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La casa de la Playa de Las Canteras

El inmueble, fabricado en 1904 por Laureano Arroyo y Velasco, es historia viva del nacimiento y esplendor del arenal capitalino

Antigua casa del doctor Apolinario en el paseo de Las Canteras ANDRES CRUZ

La noticia aparecida en los medios informativos anunciando que va a ser demolida una casa emblemática y antigua del Paseo de Las Canteras, ha revolucionado a gran parte de la población, como así lo reflejan los testimonios de mensajes que de inmediato están apareciendo en las redes sociales.

La casa de marras de la Playa de Las Canteras fue fabricada en 1904, cuyos planos los elaboró el arquitecto catalán, Laureano Arroyo y Velasco, pero como en aquel momento el alarife era el responsable de la arquitectura municipal y diocesana y no podía firmarlos, ya que era el que luego los iba a autorizar y no debía de ser arte y parte, en su nombre los rubricó Fernando Navarro y Navarro.

Todo aquel amplio sector era propiedad de la familia Apolinario, y el benemérito doctor, don Bartolomé Apolinario Macías (1856-1929), apodado cariñosamente “Gota de Leche”, fundó en aquellos amplios terrenos la Casa Asilo de San José en 1891, con el objetivo de auxiliar a todo aquel que lo necesitara en el entonces alejado sector y, especialmente, a los marineros que llegaban enfermos a nuestro Puerto a bordo de los transatlánticos. Será el citado arquitecto don Laureano quien diseñó todo el sanitario recinto en 1896, época en que empezaron a levantarse las edificaciones en la primera línea de la playa.

Para estar cerca del establecimiento, don Bartolomé decidió levantar una casa inmediata y así poder estar siempre disponible y a cualquier hora para atender las urgencias que podrían producirse. Una comunicación interior permitía al galano trasladarse en pijama de un lugar a otro sin necesidad de salir a la calle. El benéfico asilo será luego generosamente donado a la ciudad con arreglo a una serie de estipulaciones para que siguiera ejerciendo su labor humanitaria.

El doctor Apolinario, que fue en aquella casa cónsul de Holanda y condecorado generosamente por la Reina Guillermina, fue padre en su segundo matrimonio con doña María Fernanda Navarro de la Torre, del continuador de su espléndido legado, don Juan Francisco Apolinario Navarro, segundo director de la Casa Asilo de San José y Presidente de la Cruz Roja española, además de un exquisito caballero que siempre lamentaba que a su padre no le fuera nunca reconocido su altruismo por el gobierno español. Este olvido lo compensa un grupo de amigos de Don Juan Francisco solicitando al Rey que al hijo del fundador le otorgara la Gran Cruz de la Orden de Beneficencia, credencial que el monarca de inmediato le concedió con motivo de su onomástica, en 1982.

A la muerte del galeno don Bartolomé en 1929, el inmueble a demoler fue heredado por su citado hijo, en donde tenía su consulta privada y estuvo residiendo durante algún tiempo. La casa va a ser luego muy visitada en las navidades por el espléndido belén que Juan Francisco elaboraba artísticamente en sus salones con magníficas figuras napolitanas. La prensa lo situaba entre los mejores que por aquella época se exhibían en la ciudad. Sintió mucho desprenderse de aquel legado, porque donado al Cabildo Insular de Gran Canaria, la corporación lo depositó sin interés en la residencia Santa Rosalía de Telde y hoy parece que las figuras han desaparecido.

Nuevo propietario

Trasladada su residencia a un nuevo edificio de la Avenida de Escaleritas, don Juan Francisco Apolinario decide desprenderse por venta de la casa de la Playa de Las Canteras. Ante el notario Mariano Nieto Lledó se celebró finalmente la transacción, el 22 de marzo de 1974, entre el médico y don José García Roady, un importante consejero de la empresa hotelera Hotinsa, quien dos años antes ya había empezado a realizar las reformas. La casa no fue demolida, como se ha llegado a sugerir. En esta ocasión es el doctor arquitecto cántabro, Ernesto de Riaño Lozano, quien se encarga de la obra. Se reformaron varios elementos de tabiquería interior y se sustituyó la balconada antigua de la fachada para dar paso a la instalación del espléndido corredor canario que sustituyó al primitivo. que por su estilo, ha sido hasta ahora la edificación más fotografiada por los extranjeros que nos visitan porque ven en aquella vivienda centenaria un inequívoco referente de la arquitectura tradicional colonial canaria, la única que queda en pie en nuestra emblemática y querida Playa de Las Canteras. También se proporcionó a la alzada cantería azul del país para proteger y forrar el zócalo bajo y ribetear con piedra de Arucas la puerta y ventana.

El nuevo propietario, con su elegante esposa, Dolores Bravo de Laguna y Miranda, cariñosamente llamada en familia Lili, darán a la nueva vivienda remodelada una excelente vida social, en donde llegó a reunirse en ciertas ocasiones las familias de la alta burguesía de Gran Canaria. Un triste acontecimiento ocurrió acabada de inaugurarse la remodelada vivienda al fallecer en ella la dama francesa, Margarette Roady, la madre del entristecido propietario.

Que en su momento no se haya catalogado a petición de los dueños del inmueble, no debió de ser impedimento para que los responsables de velar por el escaso patrimonio que nos va quedando no le hayan dado la máxima protección integral que se merece.

No cabe duda, que las viejas e históricas construcciones también son víctimas de los tiempos, del pasotismo y de las finanzas.

Pues si no hay otro remedio, que descanse en paz.

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