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La capital recibe a más de 1.000 británicos con libertad de movimiento

El buque Celebrity Silhoutte abre la temporada de cruceros sin los ‘grupos burbuja’ | Los comerciantes y restauradores celebran la vuelta de los cruceristas

El crucero Celebrity Silhoutte al fondo, junto a la pasarela que da acceso al centro comercial El Muelle. | | JOSE CARLOS GUERRA

Un total de 1.141 británicos pasearon ayer por la capital tras arribar con el buque Celebrity Silhoutte, que abrió la temporada de cruceros en la Isla -desde octubre hasta abril del próximo año-, en el puerto de Santa Catalina. Es la primera vez que un navío procedente del Reino Unido llega hasta el Archipiélago en año y medio, pero además la particularidad es que los turistas tienen por fin total libertad de movimientos desde que se se iniciase la pandemia por coronavirus.

Hasta el momento estaban limitados por los grupos burbuja y obligados a subir a una guagua nada más salir del barco para recorrer puntos concretos; ahora, aunque deben cumplir con las restricciones marcadas por el Gobierno de Canarias, han podido organizar su tiempo como han querido.

Los extranjeros se sienten seguros y alaban que en la Isla se respeten las medidas de seguridad

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«La verdad es que paseando por la ciudad nos hemos sentido muy seguros», confiesa Catherine Butterworth, una de las turistas británicas que visitó ayer la capital. Acompañada de sus padres y su marido visitó el mercadillo dominical de Santa Catalina, en donde efectuó algunas compras. «Había bastante gente, pero me ha sorprendido que se cumplían todas las medidas de seguridad; la gente mantenía el distanciamiento entre unos y otros», asegura con admiración, pues señala que en su país la mayoría de ciudadanos no toma precauciones para evitar contagiarse o contagiar del covid.

«Ahora mismo creo que tenemos restricciones parecidas a las que hay aquí; la mascarilla no es obligatoria salvo que tengas que entrar en un espacio cerrado, por eso no es común encontrar gente que la lleve por la calle» aseguran Mark y Christine Dalton, un matrimonio procedente de la ciudad de Birmingham. «Igualmente debemos decir que ni siquiera cuando era obligatorio la gente se la ponía, todo el mundo se lo tomaba con mucha calma», confiesa, afirmando que las medidas en las islas le parecen de lo más correctas porque considera que el control es necesario para seguir frenando la propagación del virus.

Un grupo de británicos que llegaron en el crucero paseando por Las Canteras. | | JOSE CARLOS GUERRA

Para embarcarse en su viaje, los pasajeros tenían que entregar como condición una prueba que certificase que no sufrían el coronavirus y, de igual manera, deberán volver a realizarse otro test antes de su regreso a casa para contar con la certeza de que no se han contagiado durante su viaje. «En el barco estamos siguiendo todas las instrucciones; debemos llevar la mascarilla puesta en todas las zonas comunes. Notamos que todos los que han efectuado el viaje están cumpliendo», añaden los Dalton.

La libertad de movimientos de estos turistas supone un gran alivio para muchos comerciantes y restauradores de la zona del puerto, que han visto mermada su actividad en los últimos 18 meses. «Se nota muchísimo, nos lo tomamos con mucha alegría», expresa emocionada Yumera Fleitas, empleada de la cafetería La venta de Sonza. «Aunque la verdad es que durante los fines de semana se ve bastante movimiento por aquí, ahora con la llegada de los extranjeros se ha notado un cambio considerable: han estado todas la mañana viniendo sin parar», explica ilusionada.

El inicio de la temporada supone además la apertura de tiendas en la jornada del domingo con la intención de aprovechar precisamente la llegada de los británicos y recuperar ventas. En la tienda de souvenirs Kactus, ubicada a principios de la calle Luis Morote, percibieron sobre el mediodía una gran afluencia de personas extranjeras. «No sé si serían cruceristas o no, pero la verdad es que en un momento concreto de la mañana entraron un buen número de turistas a mirar los productos», asegura mientras atiende a una británica, que le pide un pequeño cactus como recuerdo. Por otra parte, desde la empresa Green trip, que efectúan rutas turísticas con vehículos de tres ruedas, aseveran que muchos de los cruceristas han aprovechado su libertad de movimientos para dar una vuelta con sus triciclos de motor.

«Llegamos a la Isla sobre las siete de la mañana, así que aprovechamos para desayunar por la zona», explica Ian Connoly-Mckie, que sobre la una de la tarde se quitaba la arena de los pies sentado en un banco del paseo de Las Canteras. «Aprovechamos para venir a la playa un rato, antes de ir a comer de nuevo al barco; nos ha parecido que esta es la isla más bonita de las que hemos ido en Canarias, de verdad», afirma a su lado Ann Peers, otra de las británicas.

Los cruceristas salieron desde el puerto de Southhampton el pasado lunes. El barco efectuó una escala en Vigo el miércoles para finalmente poner rumbo hacia las Canarias, llegando al puerto de Arrecife en Lanzarote el viernes. El sábado visitaron la capital de Tenerife y finalmente ayer pasaron el día en Las Palmas de Gran Canaria, principalmente por los alrededores del muelle -Santa Catalina, Las Canteras y Mesa y López-. Sobre las cuatro de la tarde de la tarde volvieron a salir, esta vez en dirección a Cádiz antes de volver hacia a Inglaterra.

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