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Elsa Gutiérrez Directora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

«Hay que repensar la ciudad para que sea la prolongación de las casas»

La directora de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas de Gran Canaria, Elsa Gutiérrez, en la sede de la facultad. | |

Elsa Gutiérrez Labory es directora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, institución que ha colaborado este mes en la Séptima Semana de la Arquitectura. La lucha contra el cambio climático y la búsqueda de soluciones sostenibles para las nuevas construcciones y el urbanismo de las ciudades han sido los aspectos tratados en dicho evento y, al mismo tiempo, en este entrevista.

La última semana de la arquitectura ha girado en torno al cambio climático. ¿Qué puede aportar la arquitectura?

Desde empezar a generar espacios con más zonas verdes, para que no sean tan duros, hasta trabajar con las edificaciones con un coste energético lo más posible a cero. Estudiar soluciones para aprovechar las orientaciones, la propia ventilación del entorno, utilizar materiales que garanticen ese coste energético a cero. 

¿Se están utilizando ya materiales nuevos?

Sí. De hecho, hemos tenido una exposición por la Semana de la Arquitectura que son los premios Isover, estos llevan 10 años celebrándose y consisten en desarrollar proyectos de fin de carrera con un coste energético cero. La Escuela de Arquitectura lleva participando 10 años y nuestros estudiantes siempre obtienen premio. Puede parecer que el coste de una edificación sostenible es mayor, pero a la larga es más rentable.

Entonces, son eficaces para el día a día de las familias.

Para el usuario de esa construcción. Gastas menos en calefacción, en aire acondicionado. Si tienes una vivienda que se protege del frío y del calor con materiales y no con bombas, al final el coste es mucho menor a la larga.

«El coste de una edificación sostenible puede ser mayor, pero a la larga es más rentable»

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¿Están trabajando ya en materiales innovadores?

Desde la Escuela empezamos a trabajar el año pasado con las escuelas de artes; hicimos un seminario sobre biomateriales, que trataba de conseguir tintes naturales. Creamos un seminario en la Escuela de Arte de La Palma y allí trabajamos sobre esto. A raíz de ahí se ha creado un grupo de investigación sobre biomateriales para la construcción. Buscamos qué materiales podemos empezar a trabajar para cubrir superficies o construir con un beneficio energético o que sean reciclables.

¿Qué ventajas tienen?

Usas materiales que están en la naturaleza. No tienes que fabricarlos ni la necesidad de ir a una cantera. Tuve la ocasión de ver biomateriales que eran como gelatina, podías hacer de ellos extensiones para hacer un vestido, por ejemplo. Pero nos interesa hacer superficies mayores, como para una cúpula o una lona. El equipo de investigación quiere ir más allá, hay profesores del área de construcción y del equipo de proyectos que están viendo si se pueden conseguir materiales más resistentes. Desde la moda hemos empezado a pensar en otro tipo de materiales para la construcción.

Al final es todo un trabajo multidisciplinar.

Es lo que más se lleva. El arquitecto que trabaja fuera puede llegar a hacerlo con físicos, ingenieros, biólogos y montar un equipo multidisciplinar. Y eso lo estamos haciendo aquí, por ejemplo físicos con arquitectos analizando el radón. En ese sentido, se va a construir una pequeña vivienda, se le va a introducir radón y se verá si los materiales son conductores, qué soluciones hay para sacarlo. Los equipos multidisciplinares son algo muy enriquecedor porque ante un mismo problema tenemos puntos de vista diferentes. Eso hace que las soluciones sean mucho más variadas.

¿Por qué no se había tenido tan en cuenta? Trabajar con una amplitud de miras, quiero decir.

Desde la Universidad llevamos tiempo haciéndolo. Pero es cierto que ahora hay mucho más recorrido y cada vez a nivel de la calle se oye mucho más. Fuera de aquí ha costado más, pero los estudios están integrando ya paisajistas, biólogos, ingenieros, arqueólogos.

¿Cómo se están implantado estas ideas en la Escuela?

Es más complicado. Llevamos unos años trabajándolo. Por ejemplo, tuvimos la idea de montar una obra de teatro; se le dio un fragmento a cada grupo y tenían que crear el espacio, vestuario, iluminación y trajeron personas de fuera. Al final se montó y se inauguró aquí. En la docencia propiamente dicha ya es más difícil.

«Un grupo de investigación de la Escuela busca biomateriales para usarlos en la construcción»

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¿Cómo se adapta la enseñanza de la arquitectura al cambio climático?

Se trabaja desde el punto de vista proyectual, en cuanto a soluciones de diseño. En el departamento de construcción arquitectónica, donde inciden mucho más; con asignaturas de sostenibilidad. Esto se refleja en los proyectos Isover (a nivel nacional) y con el proyecto de fin de carrera, que van con soluciones sostenibles.

Urbanismo. ¿Cómo se pueden adaptar las ciudades a la crisis climática a través de la arquitectura?

