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Puerto

La sexta ola del coronavirus altera la temporada de cruceros en Canarias

Las navieras realizan desde el mes pasado pruebas diagnósticas justo antes del embarque | AIDA suspende uno de sus viajes tras un brote a bordo del ‘AIDAnova’

Barcos de crucero atracados en el muelle Santa Catalina del Puerto de Las Palmas. | | JUAN CASTRO

El sector de los cruceros no está siendo ajeno a la sexta ola del coronavirus, que ha llegado a alterar los planes de varias navieras que operan en Canarias durante la temporada invernal. El caso más reciente lo ha protagonizado la germana AIDA, que se ha visto obligada a suspender uno de sus periplos por las Islas tras un brote de covid a bordo mientras viajaba desde Alemania, aunque desde las administraciones portuarias se recalca la robustez de los dobles protocolos -de las navieras y del Estado- a los que tienen que someterse los pasajeros para poder viajar en barco turístico.

AIDA, una de las principales clientas del Puerto en la temporada invernal por su alto número de escalas, tuvo que descartar el AIDAnova poco antes de fin de año, cuando su buque más moderno se dirigía hacia Madeira procedente de Alemania. El barco, con unos 3.000 pasajeros a bordo, debía pasar por Funchal en Nochevieja para continuar después hacia Canarias, donde iba a arrancar su temporada el 3 de enero, pero no llegó a pasar de Lisboa.

Un brote que comenzó afectando a varios miembros de la tripulación y se extendió a los pasajeros hasta registrar al menos 68 casos positivos llevó a la enseña alemana del grupo Carnival a desalojar el buque en la capital portuguesa y dirigirlo hacia Barcelona, a donde llegó el viernes a primera hora de la mañana. La decisión, en cualquier caso, no estuvo motivada por ninguna imposición de las autoridades portuguesas o españolas.

AIDA anunció, poco después de suspender el crucero de fin de año, que descartaba también iniciar otros viajes que debían arrancar entre Santa Cruz de Tenerife –el 5 y el 12 de enero– y Las Palmas de Gran Canaria –ayer, día 8 de enero– en las primeras semanas del año. El buque, que permanece en la capital catalana, aún mantiene activo su crucero en las Islas programado a partir del día 22, de acuerdo con las previsiones de la Autoridad Portuaria.

El director comercial de los Puertos de Las Palmas, Juan Francisco Martín, circunscribe la situación del AIDAnova al cumplimiento, por parte de las navieras, de sus propios protocolos en combinación con los establecidos por el Gobierno de España. Recuerda, asimismo, que la actualización más reciente de las normas estatales –elaboradas, además, a partir de las pautas del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades y la Agencia Europea de Seguridad Marítima– refuerza el papel de las pruebas diagnósticas previas a la llegada al crucero: «La última versión, del 30 de noviembre, ya exigió el test previo el día del embarque».

Las navieras dedicadas al turismo marítimo también exigen a sus huéspedes que dispongan de la pauta de vacunación completa y en muchos casos han prohibido el embarque de personas menores de 12 años, ya que hasta hace pocas semanas no estaban autorizadas a recibir las inyecciones. Esta combinación de factores, agrega Martín, «acota muchísimo las posibilidades de transmisión» al detectar la inmensa mayoría de los casos positivos antes del embarque.

Además de exigir pruebas justo antes de embarcar en vez de 48 horas antes, la última versión del protocolo español también incluye otro test al finalizar la travesía, e incluso otro intermedio en caso de que el viaje en barco tenga una duración superior a siete días. «Se están dando casos, pero se están detectando antes del embarque», recalca el responsable comercial de La Luz.

El aumento en el número de casos vinculados a los cruceros solo puede ser considerado indicativo, según apunta Martín, de la mayor contagiosidad de la variante dominante. Aun en el caso de que los test previos puedan dejar escapar algún positivo sin detectar, una vez a bordo todas las personas deben estar vacunadas, a diferencia de lo que ocurre en tierra firme, y también existe un estricto protocolo sobre el uso de mascarillas en los espacios públicos de los buques.

Excursiones ‘burbuja’

Compañías como AIDA también están reforzando la seguridad sanitaria en las excursiones en tierra. Los pasajeros del AIDAmar, por ejemplo, tienen que apuntarse a las visitas organizadas si quieren visitar los lugares donde se realizan las escalas, tal y como ocurría durante la temporada pasada.

Las navieras también han aumentado el número de camarotes exteriores reservados para imprevistos. Los primeros protocolos que permitieron el retorno de la actividad estipulaban que en todo momento debía haber un 1% de habitaciones libres con ventana o balcón para alojar a los contagiados o sus contactos, pero ese porcentaje se ha elevado hasta el 5% para garantizar la separación de los positivos del resto del pasaje y la tripulación.

La norma española también facilita la continuidad de las operaciones de los barcos en caso de que exista algún positivo a bordo. En versiones anteriores especificaba una obligación de desembarcar a las personas contagiadas en un plazo máximo de 24 horas desde el diagnóstico, pero ahora se pueden solicitar permisos temporales para continuar navegando, aunque haya algún puerto de escala previsto, hasta que se confirme que en tierra existe capacidad alojativa para hacer frente al caso. De este modo se evitan desvíos o cancelaciones de viajes.

La ausencia del AIDAnova durante las primeras semanas de enero ha alterado la temporada, aunque otros buques mantienen su programación en las Islas sin cambios. El Puerto de Las Palmas tiene programada casi una treintena de escalas hasta final de mes con barcos como el Queen Elizabeth, que llega el martes, o el Iona, que pasará por la capital grancanaria el día 21. Ambos buques realizan periplos desde el Reino Unido, al igual que el Bolette de Fred. Olsen Cruise Lines o el Spirit of Adventure de Saga Cruises. Otros, como el Vasco da Gama, tienen su puerto base en el Archipiélago.

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