El modernismo brilla en Malteses. Cordial abre su segundo hotel en la zona Triana y Vegueta en un palacete de 1916 totalmente reformado y rehabilitado, el cual destaca por su decoración.
La vieja mansión de la familia Benjumea vuelve a relucir. Pilastras de mármol o lámparas de alabastro son algunos de los elementos que conforman la rica decoración interior de un edificio construido en 1916 en la trasera del Gabinete Literario. Con un marcado estilo modernista de inspiración catalana, según los expertos, este palacete, situado en el número 20 de la calle Malteses de Las Palmas de Gran Canaria, languideció durante años hasta su rescate y posterior restauración. El grupo Martel, propietarios del inmueble, y la cadena Cordial procedieron este viernes a dar por inaugurado el Cordial Malteses, el segundo de los cinco hoteles boutique que la cadena de capital canario tiene previsto abrir en la ciudad.
La capital estaba este viernes de estreno. Si en la zona Puerto el THe Lumm recibía a sus primeros huéspedes junto al parque Santa Catalina, el Cordial Malteses hacía lo propio en la zona Triana. Este hotel boutique consta de 27 habitaciones con diseños diferenciados entre sí y adaptadas a las antiguas estancias del palacete modernista original. Y es que los arquitectos Vicente Boissier y Fernando Briganty han preservado en el proceso de restauración toda la esencia de este estilo tan característico de principios del siglo XX, el cual es posible palparlo en prácticamente cada una de las estancias, pasillos y rincones del nuevo establecimiento.
El cuarto de juegos de los niños, el salón de fumar o la cocina se han transformado en habitaciones del hotel
La recepción del hotel da a la peatonal calle Doctor Rafael González, «la entrada principal del palacete originalmente era por Malteses, pero la disposición de la escalera y la necesidad de preservarla hacían imposible colocarla allí», explica Alejandro Pérez, director de operaciones del grupo Martel. Esta zona del edificio fue en tiempos de sus antiguos dueños un garaje, y colindaba con el espacio del servicio doméstico, por lo que se ha aprovechado para colocar allí el ascensor, entre otros elementos.
Pero, basta con dar un paso más allá para descubrir un inmueble histórico cargado de detalles y rincones. De hecho, cuenta con un grado de protección ambiental dentro del Plan Especial de Protección (PEP) de Triana y Vegueta, en cuya ficha destaca una fachada -la de Malteses- «de gran carga ornamental con motivos florales», además del lucernario de la escalera principal.
Y es que la antigua entrada destaca por sus ladrillos ornamentales florales, el forjado de la barandilla -con pilastras de mármol-, las lámparas de alabastro, los suelos hidráulicos o en madera tallada y los cristales tintados de ventanas y claraboya. Desde aquí se accede a las habitaciones y más concretamente a la suite principal, la cual fue en otro tiempo salón de la casa, con vistas al Gabinete Literario. En esta, el baño forma un cubo en mitad de la estancia, «para respetar así la decoración de las paredes», indica Pérez.
También han sido convertidas en habitaciones lo que en otro tiempo fue la cocina, el cuarto de juego de los niños -en este caso con motivos infantiles en las molduras-, el salón de fumar o la estancia donde vivió la última señora de la casa. Todas con una decoración diferenciada en paredes, puertas y especialmente en los techos, iluminados con luces led para realzarlos. Nueve kilómetros de fibra óptica hacen funcionar la última tecnología en un edificio centenario, resalta Pérez.
Las habitaciones giran entorno al patio donde se sirven los desayunos de los huéspedes y en la azotea habrá un gastrobar abierto al público general a partir de noviembre. Inicialmente, el hotel iba a inaugurarse en marzo del año pasado, pero la cuarentena primero y la situación pandémica el resto del año han retrasado este momento, hasta ahora, que es cuando han visto «mejora» en el mercado turístico, aclara Pérez.
