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Restaurante París, el regreso de un clásico a la ciudad

El local del barrio de Arenales acumulaba 47 años de actividad antes de su cierre definitivo y ahora vuelve tras dos años con nuevas caras

El nuevo equipo del Restaurante París, con José Alberto Hernández, uno de los propietarios, en el centro de la imagen Juan Carlos Castro

El murmullo de las conversaciones suena sin descanso en la terraza casi llena del Restaurante París. Los camareros van y vuelven entre las mesas con las manos llenas de algunos de los platos de ensaladillas, bacalao y solomillos más conocidos del barrio de Arenales. Nada indica en el animado local que hace poco menos de dos años se estaba echando lo que parecía el cierre definitivo del restaurante que acumulaba 47 años de actividad. 

Los hermanos José Alberto y Juan Francisco Hernández se han puesto al frente del establecimiento de la Plaza de Perón acompañados de un equipo de camareros y cocineros renovado por completo. Después de que se pusiera en venta muchas personas se mostraron interesadas en adquirir el local, que al final cayó en manos de los hermanos, que también regentan el Restaurante Alemania, ubicado en la calle Barcelona.

José Alberto Hernández se mostró muy agradecido por haber tenido la oportunidad de coger las riendas de un local con tantos años de historia. "Se lo iban a ofrecer a más gente pero yo fui uno de los primeros por casualidad y dijimos que sí al momento, no tardamos nada en decidir", explicó. Los hermanos ya eran clientes habituales del restaurante antes de su cierre y conocían al anterior propietario.

"Llegan muchos clientes diciendo que eran los huérfanos del París y que sienten esto como su casa"

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El día 9 de marzo se volvieron a encender los fogones y el ajetreo tan habitual del restaurante volvió a inundar la plaza. "Ese primer día decidimos empezar con un slow opening", comentó uno de los dueños del lugar. Era un miércoles por la tarde en la que se jugaba un partido de fútbol de Champions League, así que todo apuntaba a que sería una tarde tranquila. El día fue elegido de manera estratégica con el fin de que nada se torciera y dar una mayor seguridad a un equipo que se reunía para empezar esta experiencia. De hecho, ni siquiera llegaron a avisar de la reapertura ni hicieron una inauguración. "De forma inesperada tuvimos bastante éxito con la clientela y todo salió muy bien", explicó Hernández.

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Reapertura del restaurante París Juan Carlos Castro

Los hermanos escogieron a una serie de trabajadores que se veían juntos por primera vez tras las puertas del renovado establecimiento. La mayoría ya vienen con la experiencia de otros restaurantes de Las Palmas de Gran Canaria. Otros vienen de fuera, como es el caso del cocinero, que llegó aquí desde Madrid. Uno de los propietarios explicó que "es un chico con mucha formación pero que tiene que terminar de coger la experiencia que necesita".

El local ha vivido algunas reformas para "darle una imagen más nueva", explicó José Alberto Hernández. La carta incluye novedades que coexisten con los platos más característicos del establecimiento original. Sin embargo, la esencia del lugar permanece, o así lo han notado algunos de los comensales que extrañaban venir al Restaurante París a almorzar y charlar con sus familiares y amigos. "Aquí llegan muchos clientes diciendo que eran los huérfanos del París y que sienten esto como su casa y se adaptan a las novedades", añadió.

La terraza del renovado Restaurante París días después de su reapertura Juan Carlos Castro

Desde su apertura aseguran que el recibimiento de los comensales está siendo muy bueno. A los clásicos clientes del local se suman aquellos que llegan buscando la mezcla de la comida más clásica con un toque moderno. "Cada día ha ido viniendo más gente y vamos siempre de menos a más. Los fines de semana estamos siempre muy llenos y entre semana vamos poco a poco. Pero, en general, todo está siendo muy positivo", resumió uno de los dueños.

Desenvolverse en un restaurante con tantos años de tradición detrás era un reto importante para los dos. Decidieron mantener el nombre y otros rasgos característicos del lugar porque "venir a inventar nada en un sitio con tanta solera, que gusta tanto a la gente y que es tan famoso que la prensa anunció su cierre me parecía un poco arrogante. Creo que el nombre tenía su tradición y su magia y que cambiarlo era una traición absoluta", indicó José Alberto.

A ello se sumaba el respeto que le guardaban al propietario anterior, al que ya conocían y que era cliente de su Restaurante Alemania. Uno de los hermanos indicó que "el anterior dueño era muy bueno para este negocio y lo llevaba muy bien. Hay que intentar ponernos a su altura, que no nos lo ha puesto fácil porque el hombre tenía aquí muchísima calidad". Por ahora parece que Eugenio Guerra Guerra, quien antes estaba al frente del local, está contento con el nuevo rumbo porque "vuelve a menudo a comer con su familia".

El anterior dueño "vuelve a menudo a comer con su familia"

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Algunos de los platos que más éxito están teniendo entre los comensales son la ensaladilla de salmón, el bacalao gratinado, el solomillo al Roncari Blue y postres como el strudel de manzana y el mus de chocolate. La carta también incluye una gran variedad de vinos y quesos del mundo, en los que se mezclan una variedad de quesos canarios y de otros lugares que traen una buena fama. El toque moderno de los nuevos platos coexisten con otras recetas clásicas y aplaudidas del local como las tiras de gallo crujientes, los calamares saharianos o las vueltas de solomillo.

La familia Hernández arrastra consigo una gran tradición por la restauración que se remonta a su abuelo Eulalio. En los años 50 empezó su trayectoria con el bar que llevaba su nombre que en el número 15 de la Calle Mesa de León se alzaba junto al Teatro Guiniguada. En él se ofrecían, como indica una publicidad de la época, "vinos del monte, tapas exquisitas y ron puro". El establecimiento adquirió tal fama que llegó a ser nombrado en los cuentos de Pepe Monagas, un personaje ficticio de una serie de relatos escritos por Francisco Guerra Navarro, periodista y escritor canario.

Después el legado pasó a manos del padre de los hermanos, José Antonio Hernández, que también dedicó su vida a esto tras hacerse cargo de varios restaurantes de la ciudad como La Habana y El Refugio. Hoy sus hijos son los encargados de mantener la pasión de la familia por los fogones, algo que perseguirán con su trabajo en el Restaurante Alemania y el renovado Restaurante París.

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