Los cruceros para adultos del magnate Richard Branson llegarán por primera vez a Canarias el próximo mes. Virgin Voyages desplazará hasta el Archipiélago el segundo barco de su flota, el Valiant Lady, que tocará los puertos de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife como parte de sus viajes inaugurales. La compañía, que se vende como el reverso de las navieras tradicionales con singulares servicios a bordo como tatuadores o tiendas de vinilos, acaba de recibir el buque, que llegará a las Islas el 26 de marzo.
El Valiant Lady se incorporó de manera formal a la flota de Virgin Voyages la semana pasada tras su construcción en el astillero italiano de Fincantieri. La naviera de Branson –aunque el magnate solo tiene una participación en la empresa, su figura domina todo el marketing de los buques– ha aprovechado la circunstancia para confirmar los primeros viajes y destacar un aumento del 70% en el número de reservas desde diciembre. «La eliminación de las restricciones de viaje en el Reino Unido ya está ofreciendo señales positivas», ha asegurado el consejero delegado de la compañía marítima, Tom McAlpin.
Las visitas a Canarias forman parte de una serie de circuitos por el Atlántico que el Valiant Lady emprenderá a finales de marzo. El buque tocará en tres ocasiones los puertos de Santa Cruz de Tenerife (26 de marzo, 9 y 23 de abril) y Las Palmas (27 de marzo, 10 y 24 de abril) consignado por Bergé Marítima, según consta en la previsión de escalas elaborada por la Autoridad Portuaria de Las Palmas. Tras los viajes hasta Canarias, que tendrán su origen y final en el puerto británico de Portsmouth, el crucero se dirigirá a Barcelona, que será su base en el Mediterráneo occidental durante todo el verano.
Lujo informal
Virgin Voyages se suma a la lista de navieras que estrenan operaciones regulares en Canarias esta temporada. La llegada del buque de Branson supone más enlaces crucerísticos con el Reino Unido, uno de los mercados más tradicionales de este sector con viajes que tienen origen y final en puertos del sur de Gran Bretaña. La nueva compañía aspira a un sector de pasajeros medio-alto en competencia con P&O, del grupo Carnival, y Royal Caribbean, que también cuentan con barcos de gran capacidad –en el Valiant Lady pueden viajar 2.770 pasajeros– para cubrir estas rutas. «Se trata de un producto de lujo, pero informal», detalla el director comercial de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, Juan Francisco Martín.
La naviera de cruceros respaldada por Virgin forma parte de la red de compañías creadas por Richard Branson, que de vender discos por catálogo a comienzos de la década de 1970 pasó a tener un gigantesco conglomerado con todo tipo de negocios en propiedad o a través de licencia de marca, desde gimnasios hasta bancos o compañías aéreas pasando por empresas de telecomunicaciones o de transporte en ferrocarril, entre otros. En los últimos años, el magnate ha respaldado proyectos como el de Virgin Galactic, con el que busca impulsar el turismo de vuelos suborbitales, o la misma Virgin Voyages, una joint venture en la que también participa el fondo de inversión Bain.
Virgin Voyages responde a los mismos atributos de marca que otras firmas del ‘universo Branson’, con la experiencia de cliente como elemento conductor. Los pasajeros, por ejemplo, no son huéspedes o clientes, sino «marineros» que se embarcan en barcos de diseño contemporáneo, alejados de las líneas decorativas habituales en las grandes compañías de cruceros. La sobriedad de otras navieras contrasta con el espíritu despreocupado de estos buques, diferencias que se notan también en el tipo de servicios y entretenimientos ofertados a bordo.
El Valiant Lady, con 277 metros de eslora y capacidad para 2.770 pasajeros en 17 cubiertas, es un barco exclusivo para adultos en el que cada camarote cuenta con su propia hamaca colgante en el balcón. La mayor parte de las bebidas no alcohólicas –aguas, refrescos, zumos, cafés y tés– están incluidas en el precio del pasaje, al igual que las comidas en todos los restaurantes a bordo. Los casinos de otros barcos se convierten aquí en salas arcade con juegos clásicos como Pac-Man y la discoteca, que es un elemento habitual en los barcos de recreo, pasa a ser un night club con tres bares repartidos en dos plantas. Cuenta, incluso, con un tatuador a bordo y una tienda de discos.
