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La capital prepara la Nochebuena

Las compras para el menú navideño se menguan al sentarse menos a la mesa

En el Mercado Central los puesteros notan menos público en vísperas de Nochebuena

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Compras para la cena de Nochebuena en el Mercado Central de Las Palmas de Gran Canaria José Carlos Guerra

Es la víspera de Nochebuena y en el Mercado Central se puede comprar con menos alboroto que otros años por estas fechas. El hecho de que haya coincidido en viernes la celebración ha propiciado que la afluencia se haya escalonado a lo largo de la semana, explican los puesteros, pero aparte de eso, hay un dato que ha vuelto a imponer cambios en la tradición. El repunte de los casos de Covid ha provocado que las compras para realizar el menú navideño hayan menguado. La razón es sencilla y tiene base matemática: con menos comensales hay que llevar menos marisco, menos pescado y menos carne. Y hasta menos aguacates.

Los langostinos, el baifo y el cordero son los alimentos más demandados en el Mercado Central

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Son las once de la mañana. No hay control de aforo y se puede transitar con holgura. Aunque por momentos hay cierto trajín en las pescaderías, carnicerías, en los puestos de verduras, y de pan, los números del turno pasan pronto. Muy atenta para no perder la vez, Esther Suárez espera para comprar un «poco de pescadito». Y aclara que es poco porque es sólo para ella, y que, de primero, se hará un puré de verduras. «Mi yerno dio positivo con lo que ya no puede venir una de mis hijas, y la otra tampoco porque una de sus hijas está en cuarentena por un caso que hubo en el colegio», señala. Es la primera vez en su vida que tiene que comer sola en Nochebuena y Navidad. El pasado año se sentaron diez a la mesa, y «no pasó nada». Concienciada de estas circunstancias, da por hecho que sus vecinas le dirán que baje, pero tiene claro que será «saludar y adiós».

En la casa de Pilar Ortega también van a ser menos de familia. Cenan juntas sus dos hijas y ella porque su hijo y su nuera han optado por no acudir por precaución. Con costillas de cerdo, gambas y un poco de jamón iba a resolver su parte del menú, la otra será lo que aporten sus hijas. Pero ayer sólo se acercó a por la carne, pues el marisco lo tenía desde hace un mes para evitar pagar más.

Y es cierto que determinados ejemplares de marisco, y algunos tipos de carne estaban un poco más caros. Juan Montesdeoca, de la pescadería Hermanos Montesdeoca, lo confirmaba. Entre un 20 y un 30 por ciento ha subido, sobre todo el “marisco de patas”, como la langosta, el buey o el centollo, mientras que las almejas o el mejillón se mantienen igual. Lo que más se demanda es el langostino y el mejillón. Pero hay un dato más allá que le preocupa al margen de los precios. “La gente que compraba para diez ahora lo hace para cinco, y otros han cancelado las reservas», asegura. Pese a todo, también cuenta que hay clientes que otros años iban de restaurante, y este año se quedan en casa. Pero si bien ha notado que la gente ha sido mucho más previsora quizás para evitar las aglomeraciones, sobretodo ante el aumento de la incidencia de coronavirus, al mismo tiempo declara, abiertamente, que ayer había menos afluencia de público, y que otros años. «En un día como éste, habría tenido a dos empleados más trabajando”. Aún con todas estas circunstancias, añade que “no deja de vender”.

A Manuel Romero le toca siempre hacer los recados, una tarea que tiene asumida porque o va su mujer o va él. Con el cordero ya comprado que tienen previsto preparar al horno, explica que su hija, y su familia, que vive en Málaga no va a poder compartir con ellos la Navidad por la pandemia con lo que van a ser sólo cuatro este año.«No ha querido arriesgarse porque si por alguna casualidad se produce un contagio no pueden volver», comenta.

Con el mismo planteamiento previsor, en casa de María José de diez que iban a compartir mesa esta Nochebuena finalmente serán sólo seis. «Se han echado para atrás algunos por el covid, pero es lo que toca», declara. A la hora de confeccionar el menú no le ha dado muchas vueltas y ha seguido la tradición: langostinos, salmón, queso, jamón, paté y solomillo. Este último alimento parece que lo prepara su hija. Lo que no ha sido para nada determinante han sido los precios. «No he mirado nada porque la verdad es que si te pones a ver los precios no comes», remarca, mientras se dispone, convencida de que ha dicho una gran verdad, a tirar del carro, ya con toda la compra resuelta a eso de las doce de la mañana.

Y no se equivoca porque el cordero cuesta en una carnicería 23 euros el kilo, mientras que el solomillo se eleva a los 40 euros.

Aunque en otra carnicería, en la que regenta la familia de Ana Cardona, el cordero se puede adquirir a algo más barato, a 18,90 euros, y el cabrito a 15,90 euros. Sobre esta diferencia de precios cuenta que la carne que viene de la Península como el cordero si que se ha encarecido, pero la del país no porque en su caso tienen un acuerdo con los productores de la isla.

Precisamente Julia González se había acercado ayer a comprar el baifo. Su receta parece sencilla: ponerle un buen majado y luego freírlo. Lo lleva haciendo toda la vida, pero también incluye unos mejillones y otras cosas para picar. Van a ser cinco para cenar, ella con su marido, sus hijos y su nieto. «Somos los que somos porque los mayores ya no están».

También José Calderín, que va de un lado a otro de un puesto de verduras, que lleva junto a su mujer y su hijo, lamentaba que sólo sean tres en casa porque antes llegaban a celebrar la Nochebuena y el día de Navidad hasta 30 personas de la misma familia. «Es lo que hay, aunque es triste», sentencia.

En el Mercado Central no hubo aglomeraciones la víspera de Nochebuena. Un año más el marisco, pescado, y la carne marcan la cena que comparten menos de familia. |

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