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Comercios históricos de Las Palmas de Gran Canaria

La Esquinita Latina cumple 24 años como consulado oficioso de Latinoamérica en Las Palmas de Gran Canaria

El restaurante, en La Puntilla, es centro neurálgico de muchos artistas latinos que se han inspirado en sus mesas

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Comercio Histórico: La Esquinita Latina

La Esquinita Latina de Angelito Borges es para muchos el consulado oficioso de la comunidad latinoamericana en la capital, un centro neurálgico en el que muchos artistas se han inspirado.

El restaurante La Esquinita Latina, en la intersección de las calles Faro y Ferreras en La Puntilla, se ha convertido en una especie de consulado oficioso de Latinoamérica en Las Palmas de Gran Canaria. En su cerca de un cuarto de siglo de actividad, ha sido el centro neurálgico de la comunidad hispanohablante de la isla, pero también ha recibido visitantes de otros muchos países, gracias a que su establecimiento está en un punto de la capital por el que transitan multitud de turistas y cruceristas. En sus mesas han encontrado la inspiración muchos artistas, y por ello el local está plagado de versos que le han dedicado personalidades desde Yeray Rodríguez a Alexis Díaz Pimienta, entre otras.

El Día de Canarias de 1998 abría sus puertas por primera vez el por aquel entonces restaurante La Esquinita Cubana, que pronto amplió su abrigo para pasar a ser de toda Latinoamérica. El inicio titubeante de los primeros meses dio paso a una larga trayectoria de reconocimiento en la capital grancanaria en la que ha superado las crisis que han tenido lugar hasta la fecha, la última de ellas la del Covid, que les hizo volver a sus comienzos.

Angelito Borges es el fundador del restaurante. Cubano de nacimiento, llegó a Canarias en 1993 en una misión oficial del Gobierno cubano, del que era diplomático por aquel entonces, para sensibilizar más la solidaridad canaria con su nación. Sin embargo, en su periplo por el Archipiélago conoció el amor, y como las normas del Partido Comunista de Cuba no permiten que alguien en misión oficial tenga relaciones más allá de las profesionales con alguna persona, decidió quedarse en Gran Canaria y empezar una nueva vida. Y se tuvo que buscar las habichuelas en una realidad completamente nueva y desconocida.

Borges empezó a trabajar en otro bar cubano que existía en la calle Juan Manuel Durán gracias a que su dueño le conoció y le ofreció empleo. "Al parecer, lo hice bien porque querían que me quedara para siempre, pero como me surgió otra cosa en Fuerteventura, me fui allí", explica el propietario de La Esquinita Latina. Más adelante, estando en México una temporada en casa de un familiar, el dueño de ese bar le llamó para ofrecerle el traspaso del local ya que tenía intención de dejarlo por motivos personales. Sin embargo, Angelito no pudo llegar a tiempo desde tierras aztecas y tuvo que buscar una alternativa al verse de nuevo en Las Palmas de Gran Canaria con una mano delante y otra detrás.

Borges considera al repentista Yeray Rodríguez como un padrino para su local, al que ha dedicado versos

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En ese momento, vio el local vacío de la esquina de Faro con Ferreras y no se lo pensó dos veces. El 28 de mayo de 1998 se produjo el traspaso y solo 48 horas después ya estaba funcionando. En un primer momento, sirvió comidas a domicilio, pero pronto cambió su actividad a la de bar piscolabis, para convertirse finalmente en bar-cafetería. Todo ello en apenas seis o siete meses.

En sus 24 años de trayectoria, Angelito Borges reconoce que ha habido una figura que ha sido de vital importancia, que le ha apoyado, le ha dado impulso en los momentos menos halagüeños y le ha impregnado de positividad en su día a día: su mujer, Yoli Andrea. Sin ella, La Esquinita Latina quizás no hubiera estado abierta durante todo ese tiempo. Siempre al pie del cañón, su dedicación ha sido ejemplar. También han colaborado en los últimos tiempos sus dos hijos, que han echado una mano en los momentos de mayor afluencia de público, sobre todo los fines de semana.

Referencia de la cultura

En su trayectoria, este bar-cafetería se ha convertido, según su propietario, en un auténtico referente para las letras hispanas en particular y la cultura latina en general. No solo porque a sus mesas se hayan sentado poetas y literatos latinoamericanos o canarios, sino también porque ha formado parte de la Ruta Playa Viva que organizaba el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en Las Canteras hasta que la pandemia obligó a trastocar los planes de la sociedad en su conjunto. Los acordes musicales se dejaban sentir en apasionantes conciertos en petit comité, que llenaban la terraza los fines de semana.

"Por eso, han pasado por aquí grandes de la cultura latina, desde músicos a poetas y literatos. Hemos celebrado presentaciones de libros, encuentros literarios y hemos celebrado Días Nacionales de Venezuela, Cuba, Colombia o México", desgrana Angelito Borges, sentado a una de las mesas de su terraza mientras saludaba a algunos de sus clientes animadamente. De hecho, no duda en afirmar que el repentista y verseador grancanario Yeray Rodríguez es padrino de su establecimiento, en el que ha comido en innumerables ocasiones. De hecho, es muy amigo de la familia, puesto que actuó de celestino para arrejuntar a Angelito con Yoli Andrea, fue padrino de su boda y también de su primera hija en común.

Sobre cómo llegó Rodríguez a sus vidas, el propietario de La Esquinita Latina recuerda que fue "una casualidad". Hace ya unos años, le vio en un reportaje que estaba saliendo en televisión, en el que enseñaba a dos profesores universitarios de Estados Unidos que se encontraban visitando la capital grancanaria algunas nociones de la lucha canaria. Tras el reportaje, Angelito se encaminó hacia su establecimiento para continuar su jornada laboral y allí encontró a los mismos profesores acompañados del verseador, por aquel entonces un joven que ya despuntaba, que habían ido a tomar un piscolabis. Les atendió y a Yeray le gustó tanto el sitio que ya "se quedó fijo". Este es, para Borges, una de las mejores cosas que tiene su trabajo como hostelero, el poder conocer "cantidad de buenas amistades, que no se pagan con dinero".

El restaurante empezó vendiendo comida a domicilio en 1998, pero pronto amplió su negocio a bar-cafetería

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Sobre qué futuro le espera a su bar-cafetería, Angelito Borges cree que todavía le queda traca por delante para seguir cuidando con el cariño que se merece su establecimiento, como ha hecho en este cerca de cuarto de siglo. Para cuando no estén ni él, ni su esposa, es posible que siga su hijo pequeño, de 19 años ahora mismo, pero que ya muestra sus pinitos como coctelero y barman, y que no vería con malos ojos mantener abierta La Esquinita Latina. Aunque a su padre no le termina de convencer que se dedique al sector hostelero porque "es muy sacrificado". Pese a todo, lo que parece claro es que el local de La Puntilla seguirá ejerciendo las veces de consulado oficioso latinoamericano en la capital durante una buena temporada.

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