Las Canteras sigue siendo la reina de la Semana Santa en Las Palmas de Gran Canaria. Cada año, miles de personas, tanto de la propia isla como del resto del Archipiélago, España y parte del extranjero, se congregan en el arenal capitalino para pasar estas jornadas de descanso, siempre que el buen tiempo acompañe. Así ha pasado este Sábado Santo, en el que la playa ha lucido el aspecto de sus grandes momentos, con un sol de justicia que bronceó las pieles de muchas personas y unas terrazas que, conforme avanzaba el mediodía, se iban llenando de comensales o de familias y grupos de amigos que tomaban algo y charlaban sobre la vida.
La playa es muy diversa, y ofrece una versatilidad de actividades que hace que, en pocos pasos, se puedan encontrar familias con pequeños corriendo orilla arriba, orilla abajo con sus baldes rebosantes de arena con la que construir sus castillos y creaciones más originales; o grupos de jóvenes que juegan a las cartas mientras comentan los últimos cotilleos de clase; incluso deportistas, amateurs o no, que disfrutan de apasionantes partidos de tenis o vóley-playa, o que simplemente cogen sus tablas y se adentran en el océano para descubrir lo mucho que tiene para ofrecer, o un grupo de jubilados que se toman muy en serio sus partidas de ajedrez mientras la brisa marina les golpea suavemente la cara.
Además, tras dos años en los que la Semana Santa fue un poco descafeinada, en esta ocasión se ha notado una mayor presencia de visitantes, sobre todo peninsulares, aunque los siempre bienvenidos cruceros también han dejado estas jornadas a mucho turista extranjero, principalmente alemán e inglés. Una situación que, si bien no llega a los niveles previos a la pandemia, sí que ha desahogado un poco a los múltiples comercios que hay en los aledaños de Las Canteras, y que han recibido nuevamente a esas personas que se enamoran con el paisaje que encuentran en esta zona del litoral capitalino.
Ignacio González, propietario del bar-cafetería Los Años Locos, aseguró este sábado que estos días han estado bien, sobre todo gracias al regreso de los visitantes nacionales, ya sean de otras islas o peninsulares. Pese a ello, «todavía falta mucho para retomar la situación» que tenían antes de que la crisis sanitaria del Covid arrastrara con todo a su paso. «En estos años de pandemia, se ha notado una caída de ingresos, pero al estar en primera línea del paseo, no nos ha ido tan mal como a otros establecimientos», apuntó el hombre mientras se preparaba para recibir a los primeros comensales para el almuerzo.
Para el hostelero, se vio estos días más turistas, procedentes sobre todo de los cruceros que poco a poco retoman sus atraques en el Puerto de La Luz, y espera que esa actividad que tan bien les hacía «se vaya recuperando poco a poco». Si bien se ve mayor movimiento de gente, González reconoció que, a su pesar, «el poder adquisitivo ha bajado», y muchas personas ya no consumen como sí hacían en el pasado, por miedo a llegar a final de mes más justas.
«Todavía falta mucho para retomar la situación previa a la Covid», asegura Ignacio González
La misma opinión tiene María Josefa Campaña, del bazar Carol 2.000, para quien ha habido «bastante diferencia» entre este 2022 y sus dos predecesores en cuanto a afluencia y gasto. «La gente está más tranquila y relajada, ya no se ven tantas mascarillas», indicó mientras ordenaba algunos productos en los estantes de su establecimiento. Eso sí, no dudó en afirmar que Las Canteras depende mucho de las condiciones meteorológicas del momento. Este Sábado Santo hizo un tiempo más propio del verano, lo que animó a miles de personas a acercarse hasta el arenal capitalino. Sin embargo, el Miércoles Santo estuvo marcado por el fresco y las lloviznas que hicieron que la mayoría de habitantes se decantaran por ir al Sur, donde el sol está más garantizado.
De hecho, para Campaña la afluencia a Las Canteras, aunque mayor que los últimos años, sigue estando por debajo de lo normal, y en su opinión, «parece que la gente de la capital se ha decantado más por irse al Sur, que allí hace bueno casi siempre». Peninsulares y extranjeros a bordo de los cruceros han sido sus principales clientes estas jornadas.
