La comunidad evangélica en Canarias es amplia y diversa, «un crisol», según los expertos. La expansión con colegios propios es «un nuevo paso» en su implantación en la sociedad.
Canarias camina hacia una realidad plural en lo religioso. Desde que en 1967 -todavía bajo la dictadura franquista- se promulgara una primera ley para regular la libertad de culto, las alternativas a la Iglesia Católica han ido ganando terreno poco a poco. Las iglesias evangélicas están despuntando especialmente, en buena medida por medio de las olas migratorias desde finales de los 90 y el 2000, principalmente desde América Latina pero también desde África Subsahariana, según los expertos.
El origen de esta confesión en las Islas cobra importancia en los años 30, aunque ya existían desde finales del siglo XIX iglesias anglicanas. Es entonces cuando llegan misioneros estadounidenses previo paso por Cuba, según explica Roberto Carlos Rodríguez González, historiador de las religiones de la Universidad de La Laguna. Precisamente, es de Norteamérica y en 1930 cuando llegan las primeras misioneras, Amy Ausherman y Florece Isaacson de Larsmont, que implantan en Canarias las iglesias de la Asamblea de Dios -a la que pertenece Buenas Nuevas-.
Con la apertura a otros cultos en el tardofranquismo y la transición se produce una tímida expansión entre la población local. «A partir de 1967 les permitieron tener sus templos y cierto grado de publicidad», indica Rodríguez González. Al mismo tiempo, crece entre la etnia gitana, algo que en Canarias no es tan palpable como en la Península al ser más reducido su número. El historiador recalca que hasta mitad de los 90 los evangélicos en las Islas eran «fundamentalmente españoles».
«Son ambiciosos, tienen un proyecto social y creen que convertir a la gente es su misión»
De hecho, a principios de los 90 ya había actos públicos de esta confesión en las calles de las Islas. Como los rezos colectivos que se organizaban en una plaza trasera de la avenida Mesa y López de la capital grancanaria en 1993, que causaron quejas vecinales. En este contexto nace el primer canal de telepredicadores de España, de la mano del pastor Sergio Zubillaga. Para 1997, de los siete programas de estas características que había en todo el país, tres se emitían desde las Islas, además del que organizaba Buenas Nuevas en Guanarteme había en Tenerife y Lanzarote.
El boom llega en el 2000 con las migraciones de Latinoamérica -Colombia, países centroamericanos- y de África Subsahariana -Ghana y Nigeria-. De hecho, el crecimiento de este credo en ciertos países del otro lado del Atlántico data de los 80 y, especialmente, de los 90. En el estudio que realizó Rodríguez González en 2008 detectó en Canarias 130 templos y 12.000 fieles. Su creciente influencia ha llevado a que, por ejemplo, la Misión Cristiana Moderna en Fuerteventura tenga el mayor auditorio de la isla, con capacidad para 3.000 personas. Hoy son una comunidad «diversa» con miembros de todos los estratos sociales y económicos.
Hacer ahora un centro educativo sería «un nuevo paso», indica el historiador. En este sentido se expresa también el sociólogo Antonio Montañés, de la Universidad de Oxford y experto en la comunidad evangélica. «Esta religión ya se reconoce en el sistema educativo si hay un número mínimo de alumnos, pasar de ahí a un colegio propio es algo muy relevante», apunta, al tiempo que indica que «en buena medida» la Iglesia Católica mantiene su influencia en la sociedad «con el poder que tienen en los colegios».
«En España hay un proceso de pluralidad religiosa», apostilla, «los evangelistas son muy ambiciosos, porque tienen un proyecto social, creen que convertir a la gente es su misión». De momento, las distintas iglesias han destacado por su papel social en ciertos colectivos de inmigrantes; aunque, precisa Montañés, aún están lejos de tener «gran influencia en la sociedad» y tan solo hacen «algo más de ruido» en temas morales.
