La Provincia - Diario de Las Palmas

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Navidad en la capital

Navidad entre risas y un par de sustos

Los coches de choque, tiovivos y demás atracciones llenan Siete Palmas

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Feria Navidad Siete Palmas

«Te llevas un par de sustos, pero también unas cuantas risas», señalan dos amigas nada más salir del tren del terror, una de las atracciones con más demanda estos días en la feria desplegada en la explanada anexa al Estadio de Gran Canaria, en Siete Palmas. Tras un año de ausencia por culpa de la Covid-19, los coches de choque, los tiovivos, los barcos piratas y las ansiadas tómbolas vuelven a brillar. El olor a castañas asadas y al aceite de las papas locas también regresaron a la capital por Navidad. Sin olvidar de las risas y la diversión, algo tan necesario en tiempos de pandemia y que se hace palpable entre las caras del público, y eso que llevan todos mascarillas -un requisito obligatorio para poder acceder al recinto-. La feria, que cuenta con aforo reducido, estará abierta hasta el próximo domingo 9 de enero y el horario es de 5 de la tarde a 11 de la noche, aproximadamente.

Si hay dos atracciones estrella en toda feria que se precie, esas sin duda son los cochitos de choque y el tren del terror. Decorada con figuras de Freddy Krueger, momias y murciélagos, las caras en la fila para entrar a esta última lo dicen todo. Ese extraño sentimiento entre el miedo y la diversión. Porque, al fin y al cabo, quienes entran saben que se llevarán más de un susto. Sin medias tintas, si no quisieran pasar miedo no entrarían ahí, optarían por el dragón, el barco vikingo o los toros, donde, sin duda, la adrenalina está igualmente asegurada.

Navidad entre risas y un par de sustos

«Me tapé los ojos y no vi nada, solo escuchaba gritos y lamentos, qué horror», apunta desalada Patricia, junto a sus amigas. A Mabel Kouliho le tocó este sábado hacer «de cuidadora» y llevar a su hija Valeria y a sus amigas a la feria de atracciones instalada en Siete Palmas por Navidad. Acaban de salir del tren del terror y las chiquillas se bajan de la vagoneta con sentimientos encontrados, «te llevas muchos sustos, pero cuando sales te entra la risa», añade Diana.

Es más, desde fuera una cámara en blanco y negro muestra lo que va ocurriendo por el interior; y las caras que ponen los atrevidos son de película en muchas ocasiones. «Salen payasos, murciélagos», apunta Diana una vez más, «lo peor es cuando te empiezan a tocar los pies», añade la otra Patricia del grupo; «de repente estaba todo a oscuras y no parabas de escuchar gritos por todas partes», comentan todas al unísono, enraladas como ellas solas.

Después de este chute de emociones, toca seguir explorando la feria. «Ya estuvimos en la V», indica Diana refiriéndose a la barcaza que va a toda velocidad por una gran estructura en forma de V; «dos veces», puntualiza una de las Patricias, «es fantasía». Sin duda, hay ganas de feria y de enrale. «Después de casi dos años sin poder trabajar se nota», indica Mari Carmen Santana, miembro de la organización y de la asociación provincial industrial de feriantes de Las Palmas.

El sector de los feriantes ha pasado por largo un periodo de incertidumbre y de crisis económica a causa de la pandemia. Según Santana, esta es la segunda que hacen desde entonces -la primera fue en Vecindario con motivo de las fiestas de San Rafael el pasado mes de octubre-, «al final lo que queremos es trabajar, es lo que necesitábamos», añade con la vista puesta en las próximas semanas, que es cuando se espera más público. Y es que este el sustento familiar de quienes se dedican al negocio, como familiar es el público que eminentemente estos días acude a Siete Palmas; de hecho, los adultos con niños tienen prioridad a la hora de entrar dentro de los aforos permitidos.

«En mi opinión está yendo bien, como hay un horario cerrado, la gente viene y siempre come algo», comenta Vanesa Vidal en su puesto de comida rápida. «En otras ferias [anteriores a la pandemia] tenías que esperar a la verbena y a poner copas, pero ahora estamos haciendo caja», indica. «Entre semana está la cosa floja, pero los fines de semana es otra cosa, la gente se ve que viene con ganas», repite entusiasmada por volver a trabajar en un evento así después de tanto tiempo. A su alrededor, corren las salchipapas y las hamburguesas con ketchup.

Antonio Castro, en cambio, no muestra tanto entusiasmo desde su puesto. «Mal, está la cosa a medio gas por los aforos», comenta, «pero bueno, es lo que hay». Al final, «lo importante» es que vuelven a trabajar después de casi dos años en los que cuando único han podido montar una feria así ha sido en las fiestas de San Rafael de Vecindario. «Hemos ido aguantando el tirón; lo que no se entiende es que el estadio esté lleno», añade antes de apuntar sus armas -regenta una tómbola-, «después de esto estaremos parados hasta vete a saber cuándo».

Ricardo y su familia son de los que han probado suerte en la tómbola, «un altavoz», apunta que se lleva para casa. «La verdad es que se pasa un rato agradable está muy animado», señalan estos teldenses. Sus hijas, de hecho, corren como locas en busca de una nueva atracción. Ya han subido al barco vikingo, la v, los cochitos de choque, el tiovivo, el pulpo, «perdimos la cuenta». Al final, lo importante es eso, pasarlo bien y olvidarse de las penas, eso sí, sin bajar la guardia ante el virus.

En la imagen principal, grandes y pequeños disfrutan de una de las atracciones de la feria de Siete Palmas. Debajo, pelos locos en los tentáculos del pulpo y la tómbola de Antonio Castro. |

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