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Un nuevo mural en la piscina municipal León y Castillo refleja la identidad de La Isleta

Daniel Rodríguez muestra en sus obras el vínculo del barrio con su fisionomía, su naturaleza y sus gentes

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Nuevo mural en la piscina de La Isleta José Carlos Guerra

La piscina municipal León y Castillo de La Isleta estrena nuevos murales, obra del joven artista Daniel Rodríguez, que quiso reflejar la idiosincrasia de los isleteros para que se sintieran identificados.

Un nuevo mural en la piscina municipal León y Castillo, en La Isleta, busca reflejar la identidad del barrio portuario. Los trabajos, que ha realizado el joven Daniel Rodríguez, buscan aunar los principales elementos diferenciadores de esta zona de Las Palmas de Gran Canaria, que es tan única e irrepetible como sus gentes. Así, la fisionomía de las calles, los volcanes y la naturaleza, El Confital y la propia población son las protagonistas de las pinturas que, desde hace unas jornadas, decoran las instalaciones y que ya han sido recibidas con alegría e interés por la comunidad usuaria de las mismas.

Daniel Rodríguez fue el ganador del último concurso de pintura rápida celebrado en Mesa y López, lo que llamó la atención del grupo Solventia, empresa que gestiona la instalación municipal y que promovió el certamen, que contactó con él para desarrollar una iniciativa que busca acercar el arte a los centros deportivos de los que se hace cargo. Una idea que sorprendió gratamente al joven autor y que le hizo aceptarla sin pensarlo, ya que cree que vincular el arte con el deporte "es un plus para la ciudad", y también una forma de que la ciudadanía pueda disfrutar de la pintura en sus rutinas diarias, como en este caso es acudir a nadar. El primero de estos trabajos ha sido en la piscina municipal León y Castillo, pero también se realizarán murales en otros lugares como el complejo deportivo de Las Rehoyas.

"Vincular el arte con el deporte como se logra en este lugar es un plus para la ciudad", asegura el joven artista

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Hasta la fecha, Rodríguez no había realizado pinturas murales a gran escala, por lo que este reto, admite, le sedujo desde el principio. "De esta forma se ve la capacidad que tiene uno para afrontar estas cosas", señala tras afirmar que se siente "contento" con el resultado. En ese sentido, agrega, siempre intenta que casi todo lo que haga le llene y que le aporte algo para su futuro como persona o como profesional. Una actitud ante la vida que le suele llevar a aprender cosas nuevas, experimentar y probarse.

La obra de Rodríguez, todavía no muy extensa, sí está marcada por un mensaje claro de sostenibilidad, que tiene arraigado en lo más hondo de su ser artístico. El pintor conceptual siempre tiene en mente involucrar a las islas Canarias en cada una de sus pinturas, conjugando el entorno natural de las islas con la defensa de la propia identidad. En este caso concreto, lo tuvo pintiparado. La Isleta propicia la actividad al aire libre, el contacto con la naturaleza, pero inmersa en medio de una ciudad como Las Palmas de Gran Canaria, por lo que sabe combinar el paisaje urbano propio de una gran urbe con los parajes naturales, las playas y zonas protegidas por su valor paisajístico. De esta manera, ese recado que siempre deja en sus trabajos está en la forma de enlazar la ciudad con este ambiente natural, fomentar la actividad en la naturaleza, pero siempre sin abusar en su explotación o antropización.

Por eso, diseñó estos murales para la piscina municipal pensando en esas virtudes de La Isleta. Partió de la base de una gran ola que pintó en el lateral del recinto, junto a los vestuarios de familia, que se iba trasladando por todo el espacio, comienza en la entrada para meterse luego en los propios vestuarios. En el interior, creó un mundo mágico, más pensado para la infancia usuaria de la piscina, en el que aparecen dos personas nadando con varios monstruitos a su alrededor, haciendo analogías con los churros propios de las clases de natación. Así se llega hasta el mural principal, el que preside las calles para el nado y el de mayores dimensiones. En él, se ve claramente esa vinculación con los distintos elementos de La Isleta, los volcanes, las casas, la playa de El Confital, todos ellos encerrados en una especie de semiesfera en tres dimensiones para dar esa sensación de vínculo estrecho. Así, mientras una persona nada en lo que parece la bahía del Confital, otra se lanza de cabeza desde un promontorio de rocas hacia el interior de un fondo marino propio de las costas del Archipiélago.

"Lo peor del todo eran los vapores -bromea-, que uno al final del día terminaba con el pelo... Nada más llegar a casa te tenías que pegar una ducha". Y es que las difíciles condiciones para realizar el trabajo, por el calor propio del interior de una piscina climatizada y los vapores que emanan del agua, fueron en algún momento un pequeño hándicap al que Daniel Rodríguez tuvo que enfrentarse. Dejando las chanzas de lado, sí que admite que le resultó especialmente complejo el ir probando distintos tipos de pinturas a las que no estaba del todo acostumbrado con el fin de descubrir cuál se adaptaba mejor al entorno y las vicisitudes del lugar. 

Rodríguez comienza en la pintura rápida para poder costearse la carrera de Arquitectura en la Universidad

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A sus 31 años, Daniel compagina su vida como artista con los estudios en el Grado de Arquitectura en la ULPGC, carrera que también le apasiona y que, pese a que reconoce que le ha costado "un poco" terminarla, no deja de enseñarle y enriquecerle a diario. Precisamente, apareció en sus primeros concursos de pintura rápida para poder seguir costeándose su formación universitaria. "Vi cómo estaba la situación, que tú trabajabas y no te daba tiempo para seguir desarrollando las cosas que te gustaban, por lo que empecé a pensar en participar en concursos", explica. En ese momento, se alza triunfador en un primer certamen en Arucas, y consigue su primer premio económico, que le ayuda a pagar su siguiente año de carrera. 

Y así, entró en esa dinámica de participación en concursos, que acompaña con la venta de alguna de sus obras, así como exposiciones, como la que inaugurará recientemente en el espacio artístico de El Corte Inglés, bajo el descriptivo título de Somos islas y no utopías por cumplir. Pero ese amor por las artes ya le venía de antes. Desde pequeño ya hacía sus pinitos en la pintura, y llegó a hacer algún que otro encargo, así como desarrollar un estilo propio y reconocible en sus trazos. «Nadie saca ningún estilo de la nada, todos son referencias que sacas de artistas de fuera, de Europa, es un mix de todo esto», concluye.

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