Tengo en mi retina tu sonrisa, en mis oídos tu voz, acompañada de las preciosas melodías que interpretabas con el violonchelo, junto a Daniela, tu hermana, en cumpleaños, en la sobremesa, en un concierto. Mostrabas tu belleza corporal bien erguida con movimientos elegantes de tu pelo, inclinando la cabeza hacia un lado. Ni que decir tiene, tu madurez en tus razonamientos en torno a la amistad, la integridad y los valores sociales y éticos que debe tener un profesional médico. Ese reclamo profesional te llevó un buen día a Madrid, con tu juventud y anhelo de ser una buena especialista en la medicina.

Recuerdos miles agolpan mi memoria y ahí los dejaré hasta que un día podamos encontrarnos y compartir algún momento de charlas que no tuvimos y nos lo merecíamos. Tengo mis seres más queridos en el cielo y sé que ellos te protegerán también. No estarás sola. Mi madre te adoraba, las adoraba a las dos. Yo también.

Grancanaria de origen con genes de Tenerife y de Madrid, madre y padre, que te inculcaron los mejores valores que debe tener un profesional de la medicina: dedicación, entrega, ayuda a los demás y buena formación teórica y práctica, pero lo que aún es más importante, te transmitieron una forma de ser y actuar plena de buenas costumbres, valores y sentimientos.

Disfrutaste del placer de viajar por diferentes países, islas, etc., pero un buen día, un infortunio te trunco el seguir adelante con tu deseo de ser una buena doctora en medicina, seguir viajando por el mundo con tus padres y con tu hermana, con quien tenías una hermosa relación de complicidad, complementariedad y de enriquecimiento mutuo, como lo deseaban tus padres. Todo ello sin dejar de mencionar otras cosas que la vida en línea general concede como patrón de conducta socialmente establecida.

Rememoraré en mi mente, por siempre, tantos y tantos momentos que tuve la suerte de compartir contigo y con tu hermana Daniela. No quiero decirte adiós Claudia, sino, hasta que nos volvamos a ver Claudia. Te quiero.

[Claudia San Román Medina perdió la vida por un atropello durante la madrugada del pasado sábado en Madrid. El conductor se dio a la fuga, y 15 horas después fue detenido el propietario del coche, quien ha asegurado que no conducía, por lo que la policía busca ahora a un amigo suyo].

* Josefa Rodíguez Pulido es Profesora titular de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria