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Los otros cascos históricos | Tafira (IV)

Tafira, de la vid a la casa de veraneo

El casco histórico de Tafira Alta conserva a ambos lados de la Carretera del Centro varias joyas arquitectónicas e históricas

En primer término, ‘Villa Leonor’, convertida en una Casa Emblemática de cara al turismo; justo encima la Casa Márquez, de Miguel Martín Fernández de la Torre, ambas en la Carretera del Centro. | | ANDRÉS CRUZ

Tafira estaba repleta de viñedos y otros cultivos a principios del siglo XIX; décadas después, las mansiones de las familias ricas de la capital, muchas de ellas de indianos, poblaron un barrio cuyo arteria principal es la Carretera del Centro hasta llegar a su corazón, la plaza de la iglesia de la Concepción.

«Tafira está sobre la carretera del centro a 375 metros sobre el nivel del mar en muy fértil y pintoresca campiña». El periodista tinerfeño Juan de la Puerta Canseco retrata así el pago de Tafira en su Descripción geográfica de las Islas Canarias, publicada en 1897. Por ese entonces, esta localidad era un alto en el camino que unía Las Palmas de Gran Canaria con las vegas de Santa Brígida y San Mateo. Un pueblo de jornaleros y labradores que ya empezaba a destacar como lugar de retiro para las clases pudientes de la capital. De hecho, el también pedagogo señala en su obra la existencia de varios hoteles y conexión telefónica con la ciudad, esto último, algo poco habitual para la época. Con la mejora de las comunicaciones por carretera las segundas residencias se convirtieron en la vivienda principal; pero a pesar de los cambios y del abandono del campo, Tafira Alta conserva un destacado casco histórico.

Las primeras alusiones conocidas a Tafira, según los expertos, datan del año 1531, cuando una orden oficial habla de la zona como de «guarda de ganado». Pero, si hay una actividad que ha caracterizado a lo largo de la historia al barrio y sus inmediaciones esa ha sido la vid, con los siete lagares como máximo exponente, entre otras prensadoras de vino y bodega mayormente desaparecidas. «Las familias ricas de la capital lograron que toda la zona fuera, poco a poco, parcelada en predios de explotación [agrícola]», señala el historiador Javier Campos en su libro La parroquia de Tafira. Esta localidad de las medianías bajas llegó a ser un lugar reconocido por la calidad de los productos que se cultivaban en sus huertas. Los repartos de tierra y, posteriormente la desamortización de Mendizábal (1836), favorecieron la transformación del Monte Lentiscal en una zona de cultivo «exigiendo así una mano de obra estable y numerosa», añade. Esto propiciaría la creación de la parroquia que sería el corazón del barrio de Tafira Alta.

La Carretera del Centro es la arteria principal de Tafira y la vía que ha definido el crecimiento del barrio. En la parte alta, alrededor de la conocida como Cruz del Inglés -por ser este el lugar donde las milicias canarias derrotaron al holandés Pieter Van der Does y su tropa, a quienes confundieron con ingleses, en 1599-, se desarrollan una serie de mansiones de estilos eclécticos, modernistas y racionalistas de las primeras décadas del siglo XX, muchas de ellas de gente que hizo fortuna en América. Justo enfrente de este hito histórico, destaca la mansión de Las Pérez, del arquitecto Fernando Navarro y construida en 1920. Con sus torreones y ventanales, está rodeada por un gran jardín esquinero.

Antiguo acueducto de Tafira. Andrés Cruz

Carretera abajo, sobresale Villa María, de Fernando Navarro; fue construida en 1921 y destaca por su estilo andaluz-arabesco. La Casa Sintes y la Casa Márquez, ambas de Miguel Martín Fernández de la Torre, de estilo racionalista y construidas entre 1929 y 1930; la Casa Avellaneda, de Rafael Massanet, del año 1926 y con una amplia galería porticada; o Villa Leonor, también de este último arquitecto, presenta un gran torreón además de una «composición pintoresca», según el Catálogo de Patrimonio municipal, -hoy día es un establecimiento turístico-.

