La Relojería Joyería Padrón vende y arregla piezas para los vecinos del barrio de Schamann desde 1960. El local, fundado por José Arocha, ahora es propiedad de Rafael Padrón y su mujer Confección Montesdeoca.
En marzo de 1960, Arocha, la primera relojería del barrio de Schamann, abrió sus puertas al público en la calle Zaragoza de la mano de José Arocha, que también tenía otra tienda en León y Castillo. El trabajador que por aquel entonces le ayudaba a limpiar y arreglar los relojes, Rafael Padrón, se encuentra ahora, con sus 78 años, al frente del local junto a su mujer, Confección Montesdeoca. La tienda, que con el tiempo se pasó a llamar Relojería Joyería Padrón, se abrió también a la venta de joyas y hace frente a las transformaciones que ha vivido el sector en los últimos años.
A los doce años Rafael Padrón ya dio sus primeros pasos en el mundo de los relojes. Después de haber pasado un tiempo repartiendo leche por las casas, un amigo muy cercano de su padre, José Arocha, le propuso ir a trabajar con él a su relojería de la calle León y Castillo. El actual propietario empezó así una trayectoria que le llevaría a dedicar toda su vida al sector.
"Muchas grandes firmas no quieren vendernos los repuestos de sus relojes para que los reparen a través de su servicio técnico", aseguró Padrón
Cuando Padrón empezó a trabajar lo compaginaba con sus estudios, de manera que ejercía en la tienda durante el día y asistía a las clases por la noche. En la década de los sesenta las tareas como relojero diferían bastante de las actuales y era común que asistieran a las casas para limpiar y reparar los relojes de pie. "La relojería hoy son montadores, que quitan máquinas y ponen otras nuevas", lamentó el propietario de la tienda.
En 1990 el actual dueño de la relojería se decidió a abrir su propio local en el barrio, dedicado de manera exclusiva a la venta de joyas, junto a su esposa Confección Montesdeoca, con la que lleva trabajando desde ese momento. "Así no podía hacerle competencia a mi jefe, todo lo contrario, me lo agradeció y me animó para que yo saliera adelante", explicó. A los tres años, Arocha se jubiló y Padrón se animó a tomar las riendas de la tienda, uniendo los dos negocios.
Por Schamann han llegado a crearse hasta diez relojerías y joyerías distintas, de las que hoy solo dos se mantienen en pie, la Relojería Joyería Padrón y la Joyería Suárez. Padrón sostiene que las grandes superficies han llevado a que poco a poco los negocios del barrio "hayan ido cayendo". "Muchas veces pasa gente por delante del escaparate y les oyes decir 'vámonos a comprar a La Ballena'. Escuchar ese tipo de cosas te desmotiva bastante", reconoció Confección Montesdeoca.
«Schamann va cayendo. Hay muchas tiendas de ropa usada, muchas fruterías y barberías, que están a tope. Eso sí está lleno, pero otros comercios no. Nosotros mismos, si queremos una prenda de ropa nueva, aquí prácticamente no hay, exceptuando unas pocas tienditas. No puedes comprar marcas ni nada en el barrio así que tienes que irte a otro lado. Uno, que es enemigo de las grandes superficies, se ve abocado a ir a comprar ahí porque se han cargado el sector», lamentó el propietario.
Los relojeros se tienen que enfrentar a otras dificultades, explicó el dueño del local, "porque muchas grandes firmas no quieren vendernos sus repuestos para que los reparen a través de su servicio técnico". Esto les dificulta alcanzar a un público más joven, que demandan marcas que ellos no pueden vender y a los que "les resulta más cómodo ir a un centro comercial, comprar la joya y después ir a comer a un McDonald's", añadió. Sin embargo, cuando en otras tiendas les dicen que no pueden reparar sus relojes, "todos se acuerdan del viejito de la calle Zaragoza".
"La relojería hoy son montadores, que quitan máquinas y ponen otras nuevas", lamentó el propietario de la tienda
El local vende relojes de marcas populares como Casio, Lotus, Nowley, Josmar o Sony, entre otras. Además, como aún cuentan con repuestos de marcas antiguas que ya no se venden, esto les permite que muchas personas mayores acudan a la tienda para reparar sus piezas y comprar nuevos artículos.
"Tengo una anécdota muy curiosa y es que, cuando empezó la pandemia, vino un señor mayor que es cliente habitual", contó Montesdeoca. "Nosotros tenemos una bandejita y le decíamos a la gente que metieran el reloj dentro porque después lo poníamos en una máquina para desinfectar antes de manipularlo. Cuando lo fui a atender, le puse la bandejita para que dejara el reloj, y él sacó el dinero del bolsillo y lo puso como si fuera una propina. El hombre se hartó a reír y nosotros también".
Después de dedicar casi toda su vida a este negocio, Padrón no se imagina su día a día sin la tienda. Aún así, reconoce que está inquieto por las obras que se van a llevar a cabo en la calle Zaragoza. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria quiere ampliar la acera y poner carril bici pero el dueño del negocio espera que "el daño que hagan no sea muy grande si empiezan la obra y se alarga un par de años porque donde no hay aparcamiento, no hay comercio".
"Esta es mi vida y mi pasión. Mientras no me echen, yo sigo aquí", aseguró Padrón, que aún ve muy lejana la opción de jubilarse. Pese a las dificultades que ha enfrentado el sector en los últimos años, el dueño del local no imagina su día a día alejado de las joyas y los relojes.