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Aluvión de ingleses en Santa Catalina

La feria comercial de Luis Morote se salda con gran afluencia de cruceristas y de gente del país v El Puerto registra la llegada de 5.000 turistas británicos

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Cruceristas y feria comercial en Santa Catalina

Virutas de gofio, sahumerios como los que hacía la abuela, aceitunas de Santa Lucía, ropa, bisutería o maravillas de cerámica son algunos de los productos a la venta en la feria comercial de Luis Morote, que este sábado registró una gran afluencia tanto de gente del país como de los miles de cruceristas, en su mayoría británicos, que arribaron de buena mañana a Santa Catalina a bordo del Ventura y Anthem of the Seas.

Regalos para comérselos. Eso es lo que vende José María Bretón, dueño de la tienda Lasdejosito, situada en la calle 29 de abril, que  este sábado participó en la feria comercial de Luis Morote que ha organizado la Asociación de Empresarios Santa Catalina. Entre las delicias de Bretón que llamaban la atención de los clientes estaban las perlas de mojo, la mermelada de higos, sidra de Valleseco o los garapiñones de Agaete.

Tampoco faltaban las cuñas de queso de Tasarte, Lomo del Palo (Gáldar), Guía o Fuerteventura. La calidad del producto compite con la belleza del envoltorio, que ha sido diseñado para regalar. «La nuestra es una tienda de regalo y hacemos formatos pequeños con cajas y cestas con productos canarios artesanos. Nuestra filosofía es ayudar al pequeño productor primario. Buscamos productos tradicionales, pero en formatos más originales, como las perlas de mojo, que son esferificaciones», explica José María, quien también tiene en cuenta a los turistas y empaqueta los productos para que sean cómodos de transportar. No obstante, en las dos horas que llevaba en la feria, no habían sido muchos los cruceristas que habían adquirido alguno de sus productos.

«De los que compran, la mitad son cruceristas y la otra mitad, del país. Los llaveritos están funcionando muy bien»

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«Compra más la gente de aquí que los cruceristas», admitía Bretón, quien formó parte de los 70 comerciantes y artesanos de la feria, que registró gran afluencia tanto por la gente del país, que siempre acude fiel a la cita, como por los miles de extranjeros que arribaron a primera hora de la mañana al muelle, a bordo del Ventura y Anthem of the Seas, procedente del puerto de Southampton.

Verdaderas riadas de turistas, la mayoría de ellos británicos, tomaron Santa Catalina desde primeras horas de la mañana y muchos se dejaron su dinero en la feria a su paso por Luis Morote, camino de Las Canteras.

Entre los 5.000 turistas que recalaron estaban Stuart, Steven, Fiona y Alice, un grupo de amigos que llegaron a bordo del Ventura, aunque prefirieron darse una excursión a bordo de la guagua turística, que no paró en todo el día. Stuart   pregunta en tono de broma por el «clima soleado» de la isla, mientras mira a un cielo totalmente encapotado y después de haber soportado la garujilla que se dejó caer de manera intermitente hasta las once de la mañana. Recién llegados dos horas antes ya les ha dado tiempo de visitar «una iglesia muy grande», se supone que la Catedral en Vegueta, un paseo de palmeras y poco más.

Steven y Fiona habían estado anteriormente en la isla y recordaban con cariño las «maravillosas vistas del pico de Bandama», un buen momento que les compensó de la «escalofriante» subida a la montaña debido a la velocidad a la que iba el conductor de la guagua.

Por fortuna para los comerciantes, fueron muchísimos los que sí se pasearon por Santa Catalina y compraron. Andrea López Sahún, diseñadora gráfica y ceramista había vendido desde primera hora varias piezas a un norteamericano de Florida y dos británicos.

«Me han comprado una taza, un bol y un soporte para los anillos», cuenta López Sahún, que hace cerámica decorativa, comercializada bajo la marca Sahún Ceramics y ha logrado vivir de su trabajo, entre la impartición de talleres y las ferias. También expone su obra en la cafetería Cool Beans, en Vegueta, un espacio creativo que permite a los artesanos y creadores dar a conocer su obra.

«Estudié en Inglaterra diseño tridimensional y me especialicé en madera y cerámica. Al volver, después de estar seis añitos allí empecé a trabajar como diseñadora gráfica, pero no era lo mío y decidí continuar con la cerámica, que es lo que me gusta. Hace menos de un año me hice autónoma, me saqué el carnet de artesana y empecé a acudir a markets como este para darme a conocer. Ya tengo mi propio horno».

A su lado, la terapeuta esteticista Carina Monzón vende cosmética botánica, velas artesanales a base de cera vegetal y soja, madera reciclada, flores de la isla y aceites esenciales puros.

Monzón comercializa, bajo la marca Atelier Herbal, el sahumerio, el incienso canario que hace muchísimos años no faltaba en las casas y que ha desaparecido con el tiempo. Ella lo hace con artemisa, eucalipto, laurel, salvia, romero y aceites esenciales. Los vende a cinco euros con un carboncito y duran tres meses. «Limpia la casa. Sirve para dar aroma y para limpiar la energía del hogar», asegura Carina que colabora con cultivadores de flores ecológicas, los que se encargan de secarlas.

Entre las delicias que vende Bretón están las perlas de mojo, la mermelada de higo o el queso de Tasarte

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Sin duda ninguna, el que más atención acaparó en la feria fue Oscar González Martín, un guarapero de Punta Gorda (La Palma) que hace deliciosos jugos de caña de azúcar, limón y maracuyá, por dos euros. Una atención que, lamenta, no se traduce en ventas, aunque sobrevive mal que bien porque se patea muchas fiestas y muchas ferias de la isla. Es un auténtico espectáculo contemplar como Óscar le saca el jugo a la caña en su trapiche y lo convierte en guarapo.

«Vine hace ocho años a hacer guarapo de caña. Empecé en el Carnaval de Las Palmas, donde hice mi primera molienda. Al día siguiente me llamó el alcalde de Teror y allí llevo siete años moliendo caña». Después de los del Ron Arehucas debe ser uno de los que más mueve el negocio de los cortadores de caña, pues compra unos 40.000 kilos al año a treinta agricultores. Su récord lo alcanzó en un festival Womad, en el que molió 1.200 kilos.

Su conocimiento de inglés es un plus para Cristina Pagano, artesana de Santa Lucía, que hace accesorios de decoración y complementos para bebés con la técnica de macramé.

Le acaba de vender un llavero por dos euros a una turistas. «De los que compran, la mitad son cruceristas y la otra mitad del país. La gente local es muy fiel, lo aprecia muchísimo, pero también los cruceristas se dejan el dinero. Los llaveritos están funcionando muy bien. Los turistas se llevan las cositas pequeñas que no les implica una sobrecarga en cuanto a peso y volumen. Una señora inglesa se llevó una bobina de urdimbre, porque en su país no lo conseguía de la misma calidad».

Por más momentos juntos es el lema elegido para esta feria, organizada por la asociación de empresarios Santa Catalina para dinamizar el pequeño comercio, con el apoyo de los responsables de Turismo del Ayuntamiento capitalino y el Gobierno canario.

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