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La charca sequita de San Lorenzo

Los estanques de barro languidecen a la espera de un acuerdo entre Ayuntamiento y propietarios

Aspecto en el que se encuentra la última charca de San Lorenzo con agua.

Hogar de decenas de aves, las charcas de San Lorenzo languidecen a la espera de un plan de rescate. La única mareta que permanece con agua apenas conserva una lámina en el fondo embarrado.

Meses después de las últimas lluvias, las charcas de San Lorenzo ya no pueden más. La mareta situada en las inmediaciones de Riscos Negros, una de las pocas que permanece con agua durante todo el año, está prácticamente seca. Este paraje natural, que ha sido moldeado por la mano del ser humano durante siglos y refugio cada año a decenas de aves migratorias, lleva años languideciendo a la espera de un plan de rescate por parte de las administraciones.

«A pesar de que hace dos años se aprobó una moción en el Ayuntamiento para rescatar las charcas, el lugar sigue muriéndose», señala Esteban Santana, miembro de la Plataforma Salvar las Charcas de San Lorenzo. En aquel momento, el Consistorio aprobó con el voto unánime de todos los partidos una propuesta de CC-UxGC encaminada a comprar los terrenos de este paraje natural protegido y crear un parque ambiental.

Lo cierto es que el tiempo pasa y el espacio cada verano luce un aspecto más degradado. En estos momentos, apenas una fina lámina de agua cubre el fondo del estanque de barro. Una capa de lodo cuarteado cubre buena parte de la superficie del estanque y apenas unos brotes verdes lucen en la orilla. «Las aves ni están, se han tenido que marchar», relatan desde la Plataforma. Algunas han optado por ir a la cercana presa de Tamaraceite, cuyo embalse permanece con agua suficiente durante todo el año, por lo que se convierte en un auténtico oasis.

Hace dos años, en el verano de 2020, la Plataforma ya se vio obligada a actuar de emergencia junto al colectivo Turcón y verter tres cubas de agua en la citada mareta. Desde entonces el concejal de Urbanismo, Javier Doreste, ha permanecido en conversaciones con el propietario de la finca. Este periódico ha intentando ponerse en contacto con el edil sin éxito. Tampoco ha podido hablar con el empresario Felipe Guerra, quien ofrece al Consistorio tres de los cuatro estanques que tiene.

Urbanismo inició un concurso para adquirir terrenos agrícolas o rústicos a finales de 2020; Doreste apuntó en su momento que habían instado al empresario a que presentara los terrenos. En este sentido, el Ayuntamiento tenía entre sus prioridades comprar parcelas en San Lorenzo y en el barranco Guiniguada para su restauración paisajística.

Abandono del campo

Las charcas de San Lorenzo forman parte del Paisaje Protegido de Pino Santo. Se trata de una serie de estanques o maretas de barro del siglo XVII interconectadas por un sistema de acequias y cantoneras que distribuyen el agua. Este sistema permitía regar la antaño fértil vega de Tamaraceite. El progresivo abandono del campo y de la actividad agrícola han llevado con el tiempo a este paraje a la desidia. De hecho, la Plataforma lleva más de tres décadas intentando recuperar este lugar para el disfrute de la ciudadanía.

Desde la Plataforma denuncian además el estado de suciedad que presenta buena parte de este entorno natural; «las cantoneras están llenas de escombros y de basura», alerta Esteban. Una realidad que provoca que la biodiversidad de este enclave esté «en peligro», resalta, a la espera de un plan de rescate y regeneración. El lugar es hogar de tarros canelos, garzas reales o chorlitejos chicos.

La idea del Ayuntamiento es hacer un parque agroambiental a lo largo del barranco entre Tamaraceite y San Lorenzo que permita destacar los valores etnográficos, históricos y medioambientales del humedal. Un proyecto que ha permanecido en el cajón a la espera de poder adquirir, al menos, buena parte del suelo.

De las más de 40 maretas que llegó a tener en activo la vega, tan solo unas pocas permanecen con agua durante buena parte del año. La mayoría de las acequias que las abastecían están abandonadas, de ahí que las mejor conservadas sean las que están en propiedad de Felipe Guerra, además de las situadas en el margen contrario y que hoy siguen en uso.

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