El núcleo más antiguo de Tafira discurre por debajo del cruce de la Carretera del Centro con la GC-800 en dirección a Marzagán, donde la parada de taxis. Cuesta abajo, se suceden las casas terreras a ambos lados de la calle; la mayoría son del siglo XIX y en sus patios traseros algunas conservan auténticas reliquias, es el caso del lagar de Esperanza López, imposible de observar desde el exterior y protegido por la Fedac. La visita prosigue así hasta la plaza de Tafira Alta, que con su amplia escalinata en tres niveles está presidida por la iglesia de la Concepción.

La parroquia de Tafira nació en 1847 -Tafira Baja no se segregaría hasta 1943- y abarcaba en aquel entonces los barrios de San Cristóbal, Marzagán o La Calzada, entre otros. En un primer momento los fieles utilizaron la vieja ermita de esta última localidad -hoy prácticamente desaparecida-, según resalta Javier Campos en su libro; las obras del templo actual comenzaron en 1849 y culminaron casi dos décadas después con una sencilla fachada de estilo neoclásico. El arquitecto Fernando Navarro llegó a diseñar en 1905 una torre asimilable a la de la iglesia del Pino del Puerto, pero el proyecto no vio la luz por la oposición vecinal. En el interior, destaca el retablo mayor, de estilo barroco y de principios del siglo XVIII; proviene del desaparecido convento de San Bernardo del barrio de Triana.

Iglesia de la Concepción, del siglo XIX. Andrés Cruz

Ya en dirección Las Palmas, una casa señorial anterior a 1800 tuvo su punto álgido en las primeras décadas del siglo XX, cuando acogió la Pensión Esperanza -el antes conocido como Hotel Lentiscal-. Las leyendas de espionaje y conspiraciones durante la II República, la Guerra Civil y la II Guerra Mundial han envuelto la memoria histórica de este lugar. Otros recuerdan el carácter liberal del establecimiento, pues se podían pedir habitaciones por hora y no llegaban a hacer registro de entrada. Toca retroceder hasta la inmediaciones de la plaza y subir por la calle Párroco Bartolomé Hernández, con edificios de distintas épocas y varios callejones empedrados: el del Portillón y el de la Cantonera.

La casa de la Cantonera

El callejón de la Cantonera brilla por sí mismo. Está jalonado por una casa amarilla de dos plantas construida a finales del siglo XIX. Conocida como «la Casa de la Cantonera», en la parte baja está la vieja cantonera donde se distribuían las aguas provenientes de los chorros de San Mateo a través de acequias y acueductos; la sala está flanqueada por columnas de cantería y hoy día no es visible desde el exterior pues se han tapiado los huecos entre los pilares. Parte de las aguas posteriormente continuaban a una gran estanque trasero. Mientras, en la planta superior, cubierta por tejas de cerámica, vivía la familia del encargado de mantener el lugar.

El callejón conserva varios edificios pintorescos. En la esquina contraria a la Cantonera hay una casa de dos plantas de finales del XIX donde se rodó parte de la película Mararía (1998). Mientras, calle adentro destaca la casa donde vive la escultura Ana Benítez, con varias de sus obras en los parterres de la entrada; estas son de hierro forjado y están dedicadas a la infancia. Justo después, los curiosos se encontrarán a simple vista con otra cantonera centenaria, que en este caso llevaba el agua al estanque de la familia Toledo.

Callejón de la Cantonera. Andrés Cruz

Este camino prosigue hasta Los Frailes, un viejo monasterio dominico cuyos orígenes se remontan a los repartos de tierra en los tiempos de la Conquista. El edificio fue reconvertido en hotel por un general británico a comienzos del siglo XX, cuando el comercio con inglés propició la proliferación del turismo en esta zona de la Isla. Tras casi un siglo de popularidad fue abandonado en los 90; hoy día es posible ver sus ruinas desde el final del callejón de la Cantonera.

Toca volver atrás, hasta Párroco Bartolomé, para encontrar de frente el antiguo molino y acueducto de Tafira. Esta infraestructura hidráulica está «muy bien conservada», según el catálogo de la Fedac; fue construido en el siglo XIX para llevar las aguas de San Mateo hasta el contiguo molino, hoy restaurado como Casa de la Cultura. Este último edificio data de 1821 y en él empleaban el agua proveniente de la montaña para moler los cereales y hacer el gofio; dejó de funcionar en la década de los 70.

