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El ‘banco malo’ prepara la demolición de la vieja comisaría de Miguel Rosas

La Sareb no desvela qué hará con el solar, si lo venderá o construirá casas. La finca tiene vigilancia privada desde que desalojaron a los okupas el pasado marzo

Tapiado de la vieja comisaría de Miguel Rosas JOSÉ CARLOS GUERRA

El edificio de la vieja comisaría de la calle Miguel Rosas, al lado de Las Canteras, tomada por okupas durante seis años hasta su desalojo en marzo pasado, desaparecerá bajo la piqueta dentro de poco. La Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb), popularmente conocida como banco malo prepara el derribo del inmueble. «Estamos trabajando en completar los trámites administrativos previos a la demolición», se limitaron a señalar fuentes del organismo, que no aclararon qué hará finalmente con el solar.

El banco malo baraja dos opciones : o sacar a la venta la parcela o impulsar la construcción de un edificio de viviendas, como está haciendo en algunos puntos de España donde tienen solares. El edificio, que fue tapiado tras el desalojo de los okupas, está protegido desde el pasado mes de octubre por dos vigilantes de seguridad las 24 horas del día para impedir una nueva ocupación.

Vecinos y vecinas de la zona se alegran de que la tranquilidad ha vuelto a la calle desde que echaron a los okupas, que había convertido la vieja comisaría en un centro de trapicheo de droga, con escandaleras y peleas continuas. Una de ellos considera que el banco malo debía haber tapiado el edificio en su totalidad, y así se habría ahorrado el sueldo de los vigilantes de seguridad que están apostados frente a la fachada de la casa las 24 horas del día, desde hace más de cuatro meses.

Entrega de El Rubio

La antigua comisaría de de la Policía Nacional de Miguel Rosas, que fue famosa en su día porque allí se entregó voluntariamente el 14 de agosto de 1989 después de 13 años escapando de la justicia, Ángel Cabrera El Rubio, condenado por el secuestro y muerte del industrial tabaquero Eufemiano Fuentes.

El cuartelillo dejó de funcionar como tal en 2004, cuando la Policía Nacional se trasladó al cuartel de la plaza de Manuel Becerra.

El Ayuntamiento, propietario del edificio, lo cedió a la Policía Nacional en 1971, tras la petición del entonces gobernador civil Jesús Pérez Alonso, para convertirlo en cuartel de lo que en aquella época se denominaba Policía Armada. No empezó a funcionar como como tal hasta 1975.

Tras el cierre de la comisaría, que ocupaba los números 25 y 27 de la calle Miguel Rosas, el consistorio recuperó la propiedad del inmueble y lo sacó a subasta en 2005. En ese año se daba por hecho que al edificio le quedaban pocos meses porque se esperaba su derribo para construir viviendas.

En ese mismo año se daba por hecho que el otro edificio municipal situado justo al lado, que acoge el centro de acogida Gánigo para personas sin hogar, caería también bajo la piqueta, pero en la actualidad sigue funcionando como tal.

El vecindario recupera la tranquilidad tras soportar escandaleras y peleas durante más de cinco años

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La finca fue vendida por 2,6 millones a la Sociedad Inmuebles Comerciales La Mareta, pero tras la crisis financiera, el inmueble pasó a formar parte de los activos de la Sareb, que lo sacó a la venta, sin éxito, en 2015 por 950.000 euros.

El abandono en que se encontraba el inmueble propició su ocupación por un grupo de personas en febrero de 2016. Los vecinos aseguran que los primeros okupas no provocaron ningún problema y se produjo una convivencia amigable con el vecindario, que incluso les proporcionaba comida.

 Pero los primeros okupas se fueron y entraron otros -llegó a haber más de 12 personas- que convirtieron el inmueble en un centro de venta de droga y pusieron en jaque al vecindario, con continuas peleas y reyertas con arma blanca.

Los vecinos piden el cierre de Gánigo


El vecindario de la calle Miguel Rosas reclama ahora, tras el desalojo de la antigua comisaría, que se traslade el centro Gánigo de la zona, al considear que ni reúne condiciones para atender a los usuarios ni la calle puede «seguir siendo la sala de espera de la atención a las personas sin techo que acuden al lugar a diario. «Todas las mañanas, la calle se llena de gente que espera que le llegue su turno y que también provocan altercados y rompen la convivencia de la comunidad», señalaron. El Ayuntamiento viene hablando desde hace más de siete años de cerrar el Gánigo de Miguel Rosas y trasladarlo a otro lugar. Cuando se construyó el centro de la Fábrica del Hielo, se aseguró que sería uno de los puntos de atención a las personas sin hogar, pero los años pasan y el centro sigue sin ponerse en marcha. Sólo acoge un punto de información, salvo la época de confinamiento, en que funcionó como un centro de acogida, gestionado por Cruz Roja.

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