La Provincia - Diario de Las Palmas

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CRÓNICA HISTÓRICA

El juego del golf en nuestra ciudad

Los británicos propiciaron el primer impulso deportivo en Gran Canaria | En los primeros años del siglo XX el primer club golfístico contaba ya con 70 socios

Los británicos solían practicar el golf en las dunas de arena que había en lo que hoy es el barrio de Santa Catalina. | | LP/DLP

La historia de este Gran Hotel, cuyas puertas se abren, aunque no oficialmente, en diciembre de 1889, comienza, como no podía ser de otra manera en esos años del XIX, de la mano de Gran Bretaña y de las necesidades de los británicos que se dirigían a las colonias africanas y de un turismo que nacía.

Los hoyos primigenios se construyeron enterrando ‘bacinillas’. | | LP/DLP

Leyendo a Antonio S. Almeida Aguiar (Británicos, deporte y burguesía en una ciudad atlántica, 1880-1914, 2005) confirmamos que el primer gran impulso deportivo que se observó en nuestra Isla se debe, especialmente, a la iniciativa británica. Los principales hoteles de marca inglesa disponían de pistas de tenis y canchas de croquet (el Rey Alfonso XIII, en su visita al Gran Hotel, el 31 de marzo de 1906, asistió a un partido de tenis y, desde entonces, este deporte fue del agrado del monarca y en los primeros años del XX, los hoteles Santa Catalina y Metropole, disponían de equipos femeninos de juego de pelota-croquet, compitiendo entre ellos, el Catalina Ladies contra el Metropole Ladies).

Vista aérea del campo de golf de Bandama. | | LP/DLP

Y bien, dicho lo anterior, no nos puede sorprender que en el primer tercio del XIX ya se practicara el golf en nuestra Ciudad, llevando a la práctica ese impulso y proyección que el británico siente por el deporte. Así, aquellos ciudadanos residentes en las inmediaciones de Las Rehoyas, se sorprenden al ver a Miller y Swanston y después a otros británicos, lanzar, a través de una especie de vara rígida y algo curvada, una pelotita de un lugar a otro, de seguro que, con el tiempo, la gente se acostumbraría a este simpático juego y no solo en Las Rehoyas, también en las calles de ¡Vegueta y Triana! según mi buen amigo, del que tanto aprendí y me animara, constantemente, a escribir sobre el Gran Hotel Santa Catalina, Nicolás Díaz-Saavedra (lo recoge de Juan Domínguez Guedes): «Los británicos solían practicar el golf en las dunas de arena que había en lo que hoy es el barrio de Santa Catalina y los hoyos se construían a base de enterrar bacinillas».

A partir de aquí, en función de lo que trata esta crónica y su relación con nuestro querido Gran Hotel, se ha de hablar de un importante personaje protagonista de nuestra pequeña o gran historia ciudadana: Richard Ridpath Blandy, nieto del que fuera el creador, en el primer cuarto del XIX, en Madeira, de la firma Blandy, me refiero a John Davis Blandy (1783-1855). Hago un gran paréntesis y nos situamos en 1885, cuando Richard se establece en la entonces denominada Las Palmas. La Blandy Brothers, desde 1864, tenía una representación en Gran Canaria, a través de don Juan Bautista Carlo y Guercy (propietario de los terrenos que 20 años después servirían para construir el Gran Hotel Santa Catalina). En cierta ocasión, hace ya bastantes años, tuve la satisfacción de visitar el domicilio familiar de los Blandy, sus descendientes me manifestaron que a Richard lo consideran como «miembro activo de la creciente y pujante comunidad inglesa, participó en la fundación del Club de Tenis, Club Inglés, Hospital de la Reina Victoria y la Iglesia anglicana, ubicada en la Ciudad Jardín de Las Palmas, donde el primer bautizo allí celebrado correspondió a un hijo de Richard». Como ya hiciera anteriormente, aprovecho la ocasión para agradecer a la familia Blandy su amable acogida y referencias recibidas.

