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El bloqueo bancario a Rusia pone en guardia a las empresas del Puerto de Las Palmas

Las restricciones financieras complican los pagos procedentes de los armadores de la flota pesquera | El alza del petróleo augura más trabajo en el sector naval

Un pesquero factoría que navega bajo pabellón ruso, atracado este lunes en el Puerto de Las Palmas. JUAN CASTRO

Las sanciones financieras impuestas contra Rusia a raíz de la invasión de Ucrania están siendo observadas con incertidumbre en el Puerto de Las Palmas, donde casi medio centenar de buques que navegan bajo pabellón ruso tiene su base de operaciones durante las campañas en aguas africanas. En la Isla reciben suministros, realizan cambios de tripulaciones y efectúan reparaciones, por lo que el bloqueo a varias entidades bancarias en el sistema que permite las transacciones internacionales dificulta la recepción de pagos por los servicios prestados. El conflicto armado en el este de Europa amenaza con añadir nuevos factores de inestabilidad al transporte marítimo mundial, aunque el mismo contexto de altos precios del combustible e inflación que se cierne sobre la economía global puede acabar resultando beneficioso para la actividad del recinto.

Los barcos factoría visitan el Puerto para recibir combustible, víveres, cartón y reparaciones

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Los mercantes rusos son una flota habitual en el Puerto de Las Palmas desde mediados de la década de 1960, cuando comenzaron a visitar los caladeros africanos. Su presencia llegó a motivar la creación de la empresa mixta Sovhispan en 1971 y aunque decayó a partir del desmembramiento de la URSS a comienzos de la década de 1990, continúan realizando aproximadamente cuatro escalas al mes –en los dos últimos años entraron en La Luz 44 barcos rusos y en 2019, 41– para todo tipo de servicios, desde el aprovisionamiento de víveres para sus numerosas tripulaciones hasta trasiego de combustibles, compra de repuestos o grandes reparaciones en seco. «Es un mercado muy estable, suelen ser los mismos barcos», en palabras del presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, Luis Ibarra

Las operaciones de la flota rusa en Las Palmas suponen una facturación anual de 600.000 euros para la administración portuaria, según indica Ibarra, aunque esta cantidad solo refleja una porción de la economía que estos buques generan en el Puerto, de acuerdo con un empresario que conoce el sector y eleva la estimación total a varias decenas de millones de euros. La lista de servicios que requieren los armadores en Las Palmas de Gran Canaria incluye desde establecimientos alojativos para realizar los cambios de tripulación hasta fabricantes de cartón para almacenar la pesca pasando por provisionistas que suministran víveres o repuestos, aunque el mayor volumen se encuentra en el abastecimiento de combustible y las reparaciones navales. 

Impacto puntual

Los pagos procedentes de estos servicios corren ahora el riesgo de verse retrasados por la exclusión de varias entidades bancarias rusas del sistema de transacciones SWIFT, aunque fuentes portuarias consideran que el impacto será puntual y solo durará «hasta que los bancos europeos comprueben que el origen de los fondos no tiene relación con el gobierno ruso ni con bancos públicos rusos». En cualquier caso, en estos momentos las empresas deben «extremar precauciones para evitar ciberataques de hackers rusos que tratarán de interceptar el dinero» aprovechando la naturaleza internacional del negocio portuario. Esta actividad se ha incrementado en los últimos días, agregan las mismas fuentes. 

Inquietud por el aumento de ataques cibernéticos para interceptar pagos internacionales

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El panorama se puede complicar en los próximos días en función de la propia evolución de la guerra. Tras cerrar el espacio aéreo europeo a las aerolíneas rusas, la Unión Europea está comenzando a considerar restricciones que afectarían al transporte marítimo y la ministra española de Transportes, Raquel Sánchez, avanzó este lunes que el Gobierno está estudiando la denegación de avituallamiento –incluso de atraque– en puertos españoles, aunque el alcance de esta medida aún resulta incierto. En el caso de la flota pesquera, además de los barcos de bandera rusa se encuentra un número indeterminado de buques que, aun con tripulación o propiedad oriunda de este país, navegan bajo pabellón de conveniencia, por lo que en principio podrían quedar fuera de la prohibición.

Distinta situación es la que deberán asumir las consignatarias en las próximas semanas a la hora de gestionar los reemplazos de tripulaciones. Pese al relativamente reducido número de buques de bandera rusa, un 10,5% (198.123 personas) de toda la masa laboral mundial en la marina mercante es de esta nacionalidad y otro 4% procede de Ucrania, de acuerdo con la Cámara Naviera Internacional, uno de los principales organismos mundiales del sector. La organización ya advirtió la semana pasada acerca de la necesidad de facilitar los reemplazos de tripulaciones y el abono de sus salarios para no introducir nuevos riesgos en la cadena de suministro global. «Pedimos a todas las partes que los tripulantes no se conviertan en daños colaterales», reclamó su secretario general, Guy Platten. 

Contra la volatilidad, servicios rápidos

La exposición de las empresas a Rusia está generando preocupación en La Luz, aunque distintas voces del sector marítimo señalan con la debida cautela que los efectos para la actividad portuaria podrían llegar a ser incluso beneficiosos. La modificación de los flujos habituales de comercio marítimo con Rusia y Ucrania –las dos principales navieras mundiales ya han anunciado cambios al respecto– pueden provocar «alta volatilidad y tensiones», con posibles nuevas congestiones en puertos no habituados a asumir la carga extra de trabajo. Esto supondrá nuevos incrementos en los fletes, una situación mala para la inflación pero que en el caso de los operaciones y servicios portuarios puede ser la contraria: «Los armadores querrán que se les atienda rápido y con calidad ‘independientemente’ del precio», apuntan fuentes portuarias. Con las reparaciones navales ocurre algo similar: el alza del precio del crudo –el barril Brent cerró ayer por encima de los 100 dólares– está llevando a encargar más reactivaciones de buques perforadores que hasta ahora permanecían ociosos.

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