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Los anfitriones del turismo (XVI)

Sendy San Ginés, una azafata premium

Con gran tradición marinera por sus orígenes isleteros, Sendy San Ginés se desempeña como auxiliar de pasaje en Naviera Armas desde 2020

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Sendy San Ginés, una azafata premium Juan Castro

Sendy San Ginés (Las Palmas de Gran Canaria, 1991) siempre tuvo una estrecha vinculación con el mar, dado que tanto sus abuelos como su progenitor se dedicaron profesionalmente al sector marítimo, aunque reconoce que en su primer embarque pensó que ser azafata de una naviera no era lo suyo. 

Sendy San Ginés siempre ha tenido vocación de trabajar de cara al público en sectores muy vinculados al turismo. Sus comienzos transcurrieron en el sector de la hostelería y el retail (comercio minorista), hasta que decidió honrar la tradición familiar y optar por desarrollarse profesionalmente en el mar, tal y como hicieran sus abuelos y su padre, todos originarios del marinero barrio de La Isleta. «Siempre he trabajado atendiendo a clientes y mi familia siempre ha estado vinculada al mar; mi abuelo paterno era capitán de barco y el materno, pescador típico de la zona de La Puntilla», señala, añadiendo que actualmente es azafata de Naviera Armas, una empresa que siempre ha tenido cerca, dado que su padre fue marinero de la misma. 

Tras decidirse a realizar los cursos de formación básica que habilitan para navegar, Sendy decidió probar suerte en la Naviera en agosto de 2020, unos meses después de finalizar el confinamiento por la crisis sanitaria del covid-19. «Estuve desde agosto hasta diciembre trabajando de refuerzo en diferentes barcos convencionales, haciendo rutas entre Gran Canaria y Morro Jable, hacia Puerto del Rosario y a la Gomera; hasta que me trasladaron a los ferris rápidos (fast ferries) hace aproximadamente un año», explica, especificando que en un principio estuvo como tripulante en el buque Volcán de Tagoro, que fue el primer fast ferry de Armas en cubrir la ruta entre Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, hasta que llegó el Volcán de Taidía, su barco gemelo, otro catamarán de transporte interinsular rápido.

San Ginés reconoce que los comienzos no fueron del todo fáciles, sobre todo teniendo en cuenta que el barco en el que se desempeña tiene capacidad para casi 1.200 pasajeros y 400 vehículos, y avanza a una velocidad de 35 nudos, equivalente a unos 65 kilómetros por hora. «En un principio solía marear, pero al final son tantos viajes que te acostumbras, tu cuerpo se adapta y casi no te das cuenta cuando se mueve el barco», afirma, aunque recuerda, entre risas, que en su primera ruta pensó que no valía para trabajar a bordo de un barco.

Pasaje exclusivo

El equipo de auxiliares de pasaje en el que trabaja la azafata está formado por seis personas, de una tripulación total de 22, que se distribuyen en las diversas cubiertas de las que se compone el ferri para atender a los pasajeros. En su caso particular, Sendy suele estar situada en la zona del barco destinada a los clientes que han pagado la tarifa premium, una categoría superior en la que se presta un servicio personalizado y en la que los pasajeros tienen prioridad a la hora de entrar y salir del barco, además de servicio de cafetería ilimitado. «Yo me encargo de que los pasajeros estén lo mejor posible durante el viaje. Normalmente, los recojo en la zona de garaje, les indico que suban conmigo a la cubierta correspondiente y los acomodo en las salas», detalla, haciendo hincapié en que tiene que estar pendiente en todo momento de lo que necesiten. El servicio prestado en esta exclusiva zona del barco es «muy especial» porque, además, se establece una relación habitual con el cliente, dado que suelen ser pasajeros que se desplazan por trabajo y viajan muy habitualmente con la Naviera. «Los sueles conocer y sabes de antemano lo que suelen pedir para comer. Además, se alegran al verte en el barco, ya que se crea una relación por todas las veces que coincides y les prestas un servicio más cercano», añade. Muchas de estas personas escogen la categoría superior para poder viajar y trabajar a la vez, disponiendo de salas más tranquilas donde pueden sentarse y conectar su ordenador portátil para cargarlo y disponer de red wifi. 

