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ANÁLISIS

Tamaraceite con sus maestros

El barrio capitalino, antes pueblo, siempre ha sido cuna de grandes y célebres enseñantes | El Adán del Castillo abrió sus puertas en 1963; el Valencia, en 1972

El patio del colegio Adán del Castillo. | | LP/DLP Esteban Santana

Ahora que estamos comenzando un nuevo curso académico me gustaría echar la vista atrás para recordar a tantos y tan buenos enseñantes como han pasado por Tamaraceite. Verdad es que eran otros tiempos y las ‘metodologías’ en muchas ocasiones se acercaban al dicho popular «la letra con sangre entra», aunque tengo que decir que aunque “haberlos hailos” no fue la generalidad y el cariño y la cercanía fue un detonante en el entorno educativo de nuestro barrio. Y por eso son recordados aún después del paso de los años. Tamaraceite siempre ha sido cuna de grandes y recordados maestros y maestras. Algunos de ellos llegaron a la enseñanza pública cuando se crearon los colegios públicos en España. Unos años antes, en Tamaraceite, allá por el año 1944, había una escuela unitaria de cuatro unidades, dos de niños y dos de niñas, cuyos maestros eran don Lorenzo, su cuñado don Santiago, doña Ángeles Marrero y doña Antonia Pérez. Estaban situadas en la casa que está enfrente de la iglesia y otra en la Montañeta. Años más tarde, sobre 1962, justo antes de desaparecer, estaban situadas en la Carretera General. La de las niñas estaba en el número 151 y enfrente, la de los niños, en el número 84. Eran maestros de las mismas don Manuel Balbuena, don Marino, doña Antonia y doña Ángela. Unos números más arriba en esta misma calle y ya en los años 60 me gustaría destacar el colegio de Olga Cabrera, en la que aprendieron a leer y a escribir muchos de los que hoy peinan canas, como Juan Alberto Díaz y Antonio Felipe.

La pequeña Clara, en clase. | | LP/DLP

Otro de los colegios de nuestro barrio, en este tiempo pueblo, fue el Colegio de Angelita, llamado Nuestra Señora de la Soledad, situado en la Calle Magdalena de La Montañeta. Era un colegio de niñas que cursaban hasta cuarto de Primaria y que luego pasaban al Adán del Castillo. Muchas de las niñas de este colegio recuerdan las enseñanzas de Angelita y sobre todo cómo les enseñaban a coser.

Maestros y maestras del colegio Adán del Castillo. | | LP/DLP

Mi primera maestra fue Chita, como también lo fue para muchos niños y niñas de La Montañeta. Con ella aprendimos las primeras letras gracias a su paciencia y buen saber. Su escuelita estuvo primero en el callejón de la calle Magdalena, donde Pinito la maestra había tenido su escuela antaño. Luego la trasladó a la calle Belén, donde estaba antiguamente el Pilar, en lo alto de la calle y en una cuevita donde también vivía. Todavía recuerdo aquella entrada llena de plantas, la clase estaba en la cueva de la derecha al fondo junto al resto de habitaciones de la vivienda, también cuevas. Una muerte repentina sesgó la vida de Chita, a la que no recuerdo nunca levantarle la voz a ningún niño y mucho menos pegarle. Cuando salíamos del colegio pasábamos por la tienda de Carmita Déniz, en el principio de la calle, a comprar algunas chucherías. Nos despachaba por el ventanillo y desde allí podíamos divisar las golosinas encima de una mesa grande de madera que era la delicia de todos los pequeños.

Mari Carmen Cabrera, en su clase. | | LP/DLP

Don Vicente Artiles, farmacéutico en Tamaraceite y concejal del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, ante el desbordamiento que sufría la unitaria, pidió un colegio de 14 unidades para el pueblo. Se lo concedieron de 8 unidades, inaugurándose en septiembre de 1963, siendo su primer director don Manuel Balbuena.