Hay que tener claro que las ciudades son para el ciudadano. A veces quedan las cosas muy bonitas en un plano pero nos olvidamos del usuario. De nada me sirve peatonalizar si no reduzco el parque móvil. Hay que hacer ciudades más amables, habitables para todos, incluidos los que tienen movilidad reducida. No podemos olvidar las zonas verdes, de nada sirve una gran plaza para eventos concretos si el resto del año no la podemos usar, sin lugares de sombra. Aquí en las Islas eso no se puede contemplar. Necesitamos plazas grandes pero que puedan tener diferentes usos, no podemos diseñar para un único momento del año sin pensar dónde estoy.

Aquí en Canarias, ¿qué cambios debemos seguir?

En Canarias, como en cualquier sitio, tener sentido común. Hay que aprovechar el clima. En los países del norte de nada que sale el sol la gente sale de los edificios donde tienen parques con césped. ¿Para qué queremos aquí zonas grandes donde aprovechar el sol? Al contrario. También tenemos que ser coherentes al diseño, no puede ser que no haya árboles dentro de nuestra ciudad, ni que apostemos por la peatonalización pero que las calles colindantes sean un caos. Es una cuestión de ruido, salubridad. Tampoco puede haber casas a las que no llegue el sol. La arquitectura es un gran complejo en el que hay que trabajar con muchos factores.

Precisamente, en el confinamiento, muchos se dieron cuenta de la falta de luz en sus casas.

Lo más que echó en falta la ciudadanía cuando se confinó fue un espacio al aire libre para tomar el sol. Recuerdo ver gente pegada a las ventanas para pillar un rayo de sol por la tarde. Ahí es cuando uno se da cuenta de qué adolece nuestra vivienda. Y no solo eso, el espacio donde tienen que convivir personas de una misma familia y estos tienen que reconvertirse para nuevos usos. Hay que saber repensar el espacio de una vivienda para que pueda ser multifuncional. El metro cuadrado es el que es, pero habría que repensar, y ese es el reto a futuro.

Un trabajo multidisciplinar (otra vez).

Ahí te entra la gente de diseño industrial, pero de todas formas en el movimiento moderno era habitual que el arquitecto también diseñara los muebles que iban en las casas, los picaportes, las lámparas. Los alumnos a veces también lo hacen. La idea es poner en activo el mecanismo de la creatividad. La carrera es el lugar donde ejercitarla.

«De nada sirve peatonalizar sin reducir el parque móvil y que las calles cercanas sean un caos»

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¿Cree que en la arquitectura de los últimos 50 años se ha dejado de lado la azotea y la casa terrera en las Islas?

Nos hemos olvidado un poquito de eso. Es verdad que son casas que funcionan, son frescas en verano, con ese sistema de ventilación con las habitaciones alrededor del patio. No hay que olvidar de dónde venimos pero hacerlo con una visión actual. No se trata de volver a hacer la casa canaria tradicional, pero sí aprendemos de eso para aplicarlo al presente.

¿Cómo se puede readaptar el concepto de la casa canaria?

Uso de materiales, de dimensiones. El uso del patio. No es casual que las casas canarias tengan contraventanas, que son las que permiten aislarte del calor de fuera y favorecer la circulación del aire. Hay que tomar esas ideas; puedo utilizar otro material pero inspirándome en ese concepto. Tenemos que ver cómo recuperar el patio y la ventilación cruzada. Los techos altos tampoco son casuales, permiten que sean las habitaciones más frescas, hay que repensarlo. No podemos olvidarnos de las tradiciones, hay que actualizarlas. La casa canaria 2.0.

Cerramiento de balcón o terraza. ¿Sí o no? 

Cada casa y cada ciudadano es un mundo. Entiendo que hay familias a las que se les queda la casa pequeña. Pero tienen que estar asesorados por un arquitecto. Estamos para que nos digan cómo viven y hábitos, entonces le damos las mejores soluciones. Podemos convencerte de que eso así no puede ser, pero sin olvidar que quien vive ahí es el ciudadano. Es verdad que hay gente que en pandemia se ha visto sin ese balcón, pero las circunstancias de cada uno... Aún así los temas de salubridad, sol y ventilación tienen que ser fundamentales y en los últimos años han sido dejados en un plano más secundario. Luego hay que tener en cuenta dónde vivimos. En Canarias también hay inclemencias. Hay peninsulares que me han dicho que pasan más frío aquí en invierno que allá porque nuestras edificaciones no están preparadas. Pensamos que aquí no pasa nada y los cristales no son dobles, las paredes no tienen aislamiento. Construimos con lo mínimo. ¿Es más caro? Sí, pero a la larga no lo tengo que invertir en calefacción, deshumificadores. Hay que convencer al cliente de que a la larga funciona.

¿Es difícil cambiar esa tendencia hacia la sostenibilidad?

