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El izado de la bandera da comienzo al novenario de San Lorenzo

Vuelve el programa de actividades al completo tras dos años mermado por la pandemia

Izada de la bandera de San Lorenzo. ANDRES CRUZ

Juana Teresa Rodríguez, de 82 años, se enamoró en la víspera de San Lorenzo del que fue su marido durante 62 años. Todos en el pueblo tienen alguna historia en torno a la celebración de las fiestas de San Lorenzo. En el día de ayer, el pueblo izó la bandera y repicaron las campanas dando comienzo al novenario, período de tiempo de nueve días, dedicado a la memoria del patrón. Un acto al que asisten desde los más mayores hasta los más jóvenes como Izan Manuel, de nueve años, que acompañado por su abuela asegura que le ha "encantado".

A mediodía la plaza del pueblo fue acogiendo poco a poco a las personas que miraban expectantes a la parroquia para no perderse los cinco minutos de gloria en los que las campanas tañen y se iza la característica bandera del santo, roja por el color del martirio, la parrilla representa donde fue quemado y el palmito es símbolo de diácono. El campanero, Juan Manuel Jiménez Guzmán, sale de la iglesia con las gotas de sudor corriendo por su rostro, recuperándose del esfuerzo. Guzmán asegura que siente "pasión" cada vez que se encarga de tocar las campanas al inicio de las fiestas y cuenta que para estimar el tiempo exacto que debe durar el repique reza la oración de Gloria a Dios en el cielo y recita los primeros versos:

Gloria a Dios en el cielo,

y en la tierra paz a los hombres

Una oración, que según Guzmán es necesaria ante los malos tiempos vividos durante la covid-19. "Muchos de los vecinos fallecieron, entonces, mientras toco los campanas me emociono y recuerdo a quienes no están y me alegro por los que han llegado a este año". En definitiva, Guzmán considera que hay que "dar las gracias". La pandemia redujo el programa de las fiestas para cumplir con las medidas para frenar la expansión del virus, evitando las celebraciones con grandes concentraciones de personas. Este año vuelve con todas las actividades como antes de la llegada del virus y con una novedad que los vecinos esperaban desde hace tiempo: la declaración de la festividad como Fiesta de Interés Turístico de Canarias por parte de la Consejería de Turismo, Industria y Comercio del Gobierno de Canarias.

El encargado de izar de la bandera, Eladio Santana Martel, es carpintero y en su taller se hicieron las puertas de la iglesia y el nuevo retablo. En esta ocasión, dejó a un lado sus herramientas para subir por primera vez la bandera en una experiencia "reconfortante y agradable con el sonido de las campanas que te motivan". En su familia solo su abuelo, Mundito, había realizado antes esta actividad pero Martel espera volver a lo alto de la Parroquia el próximo uno de agosto porque pregunta con una sonrisa: "¿El año que viene me llaman también?".

A la izquierda Eladio Santana Martel y Juan Manuel Jiménez Guzmán. ANDRES CRUZ

Durante la celebración se reunieron en la plaza diferentes generaciones en torno a la Parroquia. Los más pequeños corrían por toda la plaza al abrigo de las conversaciones indistintas de los más mayores, que sentados y de pie esperaban frente a la Iglesia con los ojos apuntando al campanario. El sonido de las campanas rompió el barullo de charlas y risas infantiles y devolvió a los niños al silencio contemplativo ante el sonido envolvente de las campanas mientras la bandera subía lentamente. Izan Manuel se queda junto a a su abuela, Antonia Rosa, en el momento en que repican las campanas, aunque asegura que es la primera vez que viene, su abuela rectifica y aclara que "antes era muy pequeño y no se acuerda", por esa razón, la mujer opina que esta ocasión es tan especial porque "ya tiene nueve años" y espera que el recuerdo de este evento sea uno de muchos.

Una organización dedicada

La panza de burro ayudaba a sobrellevar el calor veraniego y una suave brisa agitaba los banderines de la plaza. Tras finalizar el acto los miembros de la Comisión de Fiestas casi al completo se sienta a charlar con la bandera izada como telón de fondo. "Ayer nos dormimos a las cuatro de la mañana limpiando la fiesta del día anterior pero aquí estamos porque este es un momento que no nos perdemos por nada", dice Saro Guzmán, que exclama que aunque es un trabajo sacrificado para ellos merece la pena, "cuando vemos que todo sale bien, lloramos".

Sobre las complicaciones de la organización sabe bien José García Santana, presidente de la Comisión de Fiestas, que considera que es mucha responsabilidad por la dedicación que es necesaria para la preparación de la celebración pero "vale la pena por poder volver a recuperar las fiestas como las vivíamos antes de la pandemia". Santana afirma que el mayor reto durante este año ha sido la implicación de otras áreas del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo en la organización de la fiesta, "este año hemos conseguido aporte económico no solo de la Concejalía de Distrito Tamaraceite - San Lorenzo - Tenoya sino también de Juventud, Turismo, la campaña promocional en las guaguas a través del servicio de transporte del Cabildo y una muestra de artesanía en el Mercado a través de la Consejería de Comercio".

La colaboración institucional ha conformado un rico programa de una treintena de actos durante 17 días con conciertos, actos infantiles y religiosos, además de las tradicionales Escala en Hifi, Gala Drag Queen y Feria de Ganado. Sin embargo, los fuegos de San Lorenzo son la marca de identidad de las fiestas del pueblo y en esta edición cuentan con más pólvora que en ningún año anterior, en concreto 600 kilos. Lo que ha sido un reto a la hora de planificar la seguridad del famoso evento. Siri Guzmán de la Asociación de Vecinos Lugar de Lugarejo San Lorenzo dice de forma jocosa: "este año será una pasada, va a temblar tanto que San Lorenzo se va a bajar del trono".

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