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Dominga ya puede bajar a Triana

70 alumnos de la ULGPC participan en tareas

de limpieza y embellecimiento en El Risco

El agradecimiento de la vecina Dominga por la limpieza del Risco de San Nicolás

El agradecimiento de la vecina Dominga por la limpieza del Risco de San Nicolás Adzubenam Villullas

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El agradecimiento de la vecina Dominga por la limpieza del Risco de San Nicolás Adzubenam Villullas

Un grupo de alumnos del grado de Traducción e Interpretación participaron este miércoles en una actividad de limpieza y embellecimiento de las calles de El Risco de San Nicolás junto a los vecinos.

Dominga Santana Melián tiene 85 años y sale a paso ligero de su casa, en la calle Malta de El Risco de San Nicolás. Hasta ahora, una muralla de malas hierbas, que en algunos puntos le sobrepasaban la rodilla como si de una hiedra selvática se tratara, le impedía bajar por la angosta escalera que salva el desnivel desde su puerta hasta la avenida Primero de Mayo y la zona comercial de Triana. Pero este miércoles eso cambió. Un grupo de alumnos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), rastrillos y sachos en mano, han arrancado los hierbajos y despejado el camino. La cara de felicidad de la mujer, quien se deshizo en halagos hacia los chicos y las chicas, se hizo visible nada más acercarse a la escalinata.

«Antes limpiaba por delante de mi puerta, pero ya no puedo hacerlo», explica Dominga a los alumnos, quienes escuchan atentos, satisfechos por haber ayudado a una persona que lo necesitaba. «Estaba todo lleno de matos, no había quien pasara, tenía miedo a resbalarme y por eso no bajaba», cuenta. Unos 70 alumnos del grado de Traducción e Interpretación de la ULPGC participaron este miércoles en tareas de limpieza y embellecimiento en El Risco con el objetivo de ayudar a los vecinos de uno de los barrios con mayor riesgo de exclusión social de la capital grancanaria.

«La universidad tiene que tener un papel en la sociedad», apunta Goretti García, profesora, mientras las vecinas de la asociación Amirisco terminan de repartir las tareas entre el grupo de jóvenes. Les esperan dos horas intensas arrancando hierbajos, limpiando laderas repletas de basura y pintando espacios degradados por el paso del tiempo. «Estamos inmersos en la semana de erradicación de la pobreza, que organiza la universidad, y pensamos que esta era la mejor manera de inculcar valores», indica, «por eso nos pareció actuar aquí interesante como experiencia para los alumnos».

«Nos pareció interesante la iniciativa para visibilizar la situación del barrio», indica Merci Peña

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Hasta lo alto de El Risco acudieron junto a Goretti otros tres profesores para hacer viable la iniciativa: Susan Cranfield, Amaya Blanco y Richard Clouet. La idea era «ayudar a uno de los barrios más necesitados de la capital», y así lo hicieron. Forman parte de un grupo de cooperación de la universidad, Ecocicei, y con este propósito -y con la ayuda de una subvención del Cabildo- se pusieron en contacto con la asociación Amirisco. Y para seguir, este mismo grupo de cooperación organizará del 27 al 29 de octubre unas jornadas de migración, de la acogida a la integración.

«Nos pareció muy interesante la iniciativa», señala Merci Peña, de la asociación de vecinos, «así podemos visibilizar la situación en la que se encuentra el barrio». El zafarrancho comenzó en el que hasta antes de la pandemia era el Club de la Tercera Edad, allí se repartieron en grupos que posteriormente se desperdigaron por el laberinto de callejones que conforman El Risco. María, Sonia, Timo y Erika, acabaron en lo alto de la escalinata de Roble, arrancando las malas hierbas desperdigadas por todo el callejón; «quería hacer algo diferente a las clases, conocer una parte de la ciudad que de otra forma no lo haría, una realidad muy distinta», señala Erika, italiana y de Erasmus en la ULPGC, «al final es lo mínimo que podemos hacer», añade Timo al respecto.

Alumnos de la ULPGC realizan tareas de limpieza en el Risco de San Nicolás

Alumnos de la ULPGC realizan tareas de limpieza en el Risco de San Nicolás C. G.

Unos escalones más abajo, en el cruce donde Roble se encuentra con Malta, otro grupo de alumnos, varios procedentes de Polonia y Alemania, terminan de retirar los hierbajos que impedían a Dominga Santana bajar el callejón. «El Ayuntamiento ni viene a quitarlas», apunta la señora, quien añade, «ni siquiera tengo luz en la farola de la calle desde hace tres años». Y es que la precariedad en la que viven muchos vecinos de San Nicolás se hace palpar a casi cada rincón.

«Aquí por ejemplo, debería haber un parque infantil», señala Merci Peña junto al espacio que conocen como «el parque amarillo», en lo alto de la calle Nilo. Mientras, un grupo de chicos y chicas se afanan en pintar de amarillo los barrotes de la pérgola que da sombra, las barandillas y el muro que está por debajo. «Lo primero ha sido enseñarles la realidad del barrio», precisa esta vecina, quien también colabora con Cáritas en la parroquia de San Nicolás, «ayudo a personas en situación de pobreza, algunas están ayudando hoy [por ayer] a los chicos».

«No imaginábamos que estuviera tan mal el barrio», apunta Isaías Rodríguez, estudiante, mientras retira basura

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«No nos imaginábamos que esto estuviera tan mal, el Ayuntamiento tiene abandonado al barrio, estamos actuando en sitios donde deberían hacerlo ellos», señala Isaías Rodríguez, otro estudiante de Traducción, mientras termina de llenar un saco con botellas, cajas de alimentos y todo tipo de desperdicios. «Da vergüenza que vivan entre basuras», añade Andrea Camacho, quien termina de barnizar un remo junto a su amiga Cristina Pagés. Mejoran así un pequeño jardín creado en 2017 en un antiguo solar vacío gracias al encuentro de Arquitecturas Colectivas.

Donde también había trabajo era en el local social, al cual le dieron una manita de pintura. «Llevaba año y medio cerrado, empezamos a limpiarlo y queremos dinamizarlo para que sea un centro sociocultural para el barrio, ya no solo para la tercera edad», indica Peña. El Portón de El Risco, quieren llamarlo, en homenaje a las construcciones tradicionales de la zona. Mientras, otros chicos escriben en varios idiomas carteles con el lema Si todos colaboramos, El Risco respira, «los pondremos en los sitios donde han limpiado para que los vecinos así lo mantengan», aclara Peña. La semilla está echada, ahora toca esperar.

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Alumnos de la ULPGC participan en las tareas de limpieza y embellecimiento en El Risco Andrés Cruz

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