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Tribuna de opinión

Violencia callejera en la Concejalía de Distrito de Vegueta

Intervención nocturna de agentes de la Policía Local en las calles de Vegueta. La Provincia

Un nuevo brote de violencia callejera, derivada del abuso del alcohol y de otras sustancias, ocurrido durante las noches del pasado fin de semana en las calles del casco histórico de Vegueta, sembró la alarma entre los vecinos y puso de manifiesto las carencias y ausencia de gestión municipal para garantizar la convivencia pacífica de los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria.

Intentos de agresión a un vecino, carreras, puertas de viviendas destrozadas, rotura de cristales de casas y despachos profesionales, orines en las puertas, gritos y peleas, es la lamentable vuelta a la normalidad (no nueva) en el barrio, que sufre todavía un problema generado por las distintas autoridades municipales del PP y del PSOE desde principio de este siglo, pues promocionaron la conversión de una zona residencial con un patrimonio histórico extraordinario en una zona de ocio nocturno sin control.

Esa irresponsable configuración de Vegueta fomentada desde el Ayuntamiento, en la que unos pocos obtienen un beneficio económico desorbitado, a costa de poner en riesgo el patrimonio histórico de la ciudad y de Canarias, de la calidad de vida de numerosos vecinos y, desde luego violando sus derechos básicos: libre circulación, silencio, descanso, con el consiguiente deterioro de una paz que es muy necesaria en estos momentos para que todos podamos superar de la mejor manera posible el trauma de la COVID-19.

Aunque durante los mandatos del alcalde Juan José Cardona y del actual, Augusto Hidalgo, hubo muy tímidos intentos de paliar la situación, nunca se adoptaron medidas realmente eficaces para recuperar la tranquilidad en el barrio. Actualmente, el titular de la Concejalía de Distrito de Vegueta no logra tampoco solucionar los desaguisados que vienen de tiempos de Josefa Luzardo y Jerónimo Saavedra.

Además de las decisiones que se puedan arbitrar desde el ámbito de la actuación de la Policía Local, cuyos mandos nos animan a expresar su incapacidad en los medios de comunicación al manifestarse desbordados (lo que tendrá que aclarar la autoridad responsable), las soluciones para restituir los derechos a los vecinos y salvaguardar el patrimonio histórico son bastante evidentes: poner coto a los botellones en el barrio, y controlar los establecimientos de bebidas de la calle de Mendizábal y La Pelota.

Ignoramos si la Policía Local y los GOIA llegaron con tanto retraso después de múltiples llamadas al 112 porque están desbordados, no sabemos si es una excusa de los policías, y aunque pensamos que realmente nos decían la verdad, al tratarse de un servicio público esencial, es necesario verificarlo y aclarar su funcionamiento para la tranquilidad de todos los ciudadanos de Las Palmas de Gran Canaria.

Hay una gran concentración de bares y de restaurantes en las calles de Mendizábal y de La Pelota que cuando llega el momento de hacer caja se convierten en barras de bebidas callejeras sin control y sin escrúpulos, en donde últimamente se concentran más jóvenes, que luego ocupan la plaza de las Academias Municipales, que se usa como territorio de botellón tolerado por la Concejalía de Distrito de Vegueta, pese a estar junto a la residencia de ancianos de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. Todo ello en un barrio que no está preparado ni es el lugar adecuado para macrofiestas semanales.

Esa gran concentración sin control es la causa de todos los problemas y alguien tendrá que remediarlos, pues está claro que en los establecimientos de la plaza de Santa Ana y de Espíritu Santo la situación es completamente distinta, pues no abusan del aforo y cumplen los horarios.

A los perjuicios permanentes que se crean a los vecinos, se añade el que está en riesgo un patrimonio cultural e histórico incalculable si se deja el barrio a merced del vandalismo, un pésimo reclamo turístico, así como un considerable problema para los inversores en la nueva planta hotelera y extrahotelera del barrio, cuando sus clientes compartan con nosotros el deterioro de la calidad de vida que sufrimos, o no puedan salir a la calle por asco o miedo a ser agredidos.

Todos somos conscientes de que hay cambios en el clima de la sociedad y por eso la Concejalía de Distrito de Vegueta y los grupos municipales deberían tomar especial interés en evitar situaciones que generen una crispación innecesaria en la vida ciudadana y pongan en riesgo el patrimonio histórico y cultural, pues cualquier día nos podemos ver con un irreparable disgusto porque un vecino o vecina del barrio perdió la calma y tuvo la mala idea de solucionar el problema por su cuenta con resultados nefastos.

Según la Policía Local, la única salida para que se solucione el problema y nos hagan caso son los medios de comunicación, recomendación que agradecemos, aunque da idea de hasta qué punto han perdido su capacidad de controlar el orden público en la ciudad, que ahora depende de la capacidad de los vecinos de perturbar la imagen de sus dirigentes políticos en los medios de comunicación.

Al tratarse de un problema que va más allá de la vida vecinal, con riesgo para el patrimonio histórico de la ciudad y de Canarias, agradeceremos propuestas de solución Y, desde luego, señor alcalde, asuma sus responsabilidades y devuelva la convivencia pacífica a este barrio de la ciudad.

Finalmente, también instamos al Diputado del Común de Canarias y a sus Adjuntos a interesarse por este asunto, quedando constancia pública de nuestra queja por el mal funcionamiento de la Concejalía de Distrito de Vegueta del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, incapaz en veinte años de resolver un problema reiteradamente denunciado.

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