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Dos años de tristeza

Raúl García no ve a su primogénito desde que decidió separarse de su mujer quien lo acusó de violencia machista, de la que fue absuelto

Raúl Garcia, el joven al que no le dejan ver a su hijo. | José Carlos Guerra

Raúl García, de 31 años , lleva ya dos sin ver a su hijo nacido en 2019. Tras separarse de su pareja a los cuatro meses del nacimiento delbebé, ella lo denunció por violencia de género. Finalmente logró la absolución pero sigue sin poder acercarse a su pequeño, algo que le tiene desconsolado.

Dos años lleva Raúl García sin poder ver a su pequeño hijo, lo que ha hecho que le invada la tristeza y su voz se quiebre cuando habla de él. El pasado seis de julio el Juzgado de Primera Instancia número 3 de Las Palmas de Gran Canaria dictó un auto en el que especifica que él «tendrá el derecho y la obligación de relacionarse y comunicarse con su hijo menor de edad de la forma en la que acuerde la madre, procurando ambos progenitores que se garantice el interés y bienestar del mismo», todo esto a través del Centro de Orientación Familiar (COF).

Este documento también acuerda como medidas provisionales que «la patria potestad sobre el menor, continuará ejerciéndose de modo conjunto por ambos progenitores». Además de establecer que «la unidad familiar se someterá a terapia psicológica en el COF, orientada a dar comienzo a la relación paternofilial (padre e hijo), como a rebajar el nivel de conflictividad entre los progenitores. Los técnicos del COF durante el transcurso de su terapia podrán proponer el régimen de visitas entre padre e hijo en la forma que consideren más ajustado a la situación del menor y su evolución, siempre que le fuere beneficioso». Sin embargo, hasta ahora Raúl García no ha tenido noticia alguna del centro por lo que tampoco ha podido ver a su hijo aunque el auto reseñe que desde el COF se pondrán en contacto con ambas partes para establecer una primera entrevista.

El hijo de Raúl nació el 28 de febrero de 2019, para ese momento la relación, según cuenta, no iba muy bien. El pequeño nace pero su expareja lo registra sólo con los apellidos maternos y sin que el padre tuviese conocimiento alguno ya que le insistía para ir al Registro Civil pero ella le contestaba que «no era importante». Él por «miedo» a que su exmujer no le dejase ver al menor decide seguir viviendo con ella hasta que pasan cuatro meses y le insiste nuevamente con que deben registrar al niño y toma la decisión de irse de la casa el 16 de julio de 2019.

Con la asesoría de un abogado, Raúl García interpuso una demanda de filiación parental pese al «temor» que sentía de que ella le prohibiera ver al menor. Tras hacerlo comienza su peor pesadilla y es que «cuando ella recibe la notificación, me denuncia por maltrato». El 3 de septiembre de 2019 recibe la llamada del Cuerpo Nacional de Policía donde le dicen que debe acudir a comisaría. Una vez se persona es detenido porque su expareja le había denunciado por violencia de género. «Dijo que había sido maltratada psicológicamente, que había recibido palizas en la barriga -estando embarazada- y a partir de ahí yo dejo de ver al niño», cuenta con desconsuelo.

Raúl García fue absuelto de los cargos de malos tratos continuados, lesiones, vejaciones y amenazas que le imputaba la acusación particular en representación de su expareja. Cinco años era la petición de condena que le solicitaban, sin embargo, el Ministerio Público solicitó la absolución durante el juicio en su contra en el Juzgado de lo Penal número 5 de Las Palmas de Gran Canaria. En la sentencia se considera probado que Raúl y su expareja mantuvieron una relación sentimental hasta julio de 2019 y que fruto de esa relación nació un hijo al que ella «inscribió con sus apellidos». Asimismo, pone de manifiesto que no queda acreditado que Raúl, durante la relación y tras la ruptura, «le profiriera expresiones vejatorias e intimidatorias, ni que la agrediera». Tampoco quedó probado que «ejerciera un control y seguimiento» sobre su ex.

«Quién me devuelve el tiempo perdido, las primeras palabras que dijo y no escuché», dice con desconsuelo

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La jueza no ve acreditado que el joven golpease en la barriga a la madre de su hijo cuando estaba embarazada para que perdiese el bebé tal y como ella lo denunció. Además, para la magistrada «resulta palmaria la mala relación entre las partes y la profunda enemistad existente -como suele ser habitual entre las parejas- una vez que se produce la ruptura. Y más en este caso en el que el encausado interpuso una demanda de reclamación de filiación». Las agresiones que supuestamente sufrió la exmujer «no vienen avaladas por ningún parte médico, ni siquiera los que dice tener de Urgencias cuando», supuestamente, Raúl le propinó dos o tres palizas durante el embarazo. Algo que según la magistrada «no resulta lógico y causa gran extrañeza».

Pese a ser absuelto de estos delitos y al auto por el que se decreta que él tiene derecho a ver a su hijo, nada ha cambiado a su favor. «Estoy esperando que el COF me llame, supuestamente lo harían entre el 1 y 2 de septiembre, pero no se han comunicado conmigo, ni nada. He ido varias veces y sólo me dicen que tengo que esperar», explica al tiempo que añade que ya tiene dos años esperando por ver a su primogénito.

«En mi casa tengo los regalos de Reyes del año pasado, los del cumpleaños y ahí están. En mi coche está montada la silla de bebés porque supuestamente en septiembre iba a poder ver a mi hijo», lamenta a la vez que reclama que «a mí quién me devuelve el tiempo perdido, las primeras palabras que dijo y no pude escuchar, sus primeros pasos», narra con los ojos llorosos. Ya el niño tiene el apellido de su padre aunque de primero lleva el de la madre porque él prefirió evitar otros conflictos con su expareja y destaca que siempre ha pagado la manutención. Raúl reseña que ha podido intentar estar con su niño pero tiene temor a que después de estar con él y con ella «-porque tiene que estar presente-, su ex se vaya a comisaría a inventar otra historia». «Ahora vienen las Navidades y me voy a comer otras sin él, no creo que el COF haga la gestión este año», lamenta mientras cuenta esto como un grito desesperado con el que pide justicia.

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