas de tierra- están dispuestas por buena parte de la cubierta, mientras que las flores más vistosas -orquídeas, entre otras- están en la parte trasera del barco. Y es que la jardinería es todo un arte y pasión en el Reino Unido.
El nombre del barco, 'Olli', es un acrónimo del inglés, 'One life live it', o lo que es lo mismo, "una vida, vívela"
El Olli lleva ya 15 años en activo, cuentan. El nombre con el que bautizaron a la embarcación es realmente un acrónimo de las siglas -en inglés-: One life live it (Olli), o lo que es lo mismo «una vida, vívela». Sin duda, un reflejo de la filosofía de vida que pretenden seguir. Y es que a bordo de este velero han realizado múltiples travesías de largo recorrido por el Atlántico. «Nos gusta pasar temporadas en Miami, Florida», señala Richard. Aunque, además, han estado en otras zonas del Caribe y también en las costas del sur de Estados Unidos, en aguas del golfo de México.
«Hemos estado en todas las islas Canarias», indican ambos, aunque terminan por rectificar y, tras enumerarlas todas, recordar que les falta El Hierro. «La tenemos pendiente», apuntan. Incluso, han estado varias veces en La Graciosa. Pero, de todos los lugares que han visitado en el Archipiélago, prefieren, sin duda, la capital grancanaria. «En el sur, por ejemplo, hace demasiado calor, demasiado sol, y eso no es bueno para las plantas», añade Colette. «Aquí estamos en una ciudad, lo tenemos todo y hay muy buena gente alrededor».
"Este es un pantalán muy sociable, aquí todos nos conocemos y hacemos vida juntos", indican
Porque, si algo destaca de la capital grancanaria, además de su benigno clima, es su gente. Precisamente, cuando viajan por mar están seguros de dejar a buen recaudo a sus pequeñas. «Cuando embarcamos y navegamos se las dejamos a la vecina para que ella las cuide», comenta Colette, mientras saluda desde la distancia a su amiga y vecina, quien vive en el barco que está atracado justo frente al suyo en el mismo pantalán. Otra británica amante de las plantas -al igual que este matrimonio, sobre la cubierta tiene unas cuantas macetas con flores, aunque en menor cantidad-. «Este es un pantalán muy sociable», señala Richard, «aquí todos nos conocemos, hacemos vida juntos, pequeñas fiestas, ya es como si fuéramos una familia».
En septiembre les tocará viajar de vuelta a Liverpool (Reino Unido), ciudad natal de Colette, para pasar allí una pequeña temporada. Richard irá a ponerse la segunda dosis de la vacuna contra la Covid, indican, «también queremos pasar un tiempo con los nietos», añaden. Y es que esta pareja sabe cuidar de los suyos.
No obstante, a pesar de que han vivido a bordo del Olli en puertos de Irlanda y el Reino Unido, su intención es pasar la mayor parte del tiempo en Canarias, «los motivos son evidentes», recalcan. «Estamos tramitando la residencia, es un proceso muy largo desde que se produjo el brexit», comenta Colette resignada. Mientras tanto, seguirá regando y cuidando los tomates y pimientos más frescos y jugosos del Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria.
