La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La Casa-Asilo de San José: Bartolomé Apolinario y el Padre Cueto

A finales de los años 50 el paisaje urbano del paseo de Las Canteras empezó a cambiar, la denigración dio paso a abigarrados bloques repletos de ladrillo y cemento

Antigua casa del Doctor Apolinario, en el Paseo de Las Canteras. ANDRES CRUZ

Pasé mi infancia y juventud en los aledaños de la Peña la Vieja. La muchachada se sentaba en grupos o islotes, sobre la arena de la playa o en los escalones de alguna casa situada frente al mar, lo cual es el caso de un grupo que se sentaba en el acceso a la vivienda de los Ramírez Jaimez, a escasos metros de la Casa-Asilo de San José. Lo formaban además de los arriba citados, entre otros, Fernando Díaz Cutillas y Sergio Alonso. En el espacio que va desde la Casa Roja de Ana Alzola Apolinario, hasta el Kiosco de Segundo en la Puntilla, se encontraba el Balneario de Federico, la casa de Matías Vega Guerra (donde se ubicó el Colegio Viera y Clavijo del Puerto), el Club PALA, la sala de bailoteo Las Cuevas, el Asilo, la casa de Bartolomé Apolinario Macías, la caseta de Galán, el bar Toledo y Juan Pérez. Ya a finales de los años cincuenta, el paisaje urbano empezó a cambiar. El cinturón de casas se convirtió en lo que Bergson admitió como «el universo que no está hecho, sino que se hace sin cesar: conservación y degradación». 

La denigración dio paso a abigarrados bloques repletos de ladrillos y cementos, que imitaron a salientes mentones humanos en sus obligados retranqueos, que a veces inundaban la arena de sombras. Así lograron cambiar nuestros recuerdos en nostalgia. Se quiere matar el pasado de la vivienda de Apolinario convirtiéndola en presente sin historia. Afortunadamente se ha parado el urbanicidio, cautelarmente, por el Gobierno y Cabildo. Esperemos que la medida se eleve a definitiva. Nos queda el Asilo San José, edificio-insignia de Las Canteras. En sus numerosas arcadas, hemos visto las cabecitas de los niños internos, asomar en busca de las estrellas de mar. Mientras, en el interior del edificio se luchaba contra la enfermedad. Pero recurramos a la historia de Canarias.

En la Desamortización de Madoz (1860) se venden las tierras de Santa Catalina, cuyos límites iban desde el barranco de la Ballena, siguiendo la orilla del mar, a La Isleta, que ya era propiedad de Domingo J. Navarro y después de Pedro Bravo de Laguna y Joven, y parte, por expropiación, del Ramo de Guerra (1890). Compró, en limpia subasta al Estado, Nicolás Apolinario, 64 hectáreas por 350 pesetas (5,6 pesetas la hectárea; ya en 1886 se vendieron segregaciones hasta a cuatro pesetas el metro). La sencilla definición del límite como orilla del mar dio lugar a controversias. Manuel Apolinario Rodríguez, (padre de Pino Apolinario Placeres) uno de los herederos directos de Santa Catalina, con la presencia de un notario, colocó estacas en la última huella, que dejó un día cualquiera, la pleamar, sin atender a mareas de mayor calado como las del Pino y otras. De esta manera ocupó una parte que no le pertenecía, aminorando la longitud y superficie de la playa.

Cualquier modificación que se haga a esos edificios es un ataque sin retorno a la cultura canaria

decoration

Llegamos al 1 de marzo de 1891. El doctor Bartolomé Apolinario, junto a Antonio Gómez Navarro, esposo de su hermana Carmen, y padre de Juan Francisco Gómez Apolinario donan a la Iglesia, (regida por el Obispo Padre Cueto Díaz de la Maza,), cada uno, 655 metros cuadrados de los solares de Santa Catalina para la construcción de Asilo y Hospital. Para la construcción de los predios, el Padre Cueto recurrió hasta la extenuación a la caridad del pueblo y a aportaciones de Miller y Blandy. Creo que no se le ha hecho al Obispo dominico, el homenaje debido por su esfuerzo, la ayuda a los obreros, la traída a Las Palmas de congregaciones como el Sagrado Corazón. 

La iglesia de La Luz prestó 20.000 pesetas para construcciones, a pagar en 20 años, sin interés, puesto que debía quedar libre de responsabilidad ante la Mitra. Asimismo. ¿Qué se puede decir de la magnífica labor de Apolinario? Su ayuda a los obreros del Puerto, sus escuelas, la casa de Socorro. Sus esfuerzos por nuestra isla no tienen parangón. En su labor médica contó con la ayuda de otro doctor, Bernardino Valle Gracia, que vivió justamente frente al Asilo, en la misma calle Padre Cueto, esquina 29 de Abril. He loado a dos grandes hombres, con las mismas derivadas apostólicas. Por ello sería una tremenda ofensa a la memoria de Apolinario derruir su vivienda, convirtiéndola en otro bloque sin historia, sin alma. De igual manera hay que mantener esas originales arcadas, ese singular y vivo edificio, que es la Casa-Asilo. Cualquier modificación que se haga a esos dos edificios históricos es un ataque sin retorno, a la cultura canaria, lo que justamente nos llevaría a la decadencia preconizada por Spengler y nos introduciría, sin mas, en el pragmatismo materialista y desilusionante de William James.

Compartir el artículo

stats