Al colegio se le puso como nombre Colegio Nacional Adán del Castillo ya que se construyó en unos terrenos donados por este señor para tal fin. Al año de su inauguración se quedó pequeño, ya que Tamaraceite estaba acogiendo a una población procedente de zonas rurales que se estaban instalando en el casco y en los barrios de alrededores. Por ello se tuvo que ampliar en 1964, construyéndose las dos torres laterales.

Para el momento en que se vivía, era uno de los centros más modernos y equipados ya que tenía salón de actos, vestuarios, etcétera. En 1971 se daba clase hasta en los pasillos a pesar de tener en ese momento 22 unidades, y con una ratio de 50 alumnos por aula. Estaba dividido en dos secciones, una de niños y otra de niñas, con patios independientes. Fue don Francisco Gil Mayor, siendo director, el que abrió un pasillo central denominado por los alumnos como «el túnel», por el que se comunicaban las dos alas, aunque sólo fuese para poder pasar él. Ya en 1975 pasa a ser mixto. En el año 1972 acudían al comedor escolar del Colegio Adán del Castillo 160 niños, de ellos 80 becados por el Ministerio de Educación y el resto pagando una cuota de 12 pesetas. En esa época sólo podían utilizar el servicio de comedor gratuito el director, maestros encargados y educador y el personal de cocina.

El colegio Adán del Castillo siempre ha destacado por las actividades extraescolares, tanto artísticas como deportivas. Comenzaron a realizar viajes de fin de curso desde muy pronto, siendo uno de los primeros colegios en hacer esta actividad que se inició en el curso 1974-75 yendo a Madrid. En esta ocasión sólo participaron doce alumnos y como maestros fueron José Luis Morán, doña Angelina Zamora y Juan Alberto Roque.

Manuel Balbuena, primer director del colegio Adán del Castillo. | | LP/DLP Esteban Santana

En 1972, poco antes de que se construyese el colegio Valencia, el Colegio Adán del Castillo estaba dividido en tres partes. La derecha ocupada por las niñas, la izquierda por los niños y la central que correspondía al comedor, auditorio y cocina. En el curso 72-73 tenía en funcionamiento 22 aulas y una matrícula de 1.300 alumnos. Después de la apertura del Colegio Valencia, la matrícula quedó reducida a 741 niños. En esta época el director fue don Juan Roque, un gran docente y mejor persona que hizo mucho por las familias del pueblo. Además, su etapa como director fue de mucha actividad cultural y artística. En esta época se comenzó con una rondalla iniciada por él mismo y se empezaron a realizar las primeras escalas en hi fi de la mano de José Luis Morán y luego de Conchi Moreno. Esta actividad consistía en festivales en fechas determinadas como navidad, carnaval y fin de curso. A José Luis lo sustituyó Conchi, cuando este se trasladó de colegio, y a ella se le une Guillermo Cabrera realizando actividades tan importantes como el Belén viviente, galas de carnaval, etcétera. Con el tiempo surge el grupo Adeuna, que acogía también a ex alumnos y en el que participan padres y madres y que tantos éxitos le dio en el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria. Algunos de los maestros de estos años fueron las hermanas Hernández (doña María y doña Paca), don Carmelo, don Óscar, don Julio, señorita Mari Carmen, señorita Ester, don Juan Clemente, doña Angelina, don Calixto, don José Luis, Juan Alberto Roque, don Pedro y tantos otros que ahora se me quedan en el olvido.

Con la Ley Villar, el deporte se trabajaba mucho en la escuela. El Adán del Castillo consiguió muchos éxitos, llegó a representar a la provincia de Las Palmas en los Campeonatos de España de Fútbol escolar y fue el primer colegio con un entrenador norteamericano, siendo Gil Mayor director, y cuando el baloncesto se estaba iniciando. Incluso se llegó a crear un equipo federado de baloncesto, el NiK, que acogía sobre todo a ex alumnos entre los que estaban Joselito, Luis, Felipe Afonso, Ravelo, etcétera. Fue entrenado por Juan Alberto López, otro de los maestros del colegio, que llegó a ser director del mismo durante nueve años. Él recuerda todavía con mucho cariño a la primera generación de alumnos que tuvo en clase entre los que estaban Mario Hernández, Carmelo Salazar, Joselito, Pepe Cabrera, etcétera.

