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Puerto

La Luz supera a Tenerife y Galicia en la carrera por la granja de pulpos

Las grandes dimensiones de la parcela y el acceso a agua fresca decantaron a Pescanova

Dársena de África en el Puerto de Las Palmas donde Nueva Pescanova quiere instalar una gran explotación comercial dedicada al pulpo de acuicultura | | JOSÉ CARLOS GUERRA

Los más de 50 millones de euros que Nueva Pescanova quiere invertir para poner en marcha la primera gran explotación comercial del mundo dedicada al pulpo de acuicultura transformarán el Puerto de Las Palmas en referente internacional de un sector llamado a crecer durante las próximas décadas, aunque la elección de la capital grancanaria no ha sido fruto de la casualidad. La multinacional gallega, que espera producir 2.400 toneladas anuales del cefalópodo listas para la exportación, sondeó varias opciones tratando de encontrar una parcela que aunara todos los requisitos que demanda una instalación de este tipo. Las particulares condiciones de la dársena de África acabaron por decantar la decisión a su favor y llevaron al descarte de otros candidatos como Castillo del Romeral (San Bartolomé de Tirajana), el Puerto de Santa Cruz de Tenerife e incluso Galicia, donde la multinacional tiene su sede principal, varias plantas de producción y un centro de innovación que ha sido clave en el desarrollo del proyecto que ahora comienza a tomar forma en Canarias.

Las Palmas de Gran Canaria ofrece a Nueva Pescanova unas instalaciones que cumplen con todas las necesidades técnicas de los criaderos de las larvas, los tanques de engorde y la planta de envasado. La compañía ha solicitado una de las mayores parcelas disponibles en el Puerto, con 52.691 metros cuadrados, para tener espacio suficiente donde levantar los dos inmuebles que conforman la granja, el de cría y producción y el de procesado y almacenamiento. De hecho, la superficie total que construirá asciende a 62.079 metros cuadrados distribuidos en dos plantas, según se desprende de la documentación expuesta a información públia por la Autoridad Portuaria de Las Palmas una vez superado el trámite de competencia de proyectos.

Agua fresca

Además de sus cinco hectáreas de terrenos diáfanos, la gran parcela de la dársena de África garantiza a Nueva Pescanova un acceso privilegiado al bien más preciado que requiere una granja de acuicultura, el agua. Su ubicación está pensada para facilitar la obtención, desde un punto cercano al norte del dique de La Esfinge, de los 150.000 metros cúbicos que demandará cada año. Una vez utilizada y microfiltrada, el agua viajará hasta el interior de la dársena, a 280 metros de la terminal de Naviera Armas. Para llenar las piscinas donde vivirán los pulpos se construirá una toma submarina de flujo horizontal a 260 metros al norte del dique. El líquido fluirá por ella hasta la zona de tierra impulsado por un pozo de bombeo.

El Puerto de Las Palmas no fue la única localización que Nueva Pescanova tomó en consideración en Gran Canaria para levantar su proyecto estrella. La multinacional sopesó llevar la granja al norte del litoral de San Bartolomé de Tirajana, en la localidad de Castillo del Romeral, pero las ventajas de este emplazamiento escaseaban en comparación con la capital.

Uno de los escollos se encontraba en el suelo necesario para poner en marcha la infraestructura, conformado en este caso por dos parcelas atravesadas por una carretera que complicaba el trasiego de mercancías que se dará cuando la granja esté en operación. El otro, en las propias condiciones del entorno: en comparación con el Puerto de La Luz, la presencia humana en esta zona es mucho más discreta. Además, Castillo del Romeral se encuentra alejado de las terminales de contenedores que la compañía pretende usar para transportar la mayor parte del producto hasta los consumidores una vez envasado y congelado.

Sin salir de Canarias, Nueva Pescanova valoró llevar la granja al Puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde se encuentra una de las sedes del Instituto Español de Oceanografía en las que se desarrolló la investigación científica que dio con la fórmula para lograr la reproducción en cautividad del pulpo. El presidente de la Autoridad Portuaria de la provincia occidental, Carlos González, sugirió semanas atrás que el rechazo de la compañía se debió a la presencia cercana de un emisario de aguas residuales. En cualquier caso, la distribución del suelo en la dársena pesquera también fue determinante.

Factura eléctrica

La parcelación en este caso resultaba incluso más intrincada que en Castillo del Romeral, con el terreno dividido en tres fincas, lo que dificultaba bastante la comunicación entre zonas. Tampoco resultaba especialmente conveniente para obtener el suministro de agua y energía -23.000 kilovatios hora anuales- que la planta requiere.

Nueva Pescanova también sopesó instalar la granja en Galicia, donde el pulpo no solo es un alimento, sino un elemento de identidad cultural. Aunque la sede de Nueva Pescanova se encuentra en la comunidad autónoma con mayor consumo per cápita de cefalópodos -duplica con creces el de Canarias, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación- y la construcción resultaría algo más económica que en el Archipiélago, a la larga no sería una instalación rentable. El pulpo requiere unas condiciones muy específicas en cuanto a la temperatura del agua, por lo que habría sido necesario climatizarla antes de utilizarla.

Seguridad veterinaria

La cría y engorde de cefalópodos en cautividad es una actividad pionera en el mundo -hasta ahora solo se ha logrado de manera experimental- que requiere una supervisión reforzada, por lo que la granja que la multinacional Nueva Pescanova ha propuesto instalar en el Puerto de Las Palmas contará con un plan de bioseguridad revisado por veterinarios. Entre otros aspectos, en él se incluirán las recomendaciones de funcionamiento imprescindibles para minimizar las enfermedades que pueden afectar a los ejemplares de pulpo. La frescura del agua resulta fundamental, por lo que sus condiciones físicas y químicas serán monitorizada de manera constante mediante sistemas automatizados para buscar el equilibrio entre el bienestar animal y la eficiencia del cultivo. Estos controles serán especialmente estrictos con parámetros como la temperatura, la salinidad o los niveles de oxígeno, ya que resultan críticos para garantizar la actividad. | J. C. G.

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