Llevamos un tiempo trabajando con casas eficientes. Pero alomejor no hemos sabido transmitirlo a la sociedad. Otra cosa es cuando vas a construir y empiezan a recortar por todos lados. Pues al final la vivienda no me sale sostenible. Puedo plantear soluciones sostenibles pero el propietario me dice que no porque no sale rentable. Es una lucha. Hay que concienciar. Si somos capaces de transmitir que esa inversión en su vivienda a la larga es salud y rentabilidad, el ciudadano lo exigirá. Entonces alomejor empezará a cambiar el sistema.

En la capital proliferan las urbanizaciones de adosados a dos aguas en una ciudad donde casi no llueve. ¿Son adecuadas este tipo de construcciones?

En la capital no tiene sentido un tejado a dos aguas. Por qué no aprovecho la cubierta. La azotea no tiene que ser solo para tender. Por qué no puede ser una parte más de la casa, una extensión de zona libre donde poder hacer cosas. Te dicen «vi una casa en tal sitio», pero hay que ser conscientes que el clima no es igual. Hay que adecuarse al lugar. En la Isla mismamente, no es lo mismo el sur, el norte que medianías.

¿Cómo se le puede convencer de que esa casa no es la mejor?

Falta pedagogía. Yo puedo entender que el propietario tiene una casa ideal en su cabeza. Pero tengo que convencerle de que esa no es la solución mejor para el lugar. Tengo que convencerle de hacer la casa de sus sueños pero adaptada al terreno.

En la ciudad, ¿qué papel juega la casa en la disposición del urbanismo?

No es lo mismo tener la casa orientada al norte que al sur. Si pongo delante una zona de árboles, no veré nunca el sol. Y al contrario, si no pongo árboles en una zona expuesta. Arquitectura en cuanto a edificación y espacio libre de la ciudad, no solo hablar de parques o plazas, también de la calle. Que luego los resultados no son los más adecuados, pues tendremos casas más insalubres. La cuestión es no solo distribuir calles y manzanas. En el espacio hay que tener en cuenta el ancho de calle en relación a la altura de los edificios, por dónde sale el sol, ¿al primer piso le va a dar el sol en algún momento?

«La ventilación o la orientación de una casa son fundamentales y están en un plano secundario»

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Claro, existe esa tendencia a pensar que nuestra casa es de la puerta para dentro.

Cuando uno va a comprar la casa la ve, pero nadie se plantea si da el sol por la mañana o por la tarde. Nadie va a distintas horas del día o distintas épocas del año, pero son cuestiones fundamentales. En una calle estrecha con edificios altos, las plantas bajas nunca verán el sol. Así que si quiero que me llegue ese rayito, que en el confinamiento se ha valorado, pienso que la gente se lo va a pensar más.

¿La gente valora más estas cosas tras la cuarentena?

La gente se ha preocupado de buscar un espacio libre. Si no puedes salir y te tienes que arrimar a la ventana, los que tienen balcón son la envidia del barrio. Las conexiones a la red, con toda la familia utilizando internet a la vez, eso ha sido algo complicado. En la docencia lo hemos visto. Las nuevas tecnologías son algo fundamental en una casa y como sea una vivienda con mucho recoveco no llega la wifi a todos lados. 

Muchos barrios que eran de casas terreras ahora se están colmatando de edificios altos.

Si tenemos un barrio como Guanarteme, donde las calles se diseñaron para casas terreras, y ahora lo único que hacemos es tirar para hacer edificios de cinco o seis plantas habrá calles oscuras. Pero claro, regenerar una ciudad, cambiar calles donde habrá que expropiar es difícil. Los arquitectos tenemos que apostar por una ciudad confortable. El canario vive mucho en la calle. Si tú no creas esos espacios confortables las ciudades pasan a ser inhóspitas. Regenerar un tejido partiendo del viejo sin expropiar y manteniendo las calles es complicado. Hay muchos aspectos a encajar y a veces se nos descuelga alguno.

Retos de futuro. ¿Cómo deberían ser las ciudades para acercarlas a los objetivos de lucha contra el cambio climático?

Hay que buscar esa simbiosis entre qué quiere el arquitecto y qué demanda el ciudadano. Todo el tema de sosteniblidad, cada vez tiene que ser mayor, nuestras viviendas ganarán mucho. Las casas y los edificios tienen que ser para las ciudades, lugares donde disfrutar de la misma. Que me sienta cómodo. Que encuentre un sitio de sombra, de sol, donde sentarme, donde hacer actividades. Hay que repensar los espacios para hacer la ciudad más del ciudadano, que sea la prolongación de la casa. Que me sienta del barrio, que no sea cierro la puerta y me olvido del resto. ¿Qué quiero encontrar? ¿Una calle ruidosa y una acera mínima? Y, además, ir convenciendo al ciudadano de dejar el coche en su casa, pero si no hago una ciudad amable es complicado.

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