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Viaje a la memoria de Guanarteme

La familia Apolinario compró 62 hectáreas en el barrio en 1860 a 0,16 pesetas el metro cuadrado. Perteneció a San Lorenzo hasta 1939, cuando la capital anexionó el pueblo

Vista histórica de Guanarteme Fedac

Guanarteme ha vivido a caballo de dos municipios, primero San Lorenzo y después Las Palmas de Gran Canaria, cuando este se anexionó al primero a punta de pistola tras el golpe militar de Franco.

En el barrrio florecieron las primeras industrias de la ciudad, entre ellas las factorías de pescado, en una de las cuales tuvo lugar el accidente laboral más grave de la capital hace 43 años. Once trabajadores perdieron la vida uno detrás de otro en una mortífera cadena.

Nada mejor que la celebración de las fiestas de un barrio para bucear en su memoria.

Los vecinos y vecinas de Guanarteme organizaron este sábado, por mediación de la asociación Bilenio, un viaje al pasado de la barriada que arrancó en el Auditorio Alfredo Kraus hablando del origen de su topónimo, un nombre que te transporta a la historia prehispánica, al pasado de un pueblo que fue derrotado, esclavizado y su memoria enterrada en el olvido durante siglos.

Fueron los indígenas que habitaban las cuevas situadas en el barranco los primeros residentes de la zona.

El divulgador cultural Juan Carlos Saavedra subraya que el lugar donde se asentó el barrio ya aparece en los mapas del siglo XVII con el nombre de Guadarteme o Guanarteme, que significa hijo de Artemi.

Aunque está claro que la calle Fernando Guanarteme tiene que ver con el último rey aborigen Tenesor Semidan, que cambió su nombre por Fernando tras bautizarse, hay dudas sobre su relación con el topónimo del barrio.

Los vecinos escondieron al fugitivo ‘El Corredera’ cuando trabajó de incógnito en las fábricas de pescado

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  Guanarteme fue durante mucho tiempo una especie de tierra de nadie, un suburbio situado en las afueras que nadie sabía exactamente donde estaba, lo que propició que se afincaran en sus arenales hace más de un siglo las familias más humildes, muchas de ellas procedentes de Fuerteventura.

Son los descendientes de esas familias los que desde principios de este milenio están siendo expulsados por las promotoras inmobiliarias, que han propiciado la desaparición de las viejas casas terreras.

Y es que la antigua barriada ha pasado a convertirse en menos de veinte años en una de las zonas más caras de la ciudad.

   La familia Apolinario compró los arenales en 1860 cuando los sacó a subasta el Gobierno, explica Saavedra, quien añade que adquirió un total de 62 hectáreas por 1.400 reales de vellón.

«Nicolás Apolinario los compró a 0,16 pesetas el metro cuadrado, por el precio de lo que costaba en esa época una casa en Vegueta. Fue un regalo.En Las Canteras todavía hay placas viejas con el nombre Avenida Apolinario, en recuerdo de la familia dueña de ese lugar», subraya.

La nieta de Nicolás, Pino Apolinario regaló al Obispado los terrenos para hacer las iglesias del Cristo y del Pilar y también la finca situada entre las calles Portugal, Kant y Arístides Briand, donde se construyó una residencia para atender a los niños y niñas huérfanos.

La gota de leche

Los vecinos más viejos aún conocen el lugar como La gota de leche, que después pasaría a ser escuela de artes y oficio y hoy es un parque, que lleva el nombre de esta rica heredera, que no tuvo hijos y donó buena parte de sus propiedades antes de morir a la Iglesia y los más necesitados.

«Los sudarios no tienen bolsillos», aseguran que solía decir esta señora, que también donó lo que hoy es el parque Santa Catalina a los Miller, con el encargo de que hiciera un jardín para la ciudad.

En la época en que murió Pino Apolinario el barrio, que perteneció durante muchísimos años al pueblo de San Lorenzo, había pasado a estar en el término municipal de Las Palmas de Gran Canaria, tras confirmar el gobierno después del triunfo del golpe militar de Franco la anexión del municipio a punta de pistola.

«Las Palmas de Gran Canaria siempre intentó anexionarse San Lorenzo y se aprovechó del fusilamiento de su alcalde comunista y la persecución y encarcelamiento de la corporación en 1937. Lo consiguió después de la Guerra Civil en 1939. El barrio en su totalidad perteneció a San Lorenzo, hasta la Peña La Vieja», recuerda Saavedra, quien aclara que el primer avión que despegó y aterrizó en la isla lo hizo en San Lorenzo en 1913, no en la capital grancanaria, porque aquellos terrenos de Guanarteme le pertenecían. Era el Bleriot II y su piloto Leoncio Garnier.

Sostiene el mismo argumento con las primeras industrias que se establecieron en Guanarteme por su carácter de zona suburbial. En 1928, señala, se inauguró cerca de la playa de Las Canteras la fábrica de la Luz, la Cícer, iniciales de Compañía Insular Colonial de Electricidad, que con los años terminó siendo el topónimo del lugar.

«Fue un barrio eminentemente industrial, allí estuvo la primera fábrica de Tirma, Haricana, la Fosforera Canaria y la fábrica de tabaco Rumbo», cuyo edificio se reconvirtió en la que hoy es la Escuela de Idiomas de Guanarteme. Y, sobre todo, en Guanarteme se afincaron las factorías de pescado, entre ellas Ojeda, Lloret y Llinares, Beltra, Ortuño. Todas las naves que alojaron las factorías en la zona de El Rincón, salvo una, donde está el potrero del ayuntamiento.

Los once de Guanarteme

Las conserveras quedarán siempre ligadas a una de las historias más negras del barrio.

Los Once de Guanarteme, como les conoce la gente, protagonizaron una de los episodios más trágicos y también más solidarios. El accidente ocurrió el 3 de enero de 1979 en la conservera Hijos de Ángel Ojeda, donde fallecieron once trabajadores en lo que ha sido el mayor accidente laboral ocurrido en la capital grancanaria, debido a un escape de gases tóxicos en un sótano de la fábrica. Con edades comprendidas entre los 37 y los 17 años todos ellos fueron muriendo uno detrás de otro por las emanaciones de los gases cuando intentaban rescatar a sus compañeros en lo que se convirtió en una mortífera cadena, encabezada por el primero que cayó atrapado.

El grupo que participó en la ruta hizo un alto en la escultura realizada por Etual Ojeda, situado en El Rincón, en frente de donde estuvieron las antiguas factorías, que simboliza unas manos unidas.

Participantes en la ruta por la historia de Guanarteme La Provincia

Las conserveras quedarán también ligadas a la historia de Juan García El Corredera, que se convirtió en leyenda tras huir durante años de las fuerzas franquistas, hasta que fue ejecutado en 1959.

El Corredera, uno de los últimos ajusticiados a garrote vil, eligió Guanarteme para esconderse durante siete año en su larga fuga. Trabajó en la fábrica de conservas de Lloret y Llinares y el vecindario, que sabía quien era, lo protegió y ocultó en todo momento. Saavedra indica que en el barrio fue conocido como Juan el Nuestro.

«Todo el mundo sabía quien era, pero la gente se callaba. Estuvo allí hasta que hubo varias visitas de la guardia civil preguntando por él y uno de los encargados de la empresa le avisó para que se fuera. Todavía hay gente que oculta que su padre fue uno de los que escondió a Juan García El Corredera», afirma Saavedra, remarcando el terror que causó la represión franquista en el barrio y que aún perdura entre los más viejos.

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