También Richard sería uno de los promotores del golf en Las Palmas, junto a Mr. Kitto, el general Thomas, el doctor Briand Melland y John Forman, según el Libro de Actas del Real Club de Golf: nació el que sería el primer campo de golf de España y, añadiría, que uno de los más antiguos de Europa, salvando las distancias de los campos escoceses. Transcribo a continuación parte de una nota a pie de página de mi libro Gran Hotel Santa Catalina… (p.157):

«En la revista editada con ocasión de la muestra Museo del Golf. La joya del Real Club de Golf de Las Palmas (don José Rivero Gómez. Centro Cultural de la Caja de Canarias. Cicca. Febrero 2005), leemos que, tras conseguir R. Blandy los terrenos de Altavista para la práctica del golf de manera continuada, convocó una reunión en la que «estuvieron presentes (…) miembros de varias casas comerciales, además de la representación consular, religiosa y hospitalaria de la colonia británica. A saber: J. Forman (Swanston y Cía), E. C. Barker (Miller y Cía.), A. Ferguson (viceconsulado), reverendo E. Hutchinson (Holy Trinity Church) y Dr. Briand Melland (Hospital Reina Victoria)».

El Club de Golf o Las Palmas Golf Club, nace el 17 de diciembre de 1891 y, como no podía ser de otra forma, es nombrado primer presidente Richard R. Blandy. El campo de golf estaba situado en el Lomo del Polvo o Llano del Polvo, en el montículo existente tras el Gran Hotel. Curiosamente, existe un plano de los terrenos del establecimiento hotelero en donde se puede observar un camino en zig-zag que lleva a lo alto del montículo, plano fechado en 1889, antes de la creación del club (A. H. P. L. P. Exp. 57. Leg. 4); también se puede consultar otro plano, en esta ocasión de 1902, en el que claramente se ve esta subida al ya existente campo, de tierra y de nueve hoyos; en 1894 ya tenía 12 y en 1903, 13 que, tras recorrerlos, se repetían cinco de ellos hasta completar los 18 hoyos. En estos primeros años del veinte, el Club ya contaba con 70 socios.

El campo, verdaderamente, muy singular, era un terreno de juego difícil. Un gran jugador de golf, Harold Hilton (1860-1942), hace mención de este campo para decir que el césped se sustituye por lava volcánica, por lo que los links así están formados, aunque «…constituyen un excelente sustituto», eso sí, sorprenden el cambio de color. Hacia la mitad del XX, el césped cubría, prácticamente, todo el campo.

Podríamos preguntarnos qué relación tuvo el Gran Hotel Santa Catalina con el golf y más concretamente con el Club de Golf de Las Palmas… Y la respuesta es sencilla y contundente: mucha relación y excelente en todos los órdenes. Veamos. El Gran Hotel se inauguró oficialmente en febrero de 1890, antes de nacer el Club de golf. Aquellos jugadores pioneros, Miller y Swanston, formaban parte del núcleo central de la Sociedad londinense propietaria del Gran Hotel: Joseph Miller y John Alexander Swanston fueron dos de los socios fundadores de la Compañía propietaria del Gran Hotel y Richard Ridpath Blandy formaba parte de la Junta Local (o directores locales) que representaba a la Canary Islands Company, Limited, propietaria del Gran Hotel, en la Ciudad y también, J. Forman (Swanston y Cía). Por otra parte, la empresa londinense nombró como agente de la Compañía en Londres y en Canarias a la firma Swanston y Cía. Pero hay más, mucho más.

