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El antiguo Cuasquías lleva una década en busca de un comprador

La venta del inmueble comenzó tras el cierre del pub en 2013 por un valor de 6,3 millones de euros, cifra que ha descendido a la mitad con el paso de los años

Fachada de la casona del antiguo Cuasquías. Juan Castro

Durante tres décadas, sus salas acogieron a lo más destacado de la noche de Las Palmas de Gran Canaria. En marzo de 2013 bajaron por última vez la persiana y desde entonces el antiguo Cuasquías ha permanecido vacío. El mítico establecimiento estaba situado en un antiguo caserón del siglo XIX en pleno barrio de Triana que perteneció en sus orígenes a la familia del Marqués del Muni. Durante todos estos años, sus actuales propietarios han tenido el edificio a la venta, sin éxito. En un principio, los herederos pedían 6,3 millones de euros, una cifra que ha descendido a la mitad con el paso de los años.

La fachada del antiguo Cuasquías, situado en lo alto de la Cuesta de San Pedro, frente al Monopol, lucía hasta hace apenas unas semanas una gran pancarta de la inmobiliaria Ziegel. Según esta, el contrato con la agencia acaba de finalizar y ambas partes no han llegado a un acuerdo para su renovación. «Los propietarios no estaban dispuestos a revisar el precio», señalan, «en este año apenas tuvimos dos posibles compradores». Por último, el histórico edificio de Triana ha estado a la venta por 3,2 millones de euros, prácticamente la mitad del importe por el que salió hace casi una década.

El edificio, construido en 1857 en estilo neoclásico, consta de dos plantas y un gran patio central entorno al cual se distribuyen las estancias. Según catastro, ocupa una parcela de 955 metros cuadrados en pleno casco histórico capitalino y cuenta con una superficie construida de 1.770 metros cuadrados. Su gran tamaño y su buena ubicación -junto al Monopol y en un extremo de Triana-, además de su dilatada historia, hacen de este inmueble una pieza golosa para las inmobiliarias y para posibles inversiones que, por ahora, no han logrado llegar a buen puerto.

Los propietarios recibieron una oferta para convertir la antigua sala musical en una residencia

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Según ha podido saber este periódico, a finales del año pasado los propietarios recibieron una oferta para convertir la antigua sala musical en un centro sociosanitario. En una ciudad con una población cada vez más envejecida, crear una residencia para la tercera edad tiene las de ganar, más teniendo en cuenta que en Triana no existen establecimientos de este tipo. No obstante, la compra no se hizo efectiva.

De manera periódica a lo largo de los últimos nueve años, el inmueble ha salido a la venta en distintos portales inmobiliarios y con diferentes agencias. Con precios que han ido a la baja a medida que pasaban los años. No obstante, este ha sido uno de los edificios más caros a la venta en el casco histórico capitalino. El antiguo palacio de los Manrique de Lara, en la plaza del Espíritu Santo de Vegueta, salió a la venta en 2017 por 5,25 millones de euros; finalmente, sus actuales propietarios lo adquirieron por una cantidad notablemente inferior.

Lo cierto es que en el casco histórico de la capital hay numerosas casonas antiguas que llegan a estar años con el cartel de «se vende» en su fachada. Desde el sector inmobiliario señalan que los precios y la necesidad de realizar reformas posteriores complican las operaciones de compra venta en esta zona, además de las limitaciones que existen a la hora de hacer una intervención al ser en su gran mayoría edificios protegidos por su valor histórico. 

De hecho, el Cuasquías cuenta con un grado de protección ambiental dentro del catálogo de patrimonio arquitectónico del Plan Especial de Protección (PEP) de Triana y Vegueta. Este hecho limita las posibles intervenciones en el inmueble a su conversación, restauración, consolidación y rehabilitación.

La ficha de Patrimonio destaca el inmueble como ejemplo representativo del neoclásico. En sus fachadas, sobresalen sus ventanas en guillotina y las contraventanas de madera. En el interior resalta la amplia galería porticada en torno al patio y la escalera de piedra que da acceso a las estancias de la planta alta.

La asociación Ínsula Signa, al rescate del rótulo del antiguo Cuasquías. Ínsula Signa

El edificio actualmente es propiedad de los herederos de Rafael Rodríguez Valido y de Mariano Franchy, socios de la tienda y fábrica de muebles que hubo antes de instalarse allí la sala de conciertos. Previamente, el edificio perteneció a Luis León y Castillo de Olivares, hijo del ingeniero teldense Juan León y Castillo y tercer marqués del Muni. Este heredó el título de su tío, el abogado y político Fernando León y Castillo, hermano de su padre.

En sus orígenes el palacete ocupaba buena parte de la manzana actual delimitada en su tramo superior por San Pedro y en la parte baja por el arranque de Triana. El edificio fue dividido en tres partes, de tal manera que las dos que dan a la calle Mayor fueron segregadas. El solar que ocupa pudo haber albergado en siglos anteriores la desaparecida ermita de Los Remedios; no obstante, el cronista oficial de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Laforet, señala que no estaba exactamente en esa misma ubicación.

Lo más destacado de la escena musical

La casona vivió una nueva vida a finales del siglo XX. El Cuasquías se trasladó a esta casona de la Cuesta de San Pedro en 1994, donde estaba situado por ese entonces el pub Pool. Previamente, desde 1982 la mítica sala solía colgar el cartel de lleno en el local que tenían en Venegas. Durante años, por sus instalaciones pasaron lo más destacado de la escena musical que pisó Las Palmas de Gran Canaria por aquel entonces. Y no solo eso, el establecimiento acogía habitualmente presentaciones de libros, mesas redondas, sesiones de teatro o de literatura, caso de las Nocturna Free del poeta Manolo Padorno.

Bajo las riendas de Toñín Barrera, por las salas del Cuasquías pasaron artistas de la talla internacional de Compay Segundo. Rosana, Pedro Guerra y Arístides Moreno destacaron en la escena canaria de nuevos autores, al igual que el timplista José A. Ramos entre la nueva hornada del folclore. Aunque, si por el se distinguió el desaparecido establecimiento fue por sus conciertos de jazz con artistas como Jerry González o Miguel Ángel Chastang.

La crisis económica y la reconfiguración del ocio nocturno en la capital llevaron a Barrera a bajar la persiana por última vez en marzo de 2013. El rótulo del establecimiento permaneció en la fachada del palacete hasta comienzos de 2021, momento en el que la asociación Ínsula Signa llegó a un acuerdo con los propietarios del edificio para rescatarlo. Este colectivo, conformado por diseñadores gráficos y demás profesionales del área, decidió recuperar las letras del cartel. "Su destino estaba abocado a la desaparición, por su estado de deterioro progresivo y por hallarse actualmente el inmueble a la venta", reseñan estos en su portal web.

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