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La Armada celebra la Fiesta Nacional

Un museo que navega en mil batallas

La colección naval se suma a la jornada de puertas abiertas de la Armada. Las maquetas de barcos y submarinos hundidos en Canarias atraen a los visitantes

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Jornada de Puertas Abiertas en la Base Naval Andrés Cruz

«¿Este quién es, Napoleón», pregunta una señora, no sabe una si en broma o en serio, mientras apunta a  uno de los numerosos cuadros, el primero con el que nos topamos nada más entrar en el Museo Naval de Las Palmas de Gran Canaria. Y no, no es Napoleón.

El que aparece con uniforme y apostura marcial es Rafael Clavijo y Socas, uno de los pocos canarios que ha alcanzado el grado de almirante de la Armada española. Clavijo fue el que proyectó en 1811 el puerto de Las Palmas, en lo que fue la rada de San Telmo, justo encima de las ruinas del baluarte artillado armado, conocido como Castillo de Santa Ana. Rafael Clavijo es uno de los múltiples personajes que puebla el Museo Naval, que este fin de semana se sumó a las jornadas de puertas abiertas de la Base Naval para celebrar el día de la Fiesta Nacional.

 La mayoría de los visitantes caían atraídos como un imán por la sala de los torpedos, pero las aparatosas máquinas de guerra constituye sólo una pequeña parte de las más de 3.000 piezas históricas utilizadas en la navegación y la defensa de las islas, que se exponen en la colección.

Además de las maquetas de barcos y submarinos hundidos en aguas canarias, que captan la atención, destacan por su capacidad de evocar contiendas, las maquetas y réplicas de barcos históricos que han protagonizado un sinfín de batallas.

 Al fondo de una de las salas aparece la réplica de la fragata HMS Victory, el buque insignia utilizado por el almirante inglés Horace Nelson en la batalla de Trafalgar de 1805, una victoria inglesa que trajo consigo el principio del fin del imperio colonial español y el hundimiento de las aspiraciones imperiales de Napoleón.

Una réplica de la fragata ‘Victory’ convive con escenas de la derrota de Nelson en Santa Cruz de Tenerife

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Fue en esta fragata, que aún se encuentra expuesta en un dique seco en el puerto de Portsmouth, donde murió el almirante tras recibir un disparo. El autor de la maqueta recuerda cómo el cadáver del almirante fue puesto en remojo en un barril de coñac, para conseguir que su cuerpo llegase en condiciones hasta el puerto de Gibraltar.

En frente de la maqueta del Victory aparecen varias láminas que escenifican momentos de la batalla de Santa Cruz de Tenerife, que tuvo lugar en 1797, justo ocho años antes de Trafalgar, y en la que Nelson resultó derrotado.

La guerra librada por el control de las islas atlánticas le costó al entonces capitán de navío un total de 349 bajas y la pérdida de su brazo izquierdo.

Albino Aneiros, subteniente de la Armada, destaca la presencia de una lámina de la fragata blindada Numancia, la primera de este tipo que circunnavegó el globo terrestre.

La relación con las islas en este caso viene dada porque fue protagonista de uno de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, protagonizado por Diego Ansúrez y titulado con el nombre del barco.

No pasan desapercibidas tampoco las maquetas de barcos y submarinos hundidos, como el famoso Alfonso XII, que ha estado siempre rodeado por la leyenda sobre la fortuna que llevaba a bordo.

Junto a la maqueta, se conserva una pipa y un plato, que fueron encontrados en el pecio del mercante español. El barco se dirigía a Cuba en febrero de 1885, cuando chocó contra el escollo de la peligrosa Baja de Gando, cuando transportaba diez cajas que contenían cada una 1.500 duros en monedas de oro y plata. Pero la leyenda cuenta que solo aparecieron nueve tras el hundimiento.

En la misma sala donde está el Alfonso XII hay una imagen del buzo inglés David Tester, que murió mientras buceaba en busca del cofre perdido, a causa de un ataque descompresivo. Su cadáver está enterrado en el cementerio inglés de San José.

El museo utiliza, para recrear la historia, un traje de buceo muy similar al que se usó en la época. También llama la atención la máquina manual fabricada en Londres en 1914 para darle aire a los buzos.

Justo enfrente del Alfonso XXII hay una maqueta del submarino nazi U-167, que se hundió en aguas de Castillo del Romeral, en San Bartolomé de Tirajana, durante la II Guerra Mundial, cuando se encontraba a 23,25 metros de profundidad.

En la sala de torpedos, destaca el denominado G7 a, que pesa 1.538 kilos y alcanza una velocidad de 45 nudos, similar al que utilizó durante la Segunda Guerra Mundial el submarino alemán U-81 para hundir el portaaviones HMS Ark Royal, considerada la joya de la armada británica.

El ‘Meteoro’ es la estrella

Fuera, en el Arsenal, el Buque de Acción Marítima Meteoro se convirtió en la estrella de las jornadas de puertas abiertas. Las excursiones por su interior constituyeron la actividad más atractiva para las decenas de personas que acudieron a la Base Naval, junto con los simuladores de navegación y las gafas de realidad virtual, que permitieron acercarse a la experiencia de navegar en un submarino o en un buque.

La cámara hiperbárica o cámara de descompresión fue un elemento más de la exposición. Se trata de un cilindro de acero que permite exponer a una persona a una presión superior a la atmosférica con la finalidad de aumentar la oxigenación de los tejidos. El sargento primero Héctor Tadeo explica que la Unidad de Buceo de Canarias cuenta con una cámara portátil para todas las islas y otras dos fijas, una en Gran Canaria y otra en Tenerife. La portátil se mueve por las siete islas y actúa cada vez que se produce un accidente de buceo.

«Hace poco tuvimos un accidente en Fuerteventura y tuvimos que meter al buceador en la cámara, aunque estaba asintomático, porque al estar demasiado tiempo en el fondo, pueden aparecer los síntomas al cabo de las horas».

Los robots, materiales y vestuario para desactivar explosivos en tierra y debajo del mar no pasaban desapercibidos a los visitantes más jóvenes. En palabra de Tadeo las mayores intervenciones de la unidad tienen que ver con la desactivación submarina, cuando aparecen municiones antiguas.

La última vez que actuó la Unidad de Desactivación de Explosivos lo hizo hace un año en La Graciosa, tras enterarse de que el dueño de una casa tenía dos proyectiles de la guerra civil utilizados como un adorno en la puerta. Un tercer proyectil era utilizado para amarrar las embarcaciones al muelle. «Se vio que eso era un problema de seguridad y tuvimos que ir a neutralizarlo. Se trataba de munición española de la guerra civil, de cuando se dispararon proyectiles a La Graciosa desde Lanzarote», aclara Tadeo.

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