Permítanme que vuelva a transcribir otro párrafo de mi libro citado, de la misma página (157), en el que de una manera muy clara, el Gran Hotel participa con el Club de Golf de Las Palmas:

«La relación del Hotel con el golf, en estos inicios, fue muy estrecha y no sería descabellado decir que el Santa Catalina fue precursor o adelantado en ofrecer a su clientela esta actividad deportiva: los huéspedes y clientes no tenían más que serpentear, a través de un camino abierto, por la ladera de la loma para llegar al campo. A mitad de la pendiente se había instalado un quiosco rústico para descansar, guarecerse del sol y tomar alguna bebida refrescante. Este camino ya se había construido incluso antes de la inauguración del Hotel y se tenía prevista también la construcción, en lo alto de la cima, de un kiosco-restaurante que, presumo, no se llegó a establecer. A este respecto, el martes 19 de noviembre (1891), El Liberal, entre otras noticias del Hotel dice: «A la espalda hay una montaña, propiedad también de la empresa, a la que se sube por un camino trazado en zig-zag y en cuya cima va a construirse un kiosco-restaurant para solaz y descanso de los huéspedes del hotel». Desde el Hotel se podía observar una bandera, colocada en lo más alto de la caseta del club, que indicaba que el terreno estaba listo para el juego o, por el contrario, según el color del paño, existía algún inconveniente. La caseta citada, de estructura sencilla y un porche, ciertamente, algo rudimentaria, al menos en su origen, hacía las veces de local social, donde se reunían los jugadores y socios, disponiendo de un vestuario…

Se puede asegurar que el Gran Hotel y los miembros de los directorios, estuvieron muy vinculados, no solo con el juego del golf, también con el propio Club. El máximo representante de la Compañía londinense, Mr. Wallace Willians Cragg que durante años residió en la Ciudad, fue presidente de Las Palmas Golf Club entre los años 1903 y 1916. Dos años después de crearse el Club, Mr. Cragg, diseñó el escudo y en 1899, donó una Medalla de plata como premio entre las jugadoras socias del Club. Andando el tiempo, hacia 1907, ya se había completado el recorrido del campo, instituyó el trofeo que lleva su nombre. El primer español que lo ganó sería don Pedro Bravo de Laguna, en 1933. Un hermano de Richard, Carlos Mauricio, fue presidente del Club entre 1927 y 1940 y también estableció un torneo, a celebrarse cada mes de septiembre, a partir de 1935. Los trofeos más antiguos del Club son: las Copas Palmer, Robinson, K. Erskune y A. Medrington

El Gran Hotel Santa Catalina siempre fue un punto de encuentro, por tanto, la colonia británica acostumbraba a reunirse en el Gran Hotel y también la directiva del Club. Según las actas del Club, las juntas directivas celebraron sus reuniones en el Gran Hotel desde 1896 hasta ya avanzado el año 1910. En el libro citado de Almeida se manifiesta que la «caseta-club» no era lo más apropiado, en esos principios, para llevar a cabo las reuniones. Su interior se dividía en dos habitaciones, una para sala de estar y otra para vestuario. El techo, de planchas de zinc, se aseguraba de los vientos con grandes piedras. Este espacio fue mejorando con los años y a principios del XX se celebraban reuniones familiares para tomar el té.

En la Revista del Centenario (1991), leo que en la junta celebrada en el Gran Hotel, el 26 de febrero de 1896, se informó de que el señor Robinson, ofrecía 10 libras para adquirir una copa. Pero no solo las juntas se celebraban en el Gran Hotel, también, reuniones informales y sociales, entrega de premios, etc. La Asamblea General Anual del Las Palmas Golf Club de 1903, se celebró en el Santa Catalina y el coronel Cragg aprovechó la ocasión para ofrecer al club decano de España un escudo de plata que recogería los nombres de aquellos jugadores del Club que consiguieran batir el récord del campo (The Canary Islands Review, nº 35, 02-11-1903 –pp.274 y 7).

El Gran Hotel, asimismo, contribuyó económicamente, junto con otras empresas, a los gastos del Club. En una de las actas de 1897 se relacionan las empresas colaboradoras (cinco libras anuales) y a sus responsables se les nombra Socios de Honor, por lo que deduzco que el Gran Hotel Santa Catalina es Socio de Honor del Real Club de Golf de Gran Canaria.

El campo de golf de Altavista, así también se le llamó, se clausuró en 1957, trasladándose a su emplazamiento actual de Bandama. Se emitió una medalla conmemorativa que lleva esta inscripción: Despedida Campo Lomo del Polvo. 1891-1957. Una vez más, la medalla, hace de guardián de la Historia.

