Las Palmas de Gran Canaria tiene entre manos grandes proyectos que pueden apuntalar su papel como referente urbano singular en un momento en el que las ciudades están marcando la hoja de ruta del desarrollo humano. Durante el foro Prensa Ibérica en Canarias que se celebró ayer por la mañana en el hotel Santa Catalina, el alcalde de la capital grancanaria, Augusto Hidalgo, describió las líneas maestras del plan que su equipo de gobierno ha puesto en práctica durante los últimos seis años a través de 800 obras que suponen «un salto hacia adelante para lograr una prosperidad compartida».
El alcalde apuesta por construir y rehabilitar como doble fórmula contra la desigualdad
Iniciativas como la transformación de la plaza de España, la construcción de la pasarela Onda Atlántica o la ejecución de casi una decena de nuevos parques de ocio y deportivos suponen, de acuerdo con el alcalde, «ejemplos de una metamorfosis de futuro que en estos momentos toma cuerpo en la ciudad». Hidalgo enumeró estas y otras obras, como las nuevas dotaciones de La Cícer o el frente marítimo, a modo de referencias del modelo de ciudad que ha guiado al Ayuntamiento en su último ciclo, aunque sobre todas ellas destacó la capacidad transformadora de la MetroGuagua.
«Cuando hablamos de inclusión pensamos en el transporte, porque cuando estamos bien comunicados se distribuye mejor el conocimiento, el trabajo y la ayuda», indicó. Por ese motivo, las obras del BRT «no solo significan movilidad, sino también transformación del tejido urbano». Zonas como Mesa y López, Galicia o Luis Doreste Silva ahora son peatonales o han ganado arboleda y grandes zonas verdes, además de ver renovadas por primera vez en muchas décadas sus canalizaciones o el pavimento. «La gente hoy ya disfruta de la MetroGuagua», recalcó.
Demoras por la pandemia
Sobre los tramos pendientes de ejecución, Hidalgo avanzó que el de Vegueta -entre Lady Harimaguada y la desembocadura del Guiniguada- se encuentra en su última fase. El proyecto, que incluye una ampliación de la ciudad hacia el mar en 50 metros lineales con 22.722 metros cuadrados de zonas verdes, se encuentra ya con los convenios redactados tras una negociación a varias bandas -administración local, insular, autonómica y estatal- que sufrió retrasos por la pandemia.
El regidor capitalino reconoció la controversia que se puede generar al proponer transformaciones de la urbe de este calado, pero dio la bienvenida al debate en torno a los cambios a pesar de que en la actualidad «las ideas complejas se dan de bruces con el tiroteo de Twitter». En cualquier caso, los responsables públicos deben afrontar la tarea con valor y sin miedo al desgaste, pese a que este «puede ser devastador», asumió.
«Este es el municipio que más invierte en vivienda de las grandes ciudades de España», recalca
Hidalgo hizo hincapié en la condición de Las Palmas de Gran Canaria como «el municipio que más invierte en vivienda de las grandes ciudades de España» a través de desembolsos que, según detalló, han permitido mejorar las condiciones de habitabilidad de 3.000 familias con nuevas construcciones o regeneraciones urbanas. El alcalde recordó que una de cada 30 viviendas que se rehabilitan cada año en España está radicada en Las Palmas de Gran Canaria y apostó por ese doble modelo -obra nueva y rehabilitaciones- como fórmula para la lucha contra la desigualdad. «Siempre ha sido nuestra obligación especial», subrayó.
La ciudad ha dado un giro en las políticas de vivienda que persigue la cohesión social y trata de huir del modelo de segregación que primó en décadas anteriores. «Fomentar la diversidad requiere prestar especial atención a los más vulnerables, singularmente a las condiciones del parque de viviendas que se promovió como público», incidió Hidalgo. En estos seis años de mandato, el consistorio ha puesto en marcha proyectos como el plan de reposición de Las Rehoyas -«El más ambicioso de la historia de Canarias», en palabras del alcalde-, el de rehabilitación de La Isleta o el ya finalizado en la Vega de San José, para duplicar el número de familias beneficiadas hasta llegar a 6.000.
Hidalgo defendió el concepto de ciudad compacta, que crece en altura a través de la cesión de espacio público para de ese modo favorecer a las rentas bajas e impulsar la movilidad mientras se reduce el coste de los servicios públicos, que suelen aumentar con el modelo disperso. Puso como ejemplo el trabajo llevado a cabo en los últimos años en Tamaraceite para transformar una antigua zona rústica con casos de chabolismo vertical en un barrio de clase media donde las viviendas de protección están integradas en el resto de la trama urbana.
«Se había planificado Tamaraceite Sur como un gueto y nosotros lo hemos cambiado», presumió. En esta zona de la ciudad se han combinado las zonas verdes con las promociones de vivienda pública y privada «sin tener que generar una situación como ocurrió en su momento en barrios que todos tenemos en la cabeza, creados para llevar a los más pobres a un extremo de la ciudad». El alcalde rechazó este modelo por «caduco», entre otros motivos, y abogó por impulsar fórmulas de colaboración entre administraciones y empresas «para crear juntos un entorno donde se pueda hacer un urbanismo social con el que la gente pueda desarrollar su vida».