La parroquia de Tafira nació en 1847 e incluía los barrios de Marzagán y La Calzada, entre otros

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Sobre la actual plaza del acueducto había casas rurales hoy desaparecidas; en cambio, destaca a un lado el frente de la finca de Las Magnolias, en la calle del mismo nombre. El magnate escocés Thomas Miller compró esta amplia casona de estilo canario a su llegada a la Isla; la misma sirvió como refugio de su familia durante una de las epidemias de cólera que asoló a Las Palmas de Gran Canaria a mediados del siglo XIX. Desgraciadamente, su esposa y sus hijos fallecieron contagiados.

Y es que la insalubridad de la ciudad -sin apenas red de saneamiento y con los muertos enterrados junto a las iglesias o en el interior de las mismas hasta inicios del siglo XIX- propició que las familias pudientes de la capital acostumbraran a huir al campo más cercano, a Tafira. La localidad se convirtió en un auténtico refugio durante las epidemias de 1836 y de 1851; entonces había una hora de camino en carruaje desde Vegueta. De ahí viene el aire aristocrático de sus viviendas.

CEIP Adela Santana

Hasta el colegio de primaria del barrio, el CEIP Adela Santana en la calle Magnolias, está protegido por Patrimonio. El inmueble, de la década de los años 20, destaca por sus elementos decorativos, con tejas modernistas y azulejos cuyos originales fueron de la factoría de Manuel Campos, quien tenía unos almacenes de telas en Triana. Precisamente, en el cruce donde esta calle se convierte en el Camino a los Lagares se encuentran en la bajada a Marzagán los chalets de Campos, una serie de adosados diseñados por Eduardo Laforet en 1924 por encargo del comerciante y empresario.

Pasado este cruce, frente a la clínica Bandama -situada en la Casa Navarro Soler, de 1924 y de estilo pintoresco-, está la Casa de Campos. Se trata de un palacete situado en un solar que los herederos de Juana de Llarena y Westerling, marquesa de Acialcázar, vendieron a Rosendo Ramos en 1898. Empleado de la naviera Elder, construyó el que sería el Hotel Victoria; para después venderla en 1919 a Manuel Campos. Este, a su vez, lo vende al Cabildo en 1951, en tiempos de Matías Vega, para convertirse así en un internado de las monjas Oblatas para niñas desfavorecidas. Una institución que desaparece en los 90. El caserón ha sido pasto de los ocupas, han robado los marcos de puertas y ventanas y está muy deteriorado. Para volver a la parada de taxis desde el frontis de esta mansión en ruinas basta con pillar la calle de La Tornera -en referencia a una finca histórica de la zona- hasta el cruce con la Carretera del Centro.

Otros lugares de interés

Cultura del vino

Los siete lagares

  • El patio de los Siete Lagares, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por el Gobierno de Canarias, es el mejor ejemplo de lo que llegó a ser un cultivo crucial en la economía de la Isla. El lugar, situado en el Camino a los Lagares, en Tafira Alta, tiene sus orígenes en el siglo XVIII y durante casi 200 años sus elementos prensaron las uvas para extraer el vino. El más destacado está techado, conocido como ‘DelDiezmo’, perteneció a la familia de los marqueses de Acialcázar, a cuya mansión de 1812 se accede desde aquí.

Un alto en el camino

Tafira Baja

  • La parroquia de Tafira Baja nace en 1953, pero esta localidad, un alto en el camino tras ascender desde los lomos de San Roque de la capital, nace mucho antes. En la zona de Pico Viento existen varias viviendas antiguas protegidas por Patrimonio, algunas del siglo XVIII. Siempre en los márgenes de la Carretera del Centro, ya en los alrededores del Campos de la Universidad hay varios edificios neoclásicos del cambio de siglo; además, en este punto destaca el Seminario Conciliar, obra de Secundino Suazo fue inaugurado en 1959.

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