Para A. R. P., que solo quiso dar sus iniciales, el ambiente en Las Canteras ha ido mejorando paulatinamente en los últimos meses. Ella es una de las puesteras que se dedican a vender sus productos de artesanía en el paseo y, cuando en noviembre del año pasado les permitieron retomar su actividad de venta ambulante, vivió esas primeras semanas con mucha incertidumbre y sin llegar a sacar resultados positivos. Pero esos nubarrones grises se han ido disipando al ritmo que comenzaron a llegar los ansiados turistas.
«La semana pasada, con el Domingo de Ramos, la cosa ya fue muy bien, se nota que hay mayor presencia de turistas nacionales e internacionales», aseveró este sábado tras despachar a unos clientes que se llevaron uno de sus productos de bisutería. Estas operaciones, que al principio costaban mucho sacar adelante, se han multiplicado con el incremento progresivo de los visitantes a la isla.
Jornada familiar
Ya en la arena, eran cientos las familias que disfrutaron de una jornada de ocio y descanso a primera línea de mar. Las sombrillas y las casetas de playa, así como los campamentos improvisados, fueron los protagonistas de la jornada para combatir los rayos ultravioleta y poder guarecerse bajo la sombra cuando el dios Ra picaba demasiado. Una de esas familias era la de Pino, quien acompañada de su marido, su hermano, su hija y sus nietos, no dudó en espicharse las cholas y encaminar sus pasos hacia Las Canteras. No le resultó complicado, puesto que vive en La Puntilla.
«Nosotros venimos todos los fines de semana desde que hace sol», comentó Pino mientras se embadurnaba de crema protectora para evitar quemazones innecesarias. El menú del día se basa en lo que, simple y llanamente, llamó «lo que cuadra: bocadillos, tortilla...». El fin último no deja de ser el de pasar el mejor rato posible en la mejor compañía, la de la familia, si bien es fácil encontrarse con conocidos. «Aquí, como solemos venir los mismos, te conoces a todo el mundo: hablas con otra gente y los chiquillos juegan y conocen a otros pequeñajos. Ya sabes cómo son ellos», explicó.
Las familias de Pino y Emilia son fijas en Playa Grande y aparecen al salir el sol, como lagartos
Desde Guanarteme venían Emilia, su pareja, sus dos hijos y sus amigos venezolanos. Ella es de Colombia, pero su vida ya huele a papas arrugadas y mojo picón. Su tienda de campaña la tenían montada desde media mañana en Playa Grande, cerca de La Casa Roja, y todos afirmaron que, de ser por ellos, la dejarían montada en esta zona «fija». Primero, porque les encanta la playa. Segundo, porque los pequeños se divierten y gozan con el agua salada. Y aunque ayer a su madre se le olvidó llevarles las gafas de buceo y el tubo para hacer esnórquel, es una actividad que suelen realizar a menudo en sus salidas playeras. «Pero no lo digas en alto, que no se enteren», bromeó la joven.
Comerciantes del paseo se alegran del regreso de visitantes y creen que la situación va a mejor
Para evitar la deshidratación, su nevera portátil estaba cargada de frutas. De hecho, Emilia apuraba una mandarina mientras hablaba con sus hijos de la importancia de tener suficiente agua para evitar sustos con el calor. Más allá de ello, y de la pasta que comieron los pequeños, los demás irían a alguno de los bares o restaurantes del paseo para comprarse algo de almuerzo. Ayer no era día para cocinar, únicamente para relajarse sobre la arena rubia de Las Canteras y de ensalitrarse con el océano Atlántico.
Familias y visitantes. Amigos y deportistas. Vecinos y foráneos. Todos se dieron cita para disfrutar de la playa capitalina el Sábado Santo, en los últimos coletazos de una Pascua que devolvió imágenes algo más parecidas a las de 2019 y que dejan atrás las dramáticas instantáneas que dejó el 2020, en plena pandemia de coronavirus.
Todas estas personas han creado una atmósfera de Semana Santa a la antigua usanza que, aunque no haya llegado a tener toda la intensidad de antaño, sí que ha recuperado la actividad y algarabía propias de unas fechas que, para la ciudadanía grancanaria, siempre ha sido sinónimo de sol, bebida refrescante, juegos de playa, arena, salitre y Las Canteras.