La mayoría de clientes con los que trabaja Sendy son viajeros que se desplazan por motivos laborales, médicos o familiares, pero también trata con turistas, la mayoría españoles. «Solemos trabajar con mucho más turismo local que extranjero en nuestro barco por las características de la ruta, que es de capital a capital. En los barcos que cubren las rutas hacia Fuerteventura, La Gomera, La Palma o El Hierro, sí se ven más extranjeros», afirma. En cuanto a la ayuda que San Ginés puede prestar a los turistas por medio de sugerencias de visita y demás atractivos turísticos, la azafata apunta que suelen ser viajeros que acuden al barco con una ruta bastante planificada para la Isla que van a visitar, aunque sí les cuestionan por medios de transporte para desplazarse a los lugares que tienen previstos. «Los pasajeros peninsulares, en cambio, sí que nos preguntan más por recomendaciones de sitios a los que ir», apunta.  

Retos a bordo del buque

Trabajar en un transporte marítimo siempre tiene su dificultad, ya que requiere de mucha atención hacia el pasaje. En el caso de la azafata grancanaria, esta dificultad se ve incrementada por ser tripulante de un ferri rápido, que se mueve mucho más que uno convencional. «Los pasajeros marean más y tienes que estar preparado para poder atenderlos rápidamente. Nosotros actuamos casi como enfermeros, tienes que estar con todos los sentidos activados», señala, destacando que lo primero que tiene que hacer es saber cómo se encuentra el pasajero, si ha vomitado o si tiene la tensión baja, síntoma muy frecuente de mareo. Son tantas las ocasiones en las que Sendy tiene que enfrentarse a este tipo de situaciones, ya conoce de antemano cómo es el proceso de mareo de una persona, por lo que puede actuar en previsión. «Poniendo atención, identificas a tiempo a la persona mareada antes de que vomite, así que le aplicas hielo en la nuca y evitas que beba líquidos, que es fundamental para que no se provoque», explica, a la vez que menciona que el limón es un buen remedio para cortar las náuseas, aunque siempre teniendo cuidado porque también produce bajadas de tensión.  

En el supuesto de encontrarse con una situación médica grave, los fast ferries de Armas no cuentan con un médico o enfermero porque el trayecto es corto, ante esta situación, el protocolo establece la realización de una llamada por megafonía en busca de personal sanitario entre el pasaje. «Siempre aparece un médico, un pediatra o un enfermero. Después, el capitán llama a una ambulancia para que esté preparada en el puerto de destino y pueda atender a la persona afectada», confirma. 

Otra de las particularidades de este sector es que, en muchas ocasiones, los tripulantes de los buques pasan largas temporadas embarcados en las que apenas pisan tierra. «Te pueden tocar 50 días seguidos en los que no vuelves a casa porque estás en una ruta entre diferentes islas y duermes en el barco», describe, poniendo de ejemplo una de las travesías que le tocó cubrir durante sus primeros seis meses en la compañía, la que salía desde el puerto tinerfeño de Los Cristianos y continuaba por La Gomera y La Palma. Sin embargo, uno de los principales aspectos positivos que destaca de estas largas estancias embarcada es la «piña» que hace con sus compañeros de tripulación, con los que comparte prácticamente todo el tiempo durante casi dos meses continuos.

«Para este trabajo eres apto o no», resume la azafata, dejando claro que no es una profesión que se pueda adaptar a todos los públicos. «Te tiene que gustar porque tiene muchas particularidades, pero a la vez es muy gratificante trabajar viendo el mar», concluye.

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