El esquizofrénico que mató a su madre a golpes un fin de año en Las Palmas de Gran Canaria preso de los delirios que sufrió tras suprimirle la medicación que llevaba décadas tomando ha pedido este miércoles perdón por sus actos ante un Jurado, asegurando entre lágrimas que "nunca le habría hecho eso" a su víctima de ser consciente, porque "la quería mucho".

Solo la convicción de estar frente a "una bruja" que quería matarle le llevó a empujar a la mujer, que cayó por unas escaleras y fue a parar a un recodo donde la agarró luego por el pelo para darle contra la pared en la cabeza y pateársela después, ha alegado David B.J., de 54 años, en la sesión final del juicio que se ha celebrado esta semana en la Audiencia de Las Palmas.

Los forenses que analizaron su caso poco después de los hechos, ocurridos el 31 de diciembre de 2019, y también más adelante, estando ya encarcelado, han certificado este miércoles al tribunal que el procesado padece una esquizofrenia paranoide diagnosticada desde que tenía 30 años y han coincidido en afirmar que la falta de tratamiento le causó un brote psicótico durante el cual "veía cosas raras" y "tenía sus facultades intelectivas y volitivas anuladas".

Hasta el punto de plantear una de esas especialistas que, cuando se registró el suceso, por parte del hombre "en ningún momento hay intención de matar a su madre en concreto, sino a una bruja que hay allí" y que pensaba que pretendía hacerle daño, porque -ha añadido- entonces "él está viviendo una situación de miedo, de terror".

Y respalda además esa tesis, según ha subrayado su abogada defensora, la circunstancia de que informes médicos elaborados años atrás al sufrir diferentes crisis, dejan constancia de las manías que le aquejaban, como en un caso en que fue internado tres meses en 2016 y quienes le atendieron señalaron que al delirar decía temer "una suplantación de su hermano mayor y de su madre con ideas de perjuicio".

Puesto que su enfermedad le llevaba a confundir a su progenitora con "una bruja que se hacía pasar por ella para matarlo", llegando incluso a negarse en ocasiones a ingerir la comida que le daba sospechando que estaba envenenada, ha sostenido.

La Fiscalía sustituye su petición de prisión por el internamiento en un centro psiquiátrico

Partiendo de esos antecedentes, la letrada ha planteado que solo el que se decidiera suprimir el tratamiento farmacológico que acostumbraban a darle fue la causa de lo sucedido, puesto que hasta poco antes le ponían inyecciones cada dos o tres semanas, según los momentos, y cuando mató a la mujer, tras suspenderse los pinchazos, "llevaba un mes y medio sin tomar medicación".

Con lo que la escena que tenía en la cabeza cuando ocurrió la agresión -ha dicho- es la de alguien que "se siente atacado, y la intención de defenderse es lo que le lleva a reiterar los golpes".

Ya que la víctima falleció a consecuencia de numerosas contusiones cerebrales que las doctoras que le practicaron la autopsia comprobaron que presentaba, y que eran resultado de haber recibido patadas u otros impactos "bastante intensos", según han relatado en esta misma sesión.

Han recordado, además, que otras heridas que tenía apuntaban a que, en contra del testimonio inicial del procesado, no se cayó por las escaleras accidentalmente sino que fue empujada y agredida antes y después de ocurrir eso, llegando incluso a perder buena parte del cabello como producto de fuertes tirones, algo que corroboraron policías que acudieron al lugar y hallaron numeroso pelo esparcido entre manchas de sangre por el inmueble.

La defensa solicita que la calificación de asesinato sea sustituida por la de homicidio

Todo ello ha conducido a que la fiscal que ejerce la acusación pública en el juicio haya modificado su petición de condena, sustituyendo su solicitud de encarcelamiento primera por otra de internamiento en un centro psiquiátrico, si bien sin modificar su calificación de los hechos como asesinato y añadiendo también un cargo de delito de atentado por atacar a un agente que fue a detenerlo, enzarzándose con él hasta que ambos cayeron por las escaleras.

Por ello, ha propuesto que cumpla una pena de 18 años por el presunto asesinato y de 3 años más por el de atentado que le atribuye.

Frente a sus peticiones, la defensora del hombre ha abogado por que se le absuelva del delito de atentado, aduciendo que lo ocurrido con el policía que iba a detenerlo fue "un accidente", y que la muerte de su madre no se considere asesinato sino homicidio, aplicándole la condena de menor duración posible, 10 años, pues -ha afirmado- "es algo que no ha sido buscado, es un hecho que sucede de forma espontánea como consecuencia de su enfermedad".

Padecimiento que ha vivido el acusado, conforme a lo que ha declarado al concederle la palabra en último lugar, como "un tormento de 24 años" y que le llevó a actuar contra su voluntad y hasta contra su personalidad en aquellos momentos, como prueba la circunstancia de que -ha asegurado- "yo nunca he pegado a nadie".