Mi madre tenía un bazar enfrente del mismo colegio, conocido como el Bazar de Sarito, punto de encuentro a la salida y entrada al centro y en él se despachaba desde una libreta o un lápiz hasta una golosina o una revista o periódico. El momento preferido de los chiquillos en los años 70 y 80 era el recreo, cuando mi madre salía hasta las rejas del colegio al son de los gritos de los niños llamándola impacientemente «Saritoooooooo» y nos traía los matahambres, los donuts o las chuches. Otra figura importante en el colegio era el portero, quién no recuerda a Manolito o ‘Genarito’, como le llamaban cariñosamente los maestros por su amor por los geranios, dando vueltas en su bicicleta en los patios del colegio. También hay que recordar a ‘Tomasito’ que estuvo en el colegio más de 15 años, hasta que falleció.

Por último, no quiero terminar de hablar del Adán del Castillo sin nombrar a otros maestros que por el centro pasaron y dejaron su huella en muchos de nosotros: Angelina Zamora, doña Paca y su hermana doña María, don Julio, don Carmelo, don Oscar, don Juan Clemente, Juan Alberto Roque, Don Gustavo que fue mi entrenador de voleibol en el colegio y los sábados cargaba a todos los chiquillos en su coche para jugar los partidos en la liga escolar, con el que tuve el placer de trabajar en el IES Cairasco de Figueroa, don Teodoro, don Olegario, Juan Jesús, Señorita Tita, doña Juana, Alicia y tantos otros que sería imposible nombrarlos a todos sin dejar a algunos atrás.

Otro colegio importante en nuestro pueblo es el Valencia, que surge el 16 de diciembre de 1972, siendo su primer director Fernando Arencibia, vecino de nuestro pueblo. Nace debido a un plan de urgencias, ante la masificación que estaban teniendo los centros, durante la Ley Villar. Hay que recordar que el colegio Adán del Castillo, antes de la inauguración del colegio Valencia, tenía tres turnos. Se construyó de manera provisional, por la urgencia que había en la época y se emplearon materiales de menos calidad, como techos de planchas de uralita, etcétera. Lo cierto es que lo que en principio iba a ser durante una temporada se ha convertido en parte de la historia de Tamaraceite, llegando a tener 45 unidades. Antonio José González, tristemente fallecido, estuvo durante 26 años en el colegio, llegó a ser director y compartió muy gratos recuerdos con compañeros como Raimundo, Heriberto, Cesáreo, etcétera, que pasaron del Adán del Castillo al Valencia, siendo su primer portero ‘Folito’, hombre entrañable donde los haya y que tanto cariño dio a los niños y a los maestros. Una actividad muy recordada aún de este colegio era el festival del Día de la Madre, iniciándose a principios de los 70, realizándose 13 ediciones en las que participaron grupos tan importantes como Los Covinas o Los Tamas. Se ensayaba desde enero hasta marzo y los niños cantaban con voz en directo.

Como han podido comprobar, Tamaraceite recuerda aún a sus maestros y maestras, porque la escuela siempre fue un espacio donde se prolongaba la vida de los chiquillos de distintas generaciones.

Finalizo con una frase de William Arthur Ward que define a cada uno de estos maestros y maestras que pasaron por Tamaraceite: «La enseñanza es más que impartir conocimiento, es inspirar el cambio. El aprendizaje es más que absorber hechos, es adquirir entendimiento». Muchos de ellos lo consiguieron y de sus aulas han salido grandes profesionales y mejores personas.

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