No quisiera finalizar esta pequeña crónica sobre el golf y su relación con el Gran Hotel, sin mi recuerdo al periodista don José Rivero Gómez, fallecido en marzo de 2017, uno de los más entendidos y sabedores del juego del golf. Ingresó como socio familiar en el Real Club de Golf en 1955. De sus trabajos he entresacado gran parte de todas estas notas y referencias.

Ahora, permítanme referirme a otros aspectos de la historia de este querido Gran Hotel que si bien comenzó su recorrido en el XIX y por distintas circunstancias, desde luego muy serias, tuvo que cerrar comercialmente, su esencia se trasladó a una nueva reconstrucción que llevó a cabo el arquitecto local don Miguel Martín-Fernández de la Torre, tras el encargo del proyecto por parte de la Junta Provincial de Turismo. El impulso final a esta idea se debe al injustamente denostado general don Francisco García-Escámez e Iniesta (1893-1951), marqués de Somosierra a título póstumo y gran benefactor de Canarias. En esos años cuarenta, tiempo difícil y duro para Canarias, el Mando Económico, cuyo responsable máximo en el período 1943-1946, era el citado general, promueve el desarrollo social, cultural y económico y, en tal sentido, promocionó la creación de hoteles, entre ellos, el nuevo Santa Catalina.

El viejo hotel inglés fue adquirido por el Ayuntamiento en 1923, a dos empresarios grancanarios que, en su momento, se hicieron cargo de las deudas de la empresa londinense y, por tanto, eran los nuevos dueños. Tras más de veinte años con el Gran Hotel cerrado, en 1946 se derruye…, pero no su historia, que permanece en el entorno de la Vega de Santa Catalina, envolviéndola de su mágico manto, de su esencia… Pronto se haría realidad otra vez el Gran Hotel.

Una arquitectura neocanaria, para algunos el término no gusta, en definitiva, regionalista, nacida de los hermanos Martín-Fernández, Miguel y Néstor, conjunción perfecta y complementaria de los conceptos artísticos del pintor y arquitecto-constructor… «creación-ejecución, idealización, sueño-interpretación…». En definitiva, Néstor soñador, Miguel ejecutor, dualidad fraternal; vendría, como digo, a continuar esa historia que camina en tres siglos…

La gran obra del Gran Hotel está finalizada, Martín-Fernández así lo certifica el 14 de diciembre de 1949. La Ciudad tiene ya su nuevo Gran Hotel y con éste apócope, hoy ignorado, incomprensiblemente (siendo en la actualidad de cinco estrellas gran-lujo), así se conoce en toda España, y es calificado como de los mejores de entonces. En mayo de 1952 se abre el Gran Hotel al público y en diciembre sería la inauguración oficial.

Actualmente, el Grupo Barceló, tras una gran restauración y rehabilitación, gerencia el renovado Gran Hotel: Santa Catalina a Royal Hideaway Hotel, ignorándose, como digo, su calificativo de grande… ¿qué cuesta decir «Santa Catalina a Royal Hideaway Gran Hotel»?

Entre los cientos de personajes famosos que se hospedaron en este Gran Hotel, permítanme referenciar a los siguientes: la famosa princesa que fue de Caraman-Chimay (1903), Clara Ward, hija del millonario norteamericano; el príncipe Leopoldo de Batteenberg (1907), hermano de la reina Victoria Eugenia y, por tanto, cuñado del rey Alfonso XIII; los reyes Balduino y Fabiola de Bélgica, el emperador de Etiopía, Haile Selassie; Rainiero de Mónaco, el príncipe de Gales, Carlos de Inglaterra; Mario Vargas Llosa, Monserrat Caballé, Carolina Herrera, Carmen Sevilla, Julio Iglesias, etc.

En este 130 Aniversario de la creación del Real Club de Golf de Las Palmas, nuestras felicitaciones y el deseo de los mayores éxitos en cuantos proyectos emprendan.

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