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J.C. GUERRA
Ver galería >El estruendo de los fuegos artificiales silencia cualquier otro sonido de personas, animales o cosas. Todos, en sintonía, miraban al espectáculo de colores que convertía el cielo en un cuadro, una obra de arte. San Lorenzo brillaba desde el espacio en su noche más especial tras dos años sin celebrar sus fuegos por el parón de la Covid-19.
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El estruendo de los fuegos artificiales silencia cualquier otro sonido de personas, animales o cosas. Todos, en sintonía, miraban al espectáculo de colores que convertía el cielo en un cuadro, una obra de arte. San Lorenzo brillaba desde el espacio en su noche más especial tras dos años sin celebrar sus fuegos por el parón de la Covid-19.
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El estruendo de los fuegos artificiales silencia cualquier otro sonido de personas, animales o cosas. Todos, en sintonía, miraban al espectáculo de colores que convertía el cielo en un cuadro, una obra de arte. San Lorenzo brillaba desde el espacio en su noche más especial tras dos años sin celebrar sus fuegos por el parón de la Covid-19.
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