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El bingo del domingo en El Confital

Familias disfrutan del descanso en la playa «más tranquila» de la capital con la casa a cuestas

Tiempo en El Confital (22/08/21)

Tiempo en El Confital (22/08/21) LP/DLP

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Tiempo en El Confital (22/08/21) Christian Afonso

El sol acompañado de un mayor fresco que en días anteriores hizo que muchas familias, grupos de amigos y algunas personas solitarias cogieran sus bártulos, hicieran la comida y llevaran la casa a cuestas para acercarse a primera línea de costa ayer en la capital grancanaria. Concretamente, El Confital, que suele ser una playa tranquila a la que van sobre todo isleteros, se llenó de visitantes en una estampa típica veraniega. Querida en el barrio por su ambiente más familiar, mucha gente decide llevarse a sus parientes para desconectar de la semana de trabajo jugando a las cartas, al dominó o, incluso, al bingo en su sesión de domingo. Toda excusa es buena para pasar un buen rato y echarse unas risas en compañía.

A primera hora de la tarde, cuando muchos preparaban las mesas para almorzar, el goteo de vehículos que llegaban hasta un ya abarrotado aparcamiento era constante. El Confital bullía actividad, también en las pequeñas calas que hay antes de llegar al arenal en sí, y dondequiera que se mirara, se encontraba a alguien disfrutando del buen tiempo. Desde amantes de la pesca a forofos del esnórquel, pasando por aquellas que se deleitaban con una amena lectura mientras tomaban el sol en las pasarelas de madera o de piedra dispuestas en el litoral. También es habitual en esta zona la presencia de caravanistas que pasan todo el día con «el chiringuito» montado en sus furgonetas camperizadas o autocaravanas, acostumbrados a llegar muy temprano y que posiblemente serán de los últimos en marcharse. 

Uno de ellos era la familia Rodríguez, llegada de distintos puntos de la ciudad, pero fiel siempre al Confital, al que acuden religiosamente semana tras semana, si bien solo el tío Mingo es residente en La Isleta. «Son más los que vienen de por aquí que los de fuera», aseguraron mientras preparaban la mesa con el pollo asado con papas que compraron «porque nos tomamos el día de relax total», dijeron entre risas. Los tres picos de la corona para estos parientes son las vistas únicas que ofrece este enclave de la capital de toda la costa norte de Gran Canaria, la limpieza de la playa y la tranquilidad que tiene para poder desenchufar el estrés del trabajo al menos por un día. «Es una playa familiar y eso se nota, porque no esté ese típico ‘chunda, chunda’ de otros lugares de más trasiego», apuntaron. 

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Verano en El Confital Juan Castro

Tras llenar el estómago, esta familia tenía la intención de sacar los cartones y jugar al bingo, siempre que el viento se lo permitiera: «Ya me ha roto tres sombrillas hoy», lamentó una de las miembros del clan. Entre cifras, y con los pequeños disfrutando en las tranquilas aguas del Atlántico, el día se hace más ameno antes de tener que regresar hoy al trabajo. Y es que el carácter familiar de la playa es lo que hace que muchos padres con sus hijos se decanten por El Confital en lugar de ir a otros lugares más masificados o de corrientes más peligrosas.

Es el caso de las familias Martín y Santana, amigas de toda la vida y también residentes en el barrio de La Isleta. «Es una tradición, solemos venir siempre que haga sol para remojarnos, y si está el tiempo malo, pues ya nos entretenemos con otras cosas, como el bingo», explicó una de las matriarcas. Como ayer el clima era benigno, las actividades fueron otras: la pesca deportiva para los mayores y el esnórquel y los juguetes de arena para los más pequeños. «Este es un buen sitio para que los niños jueguen y corran por todos lados», admitió el padre de uno de ellos, que agregó que suelen situarse siempre en la misma zona de la playa, precisamente porque es donde más arena hay, algo que disfrutan mucho. 

Mucha gente gozaba del buen tiempo haciendo actividades en el mar como pescar, nadar o el esnórquel

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Entre carrera y carrera, y con las manos llenas de arena después de erigir un castillo infranqueable, uno de los chicos se acercó a su padre para que le diera de comer. Ayer tocó hamburguesa casera acompañada de unos piscolabis y bebidas. Habitualmente, reconocieron, suelen preparar algo desde casa y evitan comprar comida, salvo los aperitivos y aquello con lo que mojan la garganta. Además, al quedarles «a mano» y ser tan tranquila, es un lugar idóneo para pasar un domingo de risas y charlas, y en el que mantener ocupados al aire libre a los niños.

Isleteros de pura cepa son también los Rodríguez, otra de esas familias que se unen cada domingo en la bahía capitalina «para echarse unas risas y contar cómo ha ido la semana». Su Confital no lo cambian por nada, si acaso un día en el que haga muy mal tiempo por una escapada esporádica al Sur, y aún así les costaría dejar de ir a su peregrinación dominguera habitual. Pero claro, «al final lo importante es pasarlo en buena compañía y desconectar». Una idea cumbre que se repite en la mayoría de bañistas que se dispersan a lo largo de toda la línea de costa de la Isla en jornadas como la de ayer. También ellos se trajeron el bingo para echarse unos cartones, aunque en su bolsa de playa también cupieron una baraja de cartas y el dominó que prometen horas de ocio.

Los Rodríguez, como suele ocurrir en estas playas tan familiares en el que casi todos se conocen, tienen su «propia parcela» agenciada, un lugar, cerca del paseo peatonal que sube hacia el barrio, en el que instalaron una carpa y varias sillas con sus respectivas mesas, como el salón de sus casas pero con unas vistas a la bahía de Las Canteras y al litoral norte envidiables. Entre risas, todos ellos aseguraron que su lugar no se lo quita nadie, pero que no pasaría nada si algún día se lo encuentran ocupado por otra gente.

Respeto al entorno

Todas estas personas, asiduas como son al Confital, son muy conscientes del frágil equilibrio que mantiene el ecosistema de este mágico lugar de la capital grancanario, protegido por su biodiversidad. «Nosotros lo cuidamos porque sabemos que este paraíso tiene que mantenerse intacto, y que es un regalo de la naturaleza que nos permita estar aquí», comentó un miembro del clan de Los Martín. Los Rodríguez isleteros, por su parte, suelen dejar la playa «más limpia cuando es hora de irse que al llegar». Hasta el punto que los limpiadores suelen dejarles una bolsa de basura para la próxima vez que vayan, ya que saben que recogerán cualquier residuo que se les ponga por delante.

«Lo cuidamos porque sabemos que este paraíso tiene que mantenerse intacto», aseguran las familias

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Para los Rodríguez caravanistas, conocer el significado del Confital es «muy importante», y eso es algo que conocen muy bien los que nacieron y crecieron en La Isleta, que siempre han tenido este vergel a tiro de piedra. «Cada vez viene más gente, y ello se debe en gran parte a que han arreglado la carretera de acceso», puntualizó uno de ellos. La imagen ayer de la gran explanada que sirve como aparcamiento en la playa lo atestiguaba, con decenas de vehículos que dejaban muy pocos huecos para estacionar. Por ello, tanto ellos como el resto de familias lamentaron que esta afluencia cada vez mayor podría poner en peligro esta zona de la bahía capitalina, «ya que no todos tienen la misma conciencia». 

En cualquier caso, el ambiente animado de ayer daba un toque alegre a la playa, en una estampa propia del verano, siempre que el clima dé una tregua. Aunque El Confital siempre será de los isleteros, cada vez se abre más al disfrute de muchas personas que llegan desde toda la ciudad y toda la Isla.

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