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El Cabildo adjudica la rehabilitación del edificio inacabado del Jardín Canario

VVO Construcciones llevará a cabo la obra para convertirlo en un nuevo espacio multiusos

Estado de abandono del inmueble, en una imagen de 2013 Celia Fernández.

El Cabildo de Gran Canaria adjudicó esta semana los trabajos de rehabilitación del edificio abandonado del antiguo Proyecto Guiniguada en el Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, que contemplan su adecuación para convertirlo en un espacio multiusos que albergará salas de reunión y despachos, cocinas, vestuarios y demás facilidades para el personal, así como las colecciones vivas del recinto. La adjudicataria será VVO Construcciones, tras obtener la valoración más alta entre las dos candidatas que se postularon. Los trabajos tienen un presupuesto de 849.275 euros y un plazo de ejecución estimado de seis meses.

El viejo esqueleto del Proyecto Guiniguada fue abandonado en el año 2001, prácticamente acabado, pero la Corporación insular jamás llegó a recepcionarlo. Más de dos décadas después, el grupo de Gobierno de la isla redactó un proyecto para sacarlo del ostracismo y darle el uso para el que fue pensado desde un principio. El documento de licitación explica que la necesidad de emprender una actuación en el edificio se basa en el traslado de los viveros centrales del botánico a un nuevo emplazamiento, después de la apertura del nuevo aparcamiento del recinto que modifica también el lugar por el que entran los visitantes. 

Con el cambio de localización de ese Vivero Central para evitar que quienes visitan el Jardín puedan entrar en ellos sin querer y entorpecer la labor investigadora, se hace necesario rescatar este inmueble para «instalar algunas zonas de uso del personal en plantilla y de otros colaboradores oficiales del centro», incluido un aparcamiento que tendrá acceso directo desde la carretera GC-310. No solo se encuentra cerca de donde se piensan instalar los nuevos viveros, sino que también está alejado de los senderos que usa el público diario. Además, el renovado inmueble, que será bautizado con el nombre del fundador del Jardín Botánico Canario, Enrique Sventenius, tendrá espacios para uso administrativo, cultural y didáctico dentro de las numerosas actividades que desarrolla el recinto investigador, centro asociado al CSIC. 

El esqueleto del viejo inmueble, que se abandonó en 2001, no se recepcionó y fue víctima de robos

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En base a la idea que se presentó, «se propone que el edificio sea apto para dar charlas, clases, reuniones, y realizar prácticas con profesores y alumnos que asistan» al Jardín. Igualmente, reza el documento de justificación de la obra, «se hace necesario habilitar vestuarios y aseos para grupos de alumnos en prácticas, así como para el personal del vivero, además de aprovechar espacios para almacenamiento». Además, en la planta alta se habilitará una recepción, un despacho de control y administración, aulas de charla y menores y despachos. «En resumen, la disposición y las dimensiones de los espacios y la dotación de las instalaciones facilitarán la adecuada realización de las funciones previstas en el edificio», concluye el documento redactado por el centro. 

El edificio multiusos tendrá que ser entregado cumpliendo otra serie de condicionantes relacionados con la limpieza y la seguridad. Irá acompañado de un refuerzo de la seguridad privada y de una ampliación del servicio de higiene. 

Así, se contribuirá no solo a darle uso a esta infraestructura en estado de abandono, sino también a mejorar la imagen de uno de los recintos mejor valorados por la comunidad visitante de Las Palmas de Gran Canaria. Desde 2001, los trabajos se pararon, pero la obra no llegó a recepcionarse jamás por el Cabildo de Gran Canaria por desacuerdos en determinados detalles de su finalización, por lo que quedó en el olvido. Desde ese momento, se convirtió en pasto de la delincuencia, y se sucedieron los robos en la fontanería y el cuadro eléctrico de las instalaciones, que se encuentran en el extremo sur del Jardín Botánico Canario, cerca de la denominada cascada. 

Construido en diferentes fases a partir de finales del siglo pasado el inmueble tiene dos niveles que se rematan en el piso superior con una serie de grandes arcos de hormigón que conforman patios y grandes estancias en su interior. Además de las sustracciones, el rabo de gato se ha extendido por gran parte del edificio, que cuenta con grietas en el cemento y otros problemas propios de la edad y el desuso. 

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