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10 años sin Paco España, el rey del transformismo

El isletero Paco España hizo sus primeros pinitos de mujer en plena dictadura, conoció el éxito en la transición y se mostró tal y como era hasta acabar en el olvido

Paco España en una actuación en los años 80.

Paco España (Las Palmas de Gran Canaria, 1945-2012) vivió una vida llena de emociones y que se movía como una montaña rusa. Pasó de cobrar 500.000 pesetas [3.000 euros] en una actuación en su etapa de fama y gloria a llevarse menos de 50 euros en los últimos años de su vida. LA PROVINCIA/DLP recuerda al rey del transformismo diez años después de su muerte. Ascenso y caída de un artista del momento.

Allá por los años 80 lo llamaban «el rey» y vaya que si lo era. Las míticas salas de fiesta de Las Palmas de Gran Canaria -Flamingos o El Molino, entre otras- anunciaban a bombo y platillo las próximas actuaciones del transformista Paco España y terminaban por colgar el cartel de completo. Con su desparpajo y naturalidad, el isletero se llevaba al público de calle en sus espectáculos. Hizo sus primeros pinitos disfrazado de mujer cuando todavía Franco no había muerto, conoció el éxito en plena transición y se mostró siempre tal y como era en una época en la que ser abiertamente LGTB era tarea complicada -por no decir directamente que le podía costar la libertad-. Salió en cine y televisión y recorrió medio país con su bata de cola, pero con el cambio de siglo acabó en el olvido con shows venidos a menos en el centro comercial Yumbo de Playa del Inglés. Diez años después de su muerte a los 66 años de edad -el 23 de enero de 2012-, LA PROVINCIA/DLP hace un repaso a la vida de un icono convertido en leyenda.

«Un día no sé si nombrando a sus hijos, los rollos y amoríos de Lolita, Lola [Flores] que estaba en el patio de butaca [del teatro Muñoz Seca de Madrid] se puso como una fiera y me dijo de lo último», confesaba Paco España a la periodista Marisol Ayala en los 90. Después de aquello, el empresario del local llevó a La Faraona a los tribunales por escándalo público, pleito que perdió la artista. A partir de ese momento comenzó la relación del transformista con la familia Flores, con quienes llegó a compartir focos. Y es que la vida del isletero fue una auténtica montaña rusa, ganó dinero a espuertas tras una época en la que tuvo que «hacer de todo; de todo, nena, que el hambre es muy fea...», tal y como reconoció años más tarde; para finalmente morir en el olvido, rodeado eso sí por amigos y familiares.

Paco España, famoso transformista. César Lucas

Isletero de nacimiento, Francisco Morera [Las Palmas de Gran Canaria 1945-2012], alias Paco España, cantó de pequeño en una radio local y en fiestas de barrio, pero pronto marchó a Barcelona en busca de más. Apenas era un chiquillo, todavía era menor de edad, y le costó hacerse un hueco en la noche de la Ciudad Condal. Fue rechazado por «ser feo» -llegó a decir que era «más guapa de mujer que de hombre»-, por lo que se las ingenió y decidió ponerse la peineta y maquillarse en ballets y salones. Pasó numerosas calamidades, pero eso no le amedrentó, a pesar de que en plenos años 60 atreverse a ir con ropa femenina era tarea arriesgada, corría el riesgo de caerle encima la Ley de Vagos y Maleantes.

Paco España en La Provincia, 1986. LA PROVINCIA

Tras un tiempo en los cabarés de Barcelona se mudó a Madrid, donde conoció la fama, especialmente al calor de los aires de libertad de la Transición y el morbo del destape. Su cara lució durante años a las puertas de las salas de fiesta de la Gran Vía y alrededores; «no nos hacemos una idea ahora mismo de lo famoso que era, estaba en todas partes», señalaron amigos y conocidos tras su muerte. De hecho, llegó a codearse con la flor y nata de los artistas de su tiempo -dicen que Salvador Dalí le regaló un dibujo-. Y es que tenía ese don para llevarse a todos al bolsillo, incluidas a las folclóricas a las que «tan bien» imitaba en aquellas noches canallas.

Paco España: «He sido más sincero al hablar de mi sexualidad abiertamente que jugar a ser hipócritas»

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El caché fue tal que llegó a cobrar 500.000 pesetas por un pase [unos 3.000 euros]. «A principios de los 90 le dijimos de participar en las fiestas del Pilar de Guanarteme, le ofrecimos 100.000 pesetas [unos 600 euros]», explica Simón Alejandro, de la comisión de fiestas del barrio de la capital grancanaria y sobrino del transformista, «pero se negó, decía que un artista no se vendía así». «Veías su cara en los carteles de Gran Vía y sentías orgullo, siempre consiguió lo que quiso y por eso estuvo en lo más grande», añade.

Paradójicamente, acabó sus últimos años haciendo espectáculos esporádicos por menos de 50 euros. Una turbulenta trayectoria que el director artístico Israel Reyes ha recordado en este último año con el musical Paco España era un espectáculo, con guion de Santiago Escalante y protagonizado por José Ignacio Galán, transformista más conocido como Nacha la Macha. «Su figura trascendió el underground madrileño y triunfó», apunta Reyes, quien destaca su valentía. «Nunca se escondió, pero no era activista, era quien quería ser porque entendió no hacía nada malo», añade.

Portada del 'Diario de Las Palmas' en diciembre de 1982.

Portada del 'Diario de Las Palmas' en diciembre de 1982. Diario de Las Palmas

Y es que el transformista al subir a los escenarios repetía aquello de «¡Damas, caballeros, mariquitas simpatizantes...!» o la frase de «¡No somos machos, pero somos muchas!». En una entrevista con el Diario de Las Palmas en 1982 habló abiertamente de su sexualidad y su atracción por los hombres, «seguramente he sido más sincero al decirlo, pero no hay que olvidar que es mucho más positivo afrontarlo directamente que andar jugando a ser hipócritas».

En las vueltas de su vida, Paco España llegó a casarse con una de sus bailarinas y tuvo dos hijos, Mariángeles y Ricardo. Este último recogió el año pasado el reconocimiento de su padre como Hijo Predilecto de Las Palmas de Gran Canaria. «Fue un luchador, se lo curró mucho y más en pleno franquismo», señala a este periódico, «salir con él significaba pararnos a cada momento porque todo el mundo se le acercaba».

Paco España en 2005, ya en su última etapa en el olvido. Santi Blanco

Una fama que terminó «por absorberle», llevándole a donde no quería cuando no supo reinventarse -llegó a vivir en 2005 en una pensión de La Isleta-. Sin duda, Paco España, quien llegó a tener un amplio repertorio de canciones y salió en películas como Haz la loca... no la guerra (1976) o Los placeres ocultos (1977), fue a contracorriente y vivió una vida como la de los grandes artistas, llena de luces y sombras.

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