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CRISIS DEL CORONAVIRUS

La Covid acecha a la decana de las escuelas infantiles de Las Palmas de Gran Canaria

Maphalda pierde dos tercios de su alumnado debido a la crisis sanitaria | «Nuestra función es escuchar y acompañar a los padres», afirma el director

Fachada de la escuela infantil Maphalda, en el barrio capitalino de Los Tarahales LP/DLP

La escuela infantil Maphalda, en la recta de Los Tarahales, abrió sus puertas en 1975, hace ya 47 años, como un centro de acompañamiento y escucha para los padres y madres que dejaban en él a sus hijos, con la certeza de que iban a estar bien atendidos y formados en sus primeros años de vida. Cinco décadas después, la crisis del coronavirus amenaza sus cimientos tras haber perdido en los últimos años dos tercios de su alumnado, hasta los alrededor de 50 niños y niñas que tienen inscritos en la actualidad. Unas circunstancias que les llevan irremediablemente a sondear la posibilidad de cerrar para siempre

El director de la institución, Paco Martín, explicó este viernes a LA PROVINCIA que la situación provocada por la Covid el año pasado «limitó todo el compromiso social de la enseñanza de la escuela», creando una especie de mundo «zombi». «Los padres no pueden realmente abordar el trabajo, la cercanía de sus niños, la economía, los Ertes...», enumeró. Todo ello ha arrasado con el 50% del coste real del proyecto empresarial, por lo que corre el riesgo de interrumpir definitivamente su actividad y echar el cierre. Y es que su carácter y filosofía independiente, ajena a cualquier tipo de ayuda o subvención, la sitúan en una posición muy comprometida de cara al futuro. 

¿Cómo se ha llegado a esta situación? El miedo a posibles contagios en esta pandemia tan complicada y la falta de ingresos que ha provocado en muchas familias son el caldo de cultivo perfecto para que las inscripciones de cara al futuro curso académico hayan caído en picado. Todo ello pese a que, aseguraron desde la propia institución, gracias a los grupos burbuja no se ha producido ningún contagio dentro de sus aulas durante todo este periodo. 

Martín opina que las familias no pueden abordar todos los problemas que ha traído el coronavirus

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En palabras de su director, el mundo del presente «está mucho peor que el de ayer», en el sentido que las tecnologías han limitado mucho a las nuevas generaciones. «Yo pienso que el hecho esencial que un padre tenga que quedarse en casa porque no puede trabajar debido a la infección se lo impide, es mucho más complicado y angustioso que tú, sin tener nada, tengas que ir a echarle de comer a las vacas o a las cabras, y a la vez tengas que cuidar a tus hermanos porque tu madre tiene que ir a regar las papas porque si no, no comes», indicó Martín, quien fue el mayor de 13 hermanos y tuvo que cuidar de los suyos cuando su madre faltó, estando él en el cuartel. Los esfuerzos de antaño, pese a ser «muy duros» se asumían como la realidad cotidiana de la gente, pero hoy se asume «con angustia, con miedo a salir a la calle, a compartir, a que nos pase algo».

El futuro

Al ser preguntado por cómo se puede arreglar el panorama que se cierne sobre la escuela infantil, Martín señaló que depende, en parte, de las administraciones públicas, puesto que tienen la «responsabilidad» de extender el trabajo que llevan casi 50 años desempeñando en Maphalda al resto de centros de estas características de titularidad municipal. «No es que necesitemos que nos hagan el trabajo, sino que acompañen esta filosofía de trabajo y de servicio para que los padres sigan confiando en sí mismos», repuso el director, para luego agregar que los padres deben saber que tienen alguien que les acompaña en ese momento. 

Pese a no haber sufrido contagios en las aulas, mucha gente tiene miedo de enviar a sus hijos

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La filosofía de Maphalda, resumida por su director, es la de acompañar a los padres cuando tienen que responder a sus obligaciones personales y laborales. En esas circunstancias, insistió, «necesitan ser escuchados y respetados», y esa es la función de la que se encarga la plantilla de la escuela. A partir de esa premisa básica, las educadoras y el resto del personal «acuden a atender al niño independientemente de su clase, de qué manera hable o de qué padre tenga». Porque el compromiso con la educación inclusiva es una máxima del método de trabajo que tienen, enseñando en comunidad y en la diversidad sin ningún tipo de etiqueta. 

Paco Martín recordó que, desde su nacimiento en 1975, la escuela infantil ha pasado momentos difíciles, sobre todo en sus inicios, en las décadas de los 70 y 80, cuando se trataba de consolidar la democracia. En estos años de labor, expresó, han contribuido al desarrollo de todo un barrio como Tamaraceite. Y llamó a que la juventud no olvide, en caso de que terminen cerrando, toda esa función que desempeñaron ni los beneficios que reportaron a los más de 7.000 estudiantes que tuvieron en sus aulas. «Porque si guardamos el pasado por miedo, no tendremos el futuro con esperanza», concluyó. 

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