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La postal inédita de Emilia Pardo Bazán a un grancanario

La Condesa mandó sus condolencias en 1914 a José Batllori, cronista, por la muerte de su sobrina

La postal inédita de Emilia Pardo Bazán a un grancanario José Carlos Guerra Mansito

Cronista de Gran Canaria, José Batllori mantuvo una relación con el mundo cultural español hasta el punto de que Emilia Pardo Bazán le mandó en 1914 sus condolencias por la muerte de su sobrina.

La colección literaria de Emilia Pardo Bazán (A Coruña 1851- Madrid 1921), formada por más de 11.000 libros, fue reconocida a principios de año como Bien de Interés Cultural (BIC)por la Xunta de Galicia. Puede que no sea tan elaborada obra, pero en Canarias hay una huella de tan distinguida artista. La relación sentimental que mantenía con Benito Pérez Galdós es bien conocida, pero el escritor nacido en Las Palmas de Gran Canaria no fue el único isleño con el que tuvo correspondencia. El ginecólogo Juan Francisco López Rodríguez conserva en su casa de la capital grancanaria una postal inédita que la Condesa gallega envió a José Batllori Lorenzo (1876-1929), escritor, periodista y cronista de la Isla en el cambio del siglo XIX al XX.

La postal inédita de Emilia Pardo Bazán a un grancanario

«Les envío el más sentido pésame», apuntó la gallega en la postal, quien firmó a nombre de «la condesa de Pardo Bazán». La polifacética novelista, poetisa y dramaturga, entre otras disciplinas, hacía referencia al fallecimiento de María Luisa Rodríguez Batllori, sobrina del cronista grancanario. La carta lleva un matasellos fechado en Las Palmas el 29 de diciembre de 1914. Y es que la chica expiró un mes antes, el 19 de noviembre. Murió con tan solo a 15 años a causa de la diabetes infantil, enfermedad que por aquel entonces apenas tenía tratamiento al no haberse descubierto aún la insulina -esto ocurriría en 1921 de la mano de Frederick Grant Banting y John James Richard Macleod-.

Según el anverso de la postal, esta iba dirigida a [Francisco] Rodríguez Martín y a [María de la Concepción] Batllori Lorenzo, padres de la fallecida. «La recogió José Batllori, hermano de la madre de la niña, porque era quien tendría relación con la escritora», apunta López Rodríguez, quien es sobrino nieto del cronista. Pero, ¿Qué fue lo que llevó a la primera mujer en ingresar en la Real Academia Española (RAE) a enviar sus condolencias a una familia grancanaria por el fallecimiento de una de sus hijas?

María Luisa Rodríguez Batllori falleció en San Marcos 28, la casa familiar de los Batllori en Vegueta

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López Rodríguez, quien conserva varias cartas y documentación histórica de la familia, señala que, por el momento, «sería una incógnita». Batllori Lorenzo mantuvo una actividad prolífica que le llevó a ser miembro de la Real Academia de la Historia. Fue bibliotecario del Ayuntamiento capitalino, cronista oficial de la Isla y con su pluma firmó multitud de reportajes en el Diario de Las Palmas, del que llegó a ser redactor jefe; además fue corresponsal en las Islas del madrileño ABC y también trabajó para periódicos de Cuba y Argentina. «La clave», indica, «estaría en su relación con el mundo cultural de la época».

A través de los escritos de Francisco, José y Antonio Rodríguez Batllori, tíos del ginecólogo, es sabido que el cronista conoció al escritor y sacerdote Jacinto Verdaguer -quien llegó a ser conocido como «príncipe de los poetas catalanes»- cuando este hizo escala en la capital grancanaria en un viaje trasatlántico. También recibió la visita de la actriz madrileña María Guerrero, habitual en las obras teatrales de Benito Pérez Galdós; entre otros personajes destacados de la España de finales del siglo XIX y principios del XX. «Sabía moverse y tenía buenas relaciones con mucha gente distinta», confirma Juan José Laforet, actual cronista de Gran Canaria.

Lo cierto es que el fallecimiento de María Luisa fue «muy sentido». Las condolencias de la escritora gallega, autora de Los pazos de Ulloa, no fueron ni mucho menos las únicas que recibió la familia. «Era la joven que acaba de morir el encanto de sus padres y de su familia por las especiales dotes de bondad, de candor y de dulzura que adornaban su alma», así describía el Diario de Las Palmas a la joven en su necrológica. Y es que María Luisa era la hija del corresponsal en Gáldar de dicho periódico, Francisco Rodríguez Martín. De hecho, toda la prensa de la época en Canarias se hizo eco. 

En la comitiva de su funeral destacaron decenas de personalidades políticas y sociales de la época. Entre ellas, el propio Delegado del Gobierno en Canarias, Manuel Luengo, el alcalde de Las Palmas, Felipe Massieu y Falcón, el de Gáldar -ciudad natal de la familia-, además de cargos de distinto alcance: el presidente del Gabinete Literario, el Delegado de Hacienda, el Comandante de Marina, el arcipreste de Gáldar, consejeros del Cabildo y diputados provinciales; el Gobernador Militar mandó su pésame al no poder ir. «Su muerte fue muy sentida fue muy sentida y la conducción de su cadáver constituyó un acto multitudinario», relatan sus primos.

María Luisa falleció en la casa familiar de los Batllori de Vegueta. Situada en el número 28 de la calle San Marcos -a la venta por parte de sus actuales propietarios-, se trata de un fascinante edificio que el cronista grancanario transformó por completo a comienzos del siglo XX dotándole de un aire historicista con elementos góticos y renacentistas. Amante de las antigüedades, colocó en el patio una serie de lápidas procedentes de Iglesias y conventos desamortizados. Algunas pertenecían a los Bethencourt -de quienes son descendientes-, hoy en la Casa de Colón; otras permanecen en el inmueble, caso de la estela de Álvaro Gil de la Sierpe (1589-1662), polémico juez de la Audiencia perseguido por la Inquisición.

Y es que, al igual que ocurriera con su sobrina, el propio fallecimiento de José Rodríguez Batllori causó gran consternación en la sociedad de la época. El también dibujante e ilustrador, murió el 31 de enero de 1929 a la edad de 53 años. Su cortejo fúnebre estuvo acompañado por cientos y se celebraron funerales en varias iglesias de la capital y en localidades como Guía o Teror. «El acto, por lo efusivo, y por estar representado todas las clases sociales, fue una cariñosa manifestación de duelo», resaltaron en el Diario de Las Palmas, de cuya redacción